20 UN BESO ARDIENTE

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Pasaron la tarde en el spa y ya después fueron al salón donde empezarían a maquillar las a todas.
Bianca aún no procesaba la idea de que su amiga y el profesor tuvieran una relación.
— ¿Te pasa algo Bianca? — Le preguntó Francesca al verla algo distraída,
— Nada Fran, es solo que se me vino a la cabeza mis padres, ellos no me han buscado hasta ahora.
— Tranquila mi Bia, nosotras te cuidaremos si ya no quieres estar con Miguel Ángel.
— Y quién te dijo que no quiero estar con mi daddy.
Todas rieron al escuchar la forma en la que Bianca llamó a Miguel Ángel.
— Por lo visto hoy es el día de las distraída, Nicolle está en las nubes también.
— ¡Disculpen! Es que no sales de mi cabeza Dante.
Todas miraron y dijeron al unísono.
— ¿¡Dante!?
— ¡Si! Dante, Dante Berlusconi.
— ¿Y que tiene mi hermano? Nicolle.
— ¡Es un bruto!
Todos miraron a Nicolle por como de expresó de Dante.
— ¿Por qué es un bruto? ¿Que te hizo? Preguntó Francesca.
— Nada, continuemos con lo nuestro que ya casi es hora y todavía nos falta.
— Sí, pero recuerda que tenemos una charla pendiente con título Dante.

Todos estaban en el salón de recepciones, estaban a las espectativas de la entrada de la más esperada de la noche. Todos tenían sus máscaras puestas.
Pero se reconocían entre ellos.
Alessandro y Stefano esperaban al final de las escaleras pora ver la presencia de Luggina.
— Creo saber que Luggina te lo dijo, ¿Verdad? Y no sé si te lo dejo a ti primero. O me lo dijo a mí, pero me quedé impresionado con su confesión.- Comentó Alessandro con las manos entrelazadas
— Igualmente yo no creí lo que dijo de niña. ¡Pero ahora! ahora es diferente ya es adulta y las decisiones que toma son serias - Stefano estaba a la espectativas de quién era ese hombre.
— tengo mis ligeras sospechas de quién es el hombre del que Luggina me habló.
— ¿¡lo conoces!? — Preguntó Stéfano muy sorprendido.
— Solo falta confirmarlo, pero estoy cien por ciento seguro, de que es el profesor de la universidad, nuestro viejo amigo. Lucciano Lombardi.
Stéfano se quedó de piedra al escuchar el nombre de Lucciano.
— ¿El hijo de Luiggi Lombardi?
— Ese mismo, mi querido hermano.
— Pierina se molestará aun mas, no porque sea el hijo de Luigi sino por la edad que tiene, tiene casi nuestra edad ocho años menos pero aún así, es mucho mayor que Lugg.
— Trece años, para se exacto.
Dijo Alessandro mirándolo entrar en compañía de su padre.
— Esto será un desastre — Dijo Stéfano mirando a Pierina.
— No comprendo ¿Como es que desde niña lo conoce?
— ¿Recuerdas la caída del caballo? cuando tuviste el encuentro con ella.
Preguntó Alessandro.
— Sí, ¿Y recuerdas que te hablé de Lucciano? El amigo que evitó que cayera bajo el caballo, era él
— ¡Qué pequeño es el mundo!
Dijo Stéfano, mirando a Pierina y un leve pensamiento llegó a él, pues Pierina también se había enamorado de él siendo una niña y habían terminado juntos superando muchos obstáculos.
— Alessandro, si ellos están destinados. Esto será una lucha que no vamos a ganar, conocemos a nuestra hija, sabemos lo caprichosa que es, y si se ha enamorado de ese hombre desde muy niña, no hay poder humano que lo pueda separar.
— Así es, Pierina estuvo destinada para ti desde muy pequeña y superaron todos los obstáculos para estar hoy día juntos y felices.
Las luces se apagaron, y las velas artificiales empezaron a encenderse al paso de Luggina.
Miraron hacia arriba y era la más hermosa mujer metida en un hermoso vestido negro, con una abertura a lo largo de su pierna izquierda, y esos guantes de seda que le llegaban hasta el antebrazo. Su máscara de encaje dejaba ver con claridad la intensidad de sus ojos verdes.
Desde lo alto fue descendiendo muy despacio hasta llegar a donde la esperaban Alessandro y Stéfano.
Ambos extendieron sus manos y ella lo hizo también caminaron y la entregaron a su madre.
La fiesta transcurrió entre felicitaciones y buenos deseos. Hasta que al fin llegó el gran momento de descubrirse quitando las máscaras, y ser presentada como la única heredera y representantes de tres grandes imperios, su corazón latía tan fuerte a ser presentada a los socios de cada uno de los patriarcas de cada familia.
Lucciano se mantenía alejado pues aún no era el momento de que ella hiciera público su noviazgo.
La miró y se encontró con esos ojos muy intensos que también lo miraban.
— ¿Por qué tan solo? — Una voz que le resultó conocida le heló la sangre. Se gira y la ve ahí parada frente a él. Esa mujer de la que ya no quería ni escuchar su nombre estaba nuevamente frente a él.
Suspiró profundo y tensó su mandíbula que se marcaron sus maxilares, apretó muy fuerte la copa en su mano.
— ¿Que haces aquí? ¿Como carajos entraste?.
— ¡Hola mi vida! Si, estoy bien gracias por preguntar. — Respondió con sorna.
— No estoy para tus chistes sin gracias y responde.
— Por algo pasé años contigo, algo tuve que aprender. ¿No crees?.
— Nos vamos ahora mismo de aquí.
Dijo un muy enojado Lucciano, agarrándola del brazo para salir del salón. Y fue justo en ese momento que sintió la calidez y suavidad de una mano entrelazarse a la suya.
— ¡Amor! ¿No me presentas a la señorita?
Dijo Luggina apretando los dientes y mirando fijo a la mujer frente a ella, sintiendo una extraña sensación que ni ella misma sabía que era. Sentía su pecho subir y bajar agitado.
¿Que la llevó a sentir celos?
"¡No! No eran celos " "Que carajos estoy pensando y haciendo"
"Estás celosa, y no puedes negar te a ver esa verdad"
Su conciencia era implacable.
Lucciano miró a Luggina y luego a Dayanara.
— ¿Y entonces, mi amor? — Dijo Luggina
— Lucciano presentame, y dile que la única que puede llamarte amor soy yo.
Luggina apretó tan fuerte la mano de Lucciano, que este frunció el ceño mirándola.
— Luggina, vamos tenemos que anunciar nuestro compromiso.
Dijo Lucciano acariciando su mejilla.
Dayanara intentó sostenerlo del brazo, pero él se lo impidió.
— ¿Lista mi amor? - Pregunto mirando a Luggina con una sonrisa de medio lado que le causó estremecimiento a ella.
— Siempre estuve lista y esperando, mi amor.
Caminaron cogidos de las manos. Para sorpresa de muchos, como Luiggi, que los miró muy sorprendido y mirando a Renato.
— Esto no lo planee yo, y mira el destino sabe cuáles son mis espectativas para las mujeres importantes de mi vida. Mi nieta no se equivocó a elegir. — Expresó Renato muy contento al ver la elección de su nieta
Luiggi sonrió al escuchar a su viejo amigo.
Pierina miró fijo a Alessandro, pues sabía y lo recordó de aquella ocasión del caballo.
— ¡Dios! No lo creo Stéfano, Luggina en verdad se volvió loca. Es mucho mayor que.
Stéfano puso un dedo en sus labios para silenciar la y luego unir sus labios en un roce para decirle.
— Amor, solo recuerda siempre y nunca lo olvides, tú te destinaste para mí, siendo muy pequeña. Así como nuestra hija selló su destino siendo una niña, tu también lo hiciste, ¿Acaso no eres feliz?
Pierina lo miró y sonrió al recordar aquel día que selló su destino con el amor de su vida.
— Solo deseo que sea feliz.
— Y lo será mi amor, nuestra hija será feliz tanto o más que nosotros.
Tomó sus manos y caminaron juntos para acercarse a la pareja que llegaba.
Estaban los cuatro, Stéfano, Pierina, Alessandro y Alexa, Lucciano en ningún momento soltó la mano de Luggina. Los miró y miró fijamente a Luggina.
— Señores Pierre, señores Berlusconi, hoy les pido en matrimonio, a vuestra hija Luggina, por qué es la mujer que me ha cautivado. Y esa la que quiero como la madre de mis hijos.
Luggina al escuchar esas palabras apretó nuevamente la mano de Lucciano, Luggina sentía su corazón salirse de su pecho, se escuchaba sus latidos tan fuertes. No creía lo que escuchaba pues nuevamente llegó a su mente ese contrato.
Intentó soltarse del agarre de Lucciano y este no se lo permitió.
Después de las felicitaciones a la pareja, la fiesta continuó
Francesca, Nicolle, Dante y Camillo. No creían lo que veían y escuchaban.
— Bianca, ¿Tú lo sabías y no pudiste compartir ese chisme con nosotros.?
Dijo una medio enojada Nicolle.
Francesca solo se reía de ver a Luggina, no creía que tanto odio como decía sentir por el profesor, resultara ser amor.
— ¡Ya! Nicolle, déjala ¿Acaso no tienes visión de las cosas? Yo sabía que tanto odio terminaría en esto compromiso de matrimonio.
Todos felicitaron a su amiga y disfrutaron el resto de la velada.
Luggina se sentía acalorada y decidió salir a la terraza a refrescarse un poco.
Perdida en sus muchos pensamientos, y con la mirada perdida en ese cielo estrellado, sintió una tibia mano sostener uno de sus dedos.
Ella se giró y se encontró con esos ojos verdes intensos que la miraban.
— Pago lo que tengo por cada uno de tus pensamientos.
Lucciano le repitió lo que ella en un momento le dijo con burla.
Ella Lo fulminó con la mirada.
— Te saliste con la tuya, ya estás contento, me tienes en tus manos.
— Aún no te tengo en mis manos baby. Y cuando te tenga, no queras irte jamás.
— Pues no debes de se tan bueno, puesto que a tu edad y aún estás solo.
Lucciano la miró y una torcida sonrisa se formó.
" Tan sexy con esa sonrisa, provoca besarlo" Un suspiro profundo salió de Luggina, y se maldijo mental mente.
— "Serás tonta romántica Luggina, nada de esto es verdad, todo está regido por un contrato."
— Estuve esperando a que la niña que me marcó como suyo, con un beso en la punta de mi nariz, creciera, porque ella dijo que cuando creciera se casaría conmigo, y yo te creo una mujer de palabra.
Luggina abrió y cerró la boca, no supo que decir.
— Una Lucciano, cero Luggina.
Dijo sonriendo. Tomó su mano y la llevó al interior del salón.
Sonaba la canción de Coldplay,
The Scientist. Puso una mano en su cintura y la apretó a él.
— Esta será nuestra canción, donde quiera que la escuches me recordarás.
Le susurró al oído.
— Esa canción no me gusta. — Le contradijo.
— A mi si mi científica. Así quiero que me bailes, con ese disfraz de científica.
Luggina apretó los dientes, lo fulminó con la mirada, sintió un odio tan fuerte en su interior
— Sabes que te odio con todas las fuerzas de mi corazón
— Lo sé baby, se que tú odio es tan grande que no permitiste que se me acerque Dayanara.
— Pues no te creas, no podía quedar mal delante de todos. — Dijo Luggina y continuó.
— Pues tuve el mal rato de decirles a mis padres de ti.
Esas palabras le causaron a Lucciano un mal sabor de boca.
La miró la agarró por la nuca y unió sus labios a los suyos.
Luggina sintió temblar el suelo, cuando esa lengua la invadió.
Su cuerpo se estremeció todo, sentía una revolución en su estómago.
"¿Acaso estás son las famosas mariposas del amor?"
"Traidoras las voy a ahogar."
Pensaba mientras su mundo se desvanece en ese ardiente beso.

Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora