Cap. 51

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— ¡Vamos, Joaco! ¡Estás muy atrás! — gritó riendo el rizado mientras pedaleaba, viendo detrás suyo a su pareja intentando seguirle el ritmo.

La primavera estaba en su máximo esplendor, los días pasaban rápidamente y los problemas parecieron quedar solamente en el pasado.

Joaquín había vuelto a la universidad; desde que comenzó a frecuentar nuevamente su estadía en la misma, las cosas pasaron cómo si hubiese sido la primera vez que entraba. Su amistad con Ethan ésta vez si fué de la manera correcta; el pelinegro se había acercado al castaño, pidiéndole disculpas y prometiendo que no volvería a intentar ningún movimiento en su contra; Bondoni le dió su oportunidad y Miller rápidamente la aprovechó, no sólo ganándose la amistad del castaño, sino también la de Osorio - por petición de su ojimarron y enamoradizo primo - así que sus reuniones se iniciaron de manera próspera.

Sin olvidar el hecho de que hubo pasado la prueba fraternal de Mata y el visto bueno de Sánchez.

Las cosas habían mejorado para todos, sin interrupciones para la joven pareja.

El de ojitos ámbar aceleró su ritmo, alcanzando a su novio y colocándose a su lado.

— Eso fué trampa, Emilio Osorio. Me desconcentraste. — regañó mirándolo mal.

Soltó una risa y desaceleró. — ¿Porqué te distraje, vida mía? Sólo te hice una pregunta normal.

— Pues, decirme que quieres que tengamos hijos no es una pregunta normal. Por lo menos no para mí. — respondió agitado deteniéndose y sacando su botella de agua.

Imitó a su novio y bebió de su botella.

— Joaco, quiero que tengamos hijos, luego de que nos casemos, al menos 1 año después. — reiteró. — Además, fuiste tú el que dijo que quería 3 hijos hace un tiempo, ¿Lo recuerdas?

— Por supuesto que lo recuerdo. Pero hablaba a futuro, muchos años más. — ladeó la cabeza observando a los niños jugar en las distintas atracciones que el parque poseía. — No estoy listo para ser padre. — frunció el ceño. — no aún.

— Nadie está listo para ser padre nunca, vida mía. — objetó bajándose de la bicicleta y comenzando a caminar en dirección a una de las banquetas.

— He leído en internet que existen varias opciones para tener hijos. La inseminación artificial es una de ellas. — espetó el menor siguiendo a su novio. — pero yo no quisiera hacer eso. El día que los tengamos, sólo serán tuyos, Emilio.

Lo miró confundido. — ¿Porqué sólo míos? ¿No te gustaría que existiera un mini Joaquín? A mí me encantaría tener un hijo que sea igual a tí, bebé. — sonrió tomando la mano ajena y besándola, cómo habitualmente hacía.

Sus palabras hicieron que el castaño agachase la mirada y se viera triste de pronto.

— No quiero... No, no quiero que sea igual que yo, Emilio. — murmuró por lo bajo.

— ¿Porqué no, mí amor?

Hizo una mueca conectando sus ojos con los contrarios por unos segundos antes de desviar su mirada.

— No quiero que mí hijo sea autista cómo yo. — confesó. — Quiero que sea feliz, normal. Y no lo será si es defectuoso cómo yo.

La sonrisa del oji-café se borró de su rostro.

— No eres nada defectuoso, Joaquín. — refutó poniéndose de costado de modo que pudiese ver a su pareja de frente. — No puedes pensar en algo así, te lo he dicho miles de veces. No te rebajes de esa manera. Eres absolutamente todo menos alguien defectuoso; eres el mejor y más inteligente de tu clase y más que cualquier persona que te rodea, incluyéndome; eres un amor de persona; eres bueno, genuinamente listo, encantador, amable... A veces. — rió haciendo que el otro sonriera. — tienes un talento nato, un artista; no tienes maldad, eres sincero, no temes decir lo que piensas, tienes convicciones y todo lo que te propones lo haces cumplir. Y también eres jodidamente precioso, atractivo; ¡Eres perfecto, bebé! Y lo mejor de todo es que puedo tener el honor de decir que tengo a la persona más hermosa que pueda existir cómo mí prometido. — acunó las manos del menor entre las suyas. — No eres un defecto, jamás serías algo así. — agregó. — ¿Crees que todo lo que te he descrito recién es por tu autismo? Entonces, yo también quisiera serlo. Todos deberíamos ser cómo tú, creo que deberíamos aprender a ser igual que tú, bebé, el mundo sería mejor si dejaran de existir tantas personas "normales" — hizo comillas con sus dedos. — y existieran más Joaquín.

¿Puedo Abrazarte?  // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora