Cap. 58

297 31 17
                                    







En cuánto se adentró a la habitación, sintió un alivio enorme al ver a su pequeño recostado observando hacía el techo; el color de su piel ya se había normalizado, por fortuna.
El haber visto su rostro tan pálido cuándo lo estaban llevando al hospital lo asustó demasiado.

Se acercó lentamente a él, hasta que los ambarinos se clavaron en su figura, le sonrió y se acercó al menor sentándose a su lado.

— Hola, vida mía. — saludó tomando la manito que se encontraba extendida en su dirección.

— Me han pinchado, Emilio. Me pusieron inyecciones, me duele. — se quejó, prontamente sus ojos comenzaron a lagrimear.

— Tranquilo, amor mío. Era necesario, ya vas a estar mejor. — intentó tranquilizar hablándole dulcemente.

Hizo una mueca.

— Me siento tonto, el doctor dijo que causé todo ésto por mi miedo. Pero es que, no quiero que el bicho me coma por dentro, Emilio.

— No debes temer, precioso. Estarás bien, sé que es difícil ésto para tí, pero te aseguro que para mañana estarás mejor y podrás ir a c-...

— ¡¿Mañana?! ¡¿Hasta mañana tendré que estar aquí?! — se sentó bruscamente, haciendo que un leve mareo lo golpeara.

Osorio se apresuró a colocar su mano en la nuca del menor, haciendo que se recostara nuevamente.

— Debes mantener la calma, Joaquín. Estarás bien, amor, no estarás sólo. Yo me quedaré aquí contigo.

— No me gusta dormir en lugares desconocidos, no quiero estar aquí. Quiero ir a casa.

Suspiró, sabía que su chico era demasiado terco y más por el estado en el que se encontraba.

— Hagamos ésto, tú te quedas ésta noche aquí y mañana cuándo te den el alta, me quedaré contigo todo el día y dormiremos juntos, ¿Qué dices? — propuso acariciando con delicadeza la mejilla del castaño.

Bondoni lo observó por unos momentos, analizando la propuesta.

— ¿Me cuidarás todo el día? ¿Y harás lo que yo quiera?

Rió bajo y asintió. — Por supuesto, vida mía.

— Está bien, pero debes entender que estar aquí es un esfuerzo demasiado grande para mí.

Volvió a asentir y besó cortamente el dorso que anteriormente acariciaba.

— Lo sé, bebito mío y por ello es que me siento muy orgulloso de tí. Tus padres están afuera y quieren verte, así que saldré un rato, pero luego estaré aquí contigo, ¿Bien?

— Correcto, te amo.

— Yo te amo mucho más, precioso.










¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora