Cap. 23

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Después de haber almorzado, con Los guardianes de la galaxia Vol.2 de fondo, Emilio recogió lo usado de la mesa y lavó los trastes usados; Joaquín por supuesto lo ayudó secando los mismos y colocándolos en su lugar.

Después de eso, fueron a la sala, en dónde se encontraban los cuadernos con sus reglas escritas.

Emilio se sentó a modo buda y apretó el cuaderno en su pecho.

— Bien, amor. Ya estamos listos para poder leer las reglas del otro, ¿Tú que dices?

Joaquín asintió y también tomó el suyo.

— Sí, dame el tuyo y yo te doy el mío. — sugirió.

— Está bien.

Intercambiaron los cuadernos y los abrieron dónde los marcadores se encontraban.

— ¿Lees el mío primero ó quieres que yo inicie? — cuestionó el menor.

— Inicia tú, bebé.

— Bien. — Bondoni comenzó a leer. — regla número uno: no enamorarme de ningún otro chico que vea. — dijo y luego levantó la mirada. — no creo que pueda enamorarme de alguien más teniéndote a tí, Emilio.

Sonrió enternecido.— espero que nunca lo hagas ó moriré de tristeza.

— Nunca lo haré, créeme. — el rizado asintió y luego Joaquín leyó las siguientes. — regla número dos: decir que te amo al menos 2 veces al día. — hizo una mueca, casi sonriendo. — puedo hacer eso sin problemas. — regla número tres: decirte si me enojo contigo y las razones por ello.

» — regla número cinco: estar contigo siempre; regla número seis: no abandonarte nunca; regla número siete: sonreírte al menos una vez al día; regla número ocho: si la comida se quema, fingir que no lo noté. — los ojos ámbar lo miraron mientras ladeó la cabeza, pero no dijo nada. — regla número nueve: decirte si dices ó haces algo que me incomode. Y regla número diez: amarte cada día más que el anterior. — Joaquín cerró el cuaderno con suavidad y luego lo observó. — creo que puedo hacer todo ésto sin dificultad alguna, bebé. Digo, ya te amo y lo haré siempre.

Emilio no borró su sonrisa cuándo le tiró un besito haciendo que Bondoni se sonrojase.

— También te amo, lo haré hasta mí último respiro. — musitó.
— bueno, ahora me toca a mí, ¿Verdad? — el castaño asintió. — okay, veamos. — comenzó a leer. — número uno: hacerte saber lo mucho que te amo cada día. — sonrió ante el castaño, el cuál volvió a sonrojarse. — número dos: explicarte si no entiendes algo que diga en broma ó sarcásticamente; número tres: mantener tu cocina siempre limpia y ordenada; número cuatro: si te veo indiferente conmigo no tomarlo cómo algo personal. — su sonrisa no se borraba en ningún momento mientras leía. — número cinco: si dices algo que me hiera sin esa intención, hacértelo saber; número seis: verte todos los días. Bueno eso no tendría que tomarse cómo una regla, eso es más bien un nuevo hábito para mí.

— Entonces eso lo agregaremos a nuestra lista de hábitos. — dijo el castaño haciendo reír al rizado.

Número siete: si tienes una crisis, cantarte una canción y esperar a que te tranquilices sin darte ninguna inyección con calmantes. — lo último lo leyó confundido frunciendo el ceño. — ¿Tus padres te dan inyecciónes cuándo sufres crisis?

Joaquín bajó la mirada. — ese día que te fuiste... Cuándo sufrí esa crisis... Golpeé a papá muchas veces, ellos no pudieron controlarme y papá me hizo dormir con calmantes. — contó entre murmuros. — no quise golpear a papá, pero yo quería ir por tí y él me lo impidió, no quise hacerlo, Emilio.

¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora