Un ruido metálico me hizo despertar sobresaltado.
Alguien descorría un cerrojo.
Justo después, un hilo de luz penetró en mi retina e hizo que mi pupila se encogiera. Unaclaridad invadió la celda. Abrí y cerré los ojos repetidas veces hasta que distinguí a un niño.Era el hermanito de Lucía. Traía un plato en la mano derecha y con la otra se limpiaba la nariz.Sus ojos rojos delataban que había pasado la noche llorando. No era la primera vez que lo veíaen ese estado. El pobre niño tenía sólo siete años y como era debilucho, los más fuertes loagarraban de chivo expiatorio.
Sin pronunciar palabra dejó el plato de dispuso a salir.
– ¡Espera! ¿Sabes por qué me encerraron?
El niño se detuvo. Sabía que las hermanas le habían prohibido hablar con el "infractor",pero aun así hice otro intento.
– ¿Sabes cuánto tiempo me van a tener aquí?
El chico sacudió la cabeza varias veces y se apuró en salir. En cuanto cerró la puerta, laoscuridad invadió la celda hasta el último rincón. A tientas, busqué el plato en el piso. Comosiempre la comida era insípida, pero su calor reconfortaba mi estómago vacío. Pronto me llené,dejé el plato en el suelo y rasqué levemente el muro.
– ¿Gabriel?
No hubo respuesta.
– Gabriel, ¿estás allí?
De nuevo nada. No entendía. ¿ Yo era el único que estaba ahí encerrado? Me acurruqué enla cama, tiritando. De pronto me di cuenta de que estaba al mismo nivel que los muertos en sustumbas de hielo. Estaban justo detrás de ese muro. Los imaginaba de pie, apretados uno contrael otro alrededor de mi cama, con sus ojos helados abiertos en lo oscuro...
Dime, Jonás, ¿por qué me pusiste bajo el hielo?, me preguntaba uno de ellos.
Pide que me regresen a casa, me suplicaba otro.
Jonás, aquí hace mucho frío. No nos prepararon como es debido. ¿Puedes cubrir nuestros cuerpos conpieles y cortezas?
¡No nos dejes aquí! ¡Cava unas tumbas verdaderas bajo los árboles, en la tierra de nuestrosancestros!
Las voces penetraban en mi cráneo adolorido al tiempo que se me cerraba la garganta. Estavez no era una bola de ira sino de llanto, un flujo que remontaba desde mi estómago. Prontolas lágrimas llenaron mi pecho amenazando con romper la barrera que desde hacía tiempo seinterponía entre mi cabeza y mi corazón. Ya no tenía ningún punto de referencia. No habíaningún árbol al cual pudiera aferrar mi espíritu que, enloquecido, saltaba de una cosa a la otra:el bosque, los cazadores, Gabriel, el alcohol, Lucía, mi madre moribunda y Estela, muy lejos,demasiado lejos de mí...
Al final, dejé que mi tristeza estallara y lloré durante mucho tiempo, en el silencio oscuro delcalabozo.
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Lagrimas de Bosque
Teen FictionEsta historia no es mía todos los derechos a su autor en realidad le quiero dar popularidad aquí a la autora Nathalie Bernard la verdad esta historia me encanto bástate espero que les guste. Jonás acaba de cumplir dieciséis años, lo que significa qu...