Cap. 32

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— Por la agresión cometida, dictada e intento de homicidio grado tres y con los antecedentes impuestos anteriormente por tráfico ilegal de drogas, Andrés Vázquez es sentenciado a 8 años de cárcel. En cuánto a su cómplice Felipe Tanner, por daños ilícitos y agresión en etapa dos, es sentenciado a 2 años de cárcel.

El juez culminó la sentencia y Emilio tragó duro. No quería soltar una sola lágrima, pero le estaba siendo malditamente difícil, al tener enfrente a su ex pareja, quién era sentenciado como cómplice de alguien a quién en algún momento había considerado su amigo. Los dos abogados de sus padres se levantaron y agradecieron al señor juez.

Vió cómo Lara Tanner, junto a su esposo Bobby se desgarraban en llanto al ver cómo su hijo era arrestado, junto a su pareja.

— ¡Emilio! ¡Emilio, por favor, detén ésto! — imploró la rubia acercándose a él, rápidamente fué detenida por dos oficiales. — ¡Emilio!

— ¡No te acerques a mí hijo, Lara! — gruñó su madre tomando los manubrios de detrás de la silla de ruedas y alejándolo de la mujer.

— ¡Lo lamento, Emilio! ¡Lo siento mucho! — gritó Vázquez mientras era empujado por los oficiales fuera del juzgado.

— No los escuches, hijo. Se acabó. — musitó Juan mientras se acercaba a su primogénito.

Osorio asintió y se dejó llevar por su madre fuera del mismo.
Leidy, Elyzabeth y Joaquín lo acompañaron por los costados, rápidamente buscó la mano de su mejor amiga y ésta no dudó en tomarla, dándole un apretón y diciéndole palabras reconfortantes.

Una vez que estuvieron fuera, no aguantó más el llanto retenido y lo dejó salir.

— Emilio, escucha, bebé. Ya pasó todo. Estás bien, estamos bien.

Joaquín se puso frente a él, Emilio levantó la mirada y asintió.

— Vida mía... ¿Me abrazas? Por favor. Por favor, abrázame.

Joaquín hizo una mueca, intentando acercarse a él. Leidy se llevó a un espacio alejado a Elyzabeth, mientras sus padres hicieron lo mismo, hablando sobre lo sucedido. Bondoni realmente intentó hacerlo, pero en cuánto Emilio intentó rodearlo con sus brazos, soltó un chillido y se alejó bruscamente.

— No puedo. No puedo hacerlo, Emilio. Lo siento, lo siento. No puedo. — dijo negando mientras juntaba sus manos.

— Bebé... Por favor, mí amor. — rogó, las lágrimas bajando por sus mejillas cómo cascadas.

— ¡No puedo, Emilio! ¡No puedo hacerlo! ¡No quiero tocarte! ¡No quiero hacerlo!

Osorio bajó la mirada, intentando ahogar un sollozo. Sabía que no debía dejarse afectar por los rechazos del menor, sabía que no lo hacía a drede y que pedirle aquello era más de lo que el castaño podía darle.

Pero sin embargo, al estar en ese momento tan sensible y vulnerable, Emilio realmente no pudo evitar el pinchazo de dolor en su pecho al escuchar al castaño decir aquello.

Por supuesto, él no podía enojarse con Joaquín, nunca podría.

— E-está bien... Lo siento, Joaquín. — dijo cómo pudo, sin poder levantar la mirada. — quiero irme de aquí.

Bondoni pareció querer decir algo, pero simplemente se calló y se acercó al auto.

— ¿Estás bien, Mailo? — preguntó Leidy una vez que todos estuvieron en la camioneta.

— Lo estoy.










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¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora