15. FIRMARAS EL CONTRATO

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Luggina llegó al departamento de Lucciano. El nunca esperó que fuera tan pronto la firma de ese contrato.
La hizo pasar a su oficina.

— ¡Pequeña bruja! No pensé que fuera tan rápido.
— Créeme que le hago honor a ese sobrenombre. Trae tu contrato, lo firmaré ahora y tú firmarás el mío.
— Tengo que leerlo, no firmaré algo que no leo detalladamente.
— Pues firmarás y yo firmaré hoy, ahora y si no es hoy, no será nunca.
Luggina Tiró la carpeta en el escritorio.
Lucciano miró detenidamente a Luggina, como escudriñando su propósito.
— Bien deja que imprima el original y lo firmaremos.
Lucciano empezó a teclear en su portátil, y sin que Luggina se percatara cambió unas cláusulas .
BAILARÁS ÚNICA Y EXCLUSIVAMENTE PARA MI.
NO BAILARÁS JAMAS EN PÚBLICO.
TE SOMETERÁS  A MI VOLUNTAD Y CUMPLIRÁS  CADA UNO DE MIS CAPRICHOS Y DESEOS.
— ¡Listo!  Firmado el mío y firmado el Tuyo.
Lucciano firmó cada contrato con firmas diferentes.
— Luggina, la ley es pareja, me dejas leer tus reglas y rompemos estos firmado.
Luggina lo fulminó con la mirada tiro de los documentos y los firmó.
Cogió su carpeta y se dispuso a salir.
— Lugg, seremos novio ¿Recuerdas?
Luggina se gira, lo mira con el ceño fruncido, levanta su dedo índice
— Para ti, en público y en privado soy Luggina, que no se te olvidé eso.
Giró sobre sus talones y salió pidió el ascensor subió a él bajó, tomó su carro y salió del enorme edificio.
" Te odio, Lucciano Lombardi, te odio, y ni venganza por lo que me has hecho será que te enamores de mí y cuando desaparezca de tu vida morirás de amor por mi."
Luggina condujo y fue al mirador, sentir la adrenalina de la altura, sentir el frío viento era algo mágico para ella.
Se acostó mirando al cielo, el viento soplaba fuerte, pensó en como le diría la verdad a sus padres, pero algo muy dentro de ella deseaba vivir esa desconocida experiencia.
Se sentó y a lo lejos escuchó el ruido de una moto.
Su corazón se aceleró por qué sabía quién se acercaba.
Suspiró profundo y se puso de pié viendo a Lucciano bajar de la moto.
— Por lo visto nuestro pensamientos están sincronizados. — Dijo Lucciano con algo de sorna.
— ¿Me estás siguiendo?
— Eso quisieras tú, ¿verdad?.
— Imbécil — Respondió volteando le los ojos.
Luggina trató de alejarse pero Lucciano la detuvo por el brazo.
La giró y la pegó a su cuerpo rodeándole la cintura, la pegó mucho a su cuerpo que sentía su respiración mezclarse con la de ella.
— ¿Que haces? ¡Suéltame!
— ¿Seguro que deseas que te suelte?
Luggina lo miró fijamente y poco a poco fue acercándose a sus labios, sentía su corazón latir tan fuerte que podía escucharlo.
Unió sus labios a los de él en un roce, y después  pasó su lengua sobre ellos
Lucciano sintió una palpitación fuerte  en su polla, la apretó más a él, la agarró por la nuca y profundizó el beso, Luggina trató de resistirse a esa sensación que recorría su cuerpo, y se abrió paso a esa lengua inquieta que invadió su cavidad bucal.
Luggina lo empujó y dio una bofetada que fue cobrada con un nuevo beso.
Nuevamente se intensificó ese beso que la desorienta por completo.
— Nunca más vuelvas a levantarme la mano, por cada bofetada que me des te besaré.
Luggina se soltó del agarre de Lucciano, estaba furiosa, levantó la mano nuevamente pero formó un puño en el aire.
— Te odio, y te desprecio, con toda mi alma. — Expresó con los dientes apretados del coraje que sentía.
— Voy hacer de tu vida, cada día  un infierno, voy hacer que te arrepientas de haberme hecho todo esto. ¡Imbécil!
Salió corriendo subió a su carro y salió del mirador como alma que lleva el diablo.
Lucciano la vio irse, pasó su pulgar por sus labios, y volvió a sentir esa sensación recorrer su cuerpo.
— Luggina Luggina, mi querida Lugg.
Se quedó ahí metido en sus pensamientos hasta que la noche llegó, subió a su moto y volvió a su departamento.
Luggina llegó a la mansión, sería a Stéfano a quien le dijera que tenía novio.
— ¡Hola Nana! — Saludó muy contenta.
— ¡Hola hija! ¿Y que te sucedió? Estás cómo extraña. — Zuria la miró , el brillo en sus ojos era diferente.
— Nana ¿Mi papá ya está en casa?
— En la oficina hija. ¿Vas hablar con él?

 —Si nana, ¿Y mi mamá? ¿También esta ahí.?
— No hija ella salió, salió con tu abuelo Renato.
— Iré hablar con él, nana, por favor preparame unas deliciosas bebidas  para los dos.
Zuria salió a la cocina, y Luggina fue a la oficina tocó y escucho la orden.
— ¡Hola papito hermoso!  — Saludó muy cariñosa y dándole besos y abrazos a Stéfano.
— Mi princesa mayor, mi orgullo, mi sucesora y mi representante.
— ¡Papito! No digas eso tienes, tienes a Xander Dominick, él, es quien nos representará a todos. - Dijo Luggina sentándose en las piernas de su padre.
—Lo se hija, pero será guiado por ti,
— Entonces ¿Seré yo tú sucesora? Yo no estudio medicina padre, eso le pertenece a Xander Dominick, a Adara Raphaella y Amaranta Cristea. Ellos están estudiando para ser médicos.
— Lo sé hija, pero serás tú quien lleves las riendas de todo.
Luggina suspiró y se levantó de las piernas de su padre.
— Padre quiero decirte algo.
— ¿Que será hija? Sabes que puedes decirme lo que sea.
— Lo sé papito hermoso, sabes que tú, papá Alessandro y los abuelos son mis amores y más  tú.
— ¡Ja! Lo mismo le dirás a Alessandro.
Rieron y se abrazaron nuevamente.
— Sabes que soy la hija más afortunada del mundo. No cualquiera tiene dos padres que se pelean por una hija.
— Lo se mi princesa, Alessandro y yo somos muy afortunados por tenerte de hija. Pero dime eso que venias a decir me.
— Padre estoy enamorada.
Stéfano se atragantó con su bebida que ya Zuria les había entregado.
— ¿Pero que cosas me estás diciendo mi pequeña?
— Lo que escuchaste papá.
Stéfano no asimilaba que su pequeña le dijera que en su corazón existía otro hombre.
— ¿Quien es? Dime quién es ese intruso.
Stéfano caminaba de un lugar a otro.
— Papito, todos lo van a conocer el día de mi cumpleaños, por favor no me interrogues, no me investigues, quiero que sigas confiando como siempre en mi.
— Hija.
— Papito, Por favor.
Es un buen hombre, y me cautivó desde que lo ví.
Luggina recordó el momento que conoció a Lucciano, más bien lo volvió a ver.

 Flash Back.

"Ven ojitos esmeralda, que hermosa ésta  chiquita"
— Tú tienes una voz muy bonita. - Dijo la pequeña en los brazos del desconocido.
— ¿En serio? Jamás nadie me dijeron eso antes, eres la primera.
— ¿La primera?
— Mmj, nadie antes que tú.
— Pues entonces seré tu novia, si soy la primera en decírtelo, soy tu novia ¿verdad.?
— Ajá,

Voy muy metida en mis pensamientos, giro en la esquina del pasillo  y pum, choco contra una roca.
¡No! Esperen, no es una roca, es un. ¡Mango! Es tan perfecto, ese porte  de un metro, noventa sus músculos se marcan a través de su. Dios  me pierdo en esos ojos verdes profundo, mi mundo se detiene.
"No te pierdas en ese mundo, es mucho más grande que tú"

Fin Flash Back.

" ¡Dios! Si mi padre supiera que me está chantajeando, no imagino lo que les hacen todos y abuelo Luiggi"

Luggina era un mar de confusiones, se abrazó a su padre y una lágrima rodó por su mejilla.
— Hija, ¿Estás segura de lo que piensas hacer? Yo siempre he respetado tus decisiones, por qué siempre has sido una mujer con los pies bien puestos en la tierra, muy sensata e inteligente, desde niña siempre lo fuiste.
— Padre, él es el amor de mi vida el hombre con el cual quiero pasar el resto de mi vida, que sea el papá de tus nietos.
— Si tú me lo estás diciendo mi hija, yo te creo y confío en tu palabra.

Luggina nueva mente se abrazó a Stéfano, sintió su corazón romperse en mil pedazos, estaba odiando a Lucciano por todas las mentiras a medias que le decía a su padre.

A medias eran las mentiras, por muy en el fondo de su corazón deseaba castigar a Lucciano seduciendo lo, haría que se enamore de ella y después dejarlo, pero de nuevo estaba ese pensamiento que  llegaba a su mente, ese recuerdo, ese beso, se sentía atraída por él, cerró los ojos y siguieron rodando lágrimas por su rostro.

— Hija, mi hija ya es una mujer. ¿Y ya le dijiste a Alessandro? ¿Y a tu madre?
¿Cuando le dirás a ella.?
— ¡Mañana papá! Mañana hablaré con ella y mi  papá Alessandro. Quería decírtelo primero.
— Gracias por preferir me, y confiar en mí,  primero.
— Siempre serás tú primero, padre mío.
Luggina dió un beso y se abrazaron nuevamente se despidieron y salió de la oficina.
Stéfano miró salir a su hija, y su corazón se estrujó, sentía que algo no estaba bien con todo eso.
Luggina subió a su habitación salió a la terraza suspiró profundo al sentir el aire rozar su rostro.
— Te odio Lucciano Lombardi, te odio.— Expresó Luggina con mucho coraje.

Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora