Cap. 1

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Si tuvieran que nombrar a la persona con más mala suerte del mundo, el nombre sería Emilio Osorio Marcos.

Con tan sólo 22 años de edad ya había perdido 6 trabajos y eso contando sólo los que había perdido desde que fué mayor de edad. Pintor, niñero, mozo, bibliotecario, ayudante de farmacia y por último y no menos importante, cajero en un supermercado.

Y no, la razón no era que él fuese un completo inútil ó que no aprendiese rápido el cómo manejarse en los distintos rubros, la cuestión era que se aburría muy rápido en los trabajos, pues ninguno era de su completo agrado, por lo que después de semanas simplemente renunciaba.

Sus padres no entendían el porqué de ésto, pues desde que era un niño siempre fué alguien muy servicial, hiperactivo y responsable. Pero al llegar a los 17 años, cambió drásticamente y para mal.

Emilio no era alguien que mantuviese un techo sobre sus hombros, tenía todas las comodidades que alguien de 22 años pudiese tener: comida, principalmente; no pagaba impuestos ni un alquiler; no tenía hijos ni mucho menos una pareja; no necesitaba mucho dinero, pues sus padres siempre le dieron todo lo que pedía con tan sólo chasquear los dedos. Y es que él era hijo único. Para resumir, no tenía responsabilidad alguna.

Pero eso no significaba que debía ser un mantenido por siempre, por lo que después de haber perdido su último trabajo por voluntad propia, sus padres decidieron que debían buscarle algo para que ocupase su tiempo y ganase dinero extra.

Niurka Marcos era contadora en un banco muy importante del centro, en cuánto Juan Osorio era arquitecto en la constructora Sánchez office. Cada uno de ellos tenían buenos trabajos y su economía era bastante cómoda.

Juan había intentado convencer a su hijo de iniciar su entrada laboral en la constructora, pero el pequeño Osorio le había dicho que no era un trabajo para su persona, que no le agradaba y que prefería trabajar en algo que se sintiese cómodo.

Y así habían pasado los últimos 2 meses, hasta que una Niurka recibió una llamada de una vieja amiga. Elizabeth Gress.

Elizabeth había abandonado la ciudad de Toluca a la edad de 18 años, cuándo decidió casarse con Uberto Bondoni, el tipo era bueno, Elizabeth nunca había pensado lo contrario, pero la familia Gress no había aprobado la relación de su hija con Bondoni por el hecho de que no era mexicano, sino Uruguayo. Y era 5 años mayor que ella, por lo que cuándo ella decidió seguir su relación con su amado fué desheredada por su familia y ella siguió a Uberto a dónde sea que él fuese.

Había perdido todo tipo de contacto con la mujer hasta hace 1 semana, que fué cuándo recibió aquella llamada y la citó para verse.

Elizabeth había tenido un único hijo luego de muchos tratamientos; pues le era difícil concebir bebés; había sido un proceso duro y difícilmente paciente; Hasta que Joaquín llegó a sus vidas. La felicidad por su hijo obtenido fué increíble, según lo que Gress contó, hasta que un pequeño y permanente problema apareció en sus vidas. Joaquín presentó síntomas de autismo a la edad de 2 años, hasta que ésto fué confirmado por especialistas.

Joaquín, su hijo, su único bebé, era autista. Pero claramente eso no impidió que la felicidad de la familia Bondoni-Gress fuese afectada.

Tanto Uberto cómo su mujer estuvieron siempre pendientes de todos los problemas que su hijo podría padecer, sufrieron muchas crisis, normales para aquel espectro, pero el niño creció rodeado de amor y apoyo incondicional por sus progenitores.

El chico hoy en día tenía 19 años y tuvieron un gran inconveniente cuándo tuvieron que mudarse, pues los cambios no resultaban para nada agradables para su hijo quién ya vivía con una rutina impuesta por él mismo.

¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora