No supo que fué lo que había sucedido, ni siquiera en dónde estaba, sólo supo que Emilio estaba con él cuándo al abrir sus ojos, se encontró con los cafés del rizado. Su mejor amigo le regaló una de sus hermosas sonrisas antes de desabrochar su cinturón; entonces se dió cuenta que estaban en su auto.
— Despierta, dormilona. Ya estás en casa. — musitó Osorio abriendo su puerta y saliendo del auto para después rodearlo y abrirle la puerta.
Frotó sus ojos y respiró profundamente, tratando de alejar el malestar que se había creado en su estómago. Salió con la ayuda del rizado y paró en seco cuándo vió a dónde la dirigía.
— No, Emilio. No quiero estar aquí. — dijo plantándose e impidiendo que el otro la moviese.
— Leima, necesitas tomar una ducha, un té caliente y descansar en tu cama. — respondió Emilio, poniéndose delante suyo.
Sus ojos volvieron a picar y no se molestó en detener las lágrimas.
— Elyzabeth no me quiere aquí, Emilio. Ésta ya no es mí casa.
Rodó los ojos mientras sonreía.
— Olvidaba que cuándo te embriagabas te ponías sentimental y dramática. — trató de bromear ganándose una mirada asesina y un golpe en su hombro.
— No soy yo el que se acuesta en su cama a llorar y ver películas de amor que no terminan bien mientras repite una y otra vez que quiere morirse. — dijo con su lengua algo trabada y su voz ronca.
— No, tú eres más del tipo que se embriaga, llora y parece una cachorra abandonada.
— No parezco una cachorra abandonada, lo estoy porque me dejó cómo a una jodida perra. — contestó para luego volver a sollozar.
Emilio perdió la sonrisa y volvió a abrazarla.
— Vamos, Leima. Ya deja de llorar, estamos aquí porque Elyzabeth me llamó pidiéndome que te traiga a casa.
Se separó del cuello del oji-café y parpadeó, sorbiendo su nariz.
— ¿Elyzabeth pidió eso? — cuestionó con su voz aún quebrada.
Volvió a recuperar la sonrisa mientras asentía y se encargaba de limpiar las lágrimas de su amiga.
— Ella te quiere en casa, Leima. Elyzabeth te ama mucho cómo para que su relación se termine sólo por una discusión.
— Pero ella dijo que mí amor era innecesario.
— No sé que es lo que habrá dicho ó la manera en la que lo hizo. Pero debes hablar con ella para no malinterpretar las cosas.
— De acuerdo. — dijo asintiendo y dejándose llevar hasta la entrada.
Osorio golpeó 2 veces y esperó hasta que fueron recibidos por la ojinegra y detrás suyo, un curioso castañito, quién se puso de puntitas de pié para poder ver lo que sucedía desde su lugar.
— Te traje a tu novia, ahora devuélveme el mío. — dijo el oji-café sonriendo en modo de burla aunque los menores no se lo tomaran de esa manera.
Mata se corrió para dejarlos pasar y Emilio no tuvo problema en arrastrar a la pelinegra hacía la habitación de arriba, cargándola de nuevo. Leidy no levantó la mirada en todo el trayecto, aún cuándo sentía la mirada de la ojinegra puesta en ella.
La dejó sentada sobre la cama y luego de besar su frente se despidió de ambas dejándolas solas.
No hablaron hasta que escucharon la puerta de la entrada cerrarse. No tenía la fuerza ni la valentía para levantar la mirada y conectarla con la de la menor. Tampoco la tuvo cuándo Mata se sentó a su lado. Se mantuvo quieta y sin soltar ni el más mínimo sonido.
ESTÁS LEYENDO
¿Puedo Abrazarte? // Adaptación Emiliaco
FanficDónde Emilio se convierte en el cuidador de Joaquín, quién padece de Autismo. Adaptación Emiliaco Autorizada Todos los créditos son de su autor original @Jamesjavadd254. Gracias por darme permiso de adaptar tu hermosa fic. Los créditos de la portad...