55. EPÍLOGO

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Todos en la recepción hablaban, reían y felicitaban a los novios.
Luggina se acercó a Miguel Ángel que estaba muy animado con Pía.
—¿Feliz mi peque mayor? — Expresó con alegría, Miguel Ángel al verla sonreír.
— Si, y mucho, y te lo debo a ti, por no hacerme caso.
— Primero mis pecos, ellos se lo merecían.
— Hablaste con Bianca, no la vi irse.
— No, ella tiene su vida y yo la mía junto a Pía. - Vocifero Miguel Ángel.
Luggina miró a Pía y luego a Miguel Ángel.
— ¿De que me perdí ahora? — Pregunta muy curiosa Luggina.
Pía bajó la mirada, suspiró profundo, y confesó
— Será un matrimonio arreglado. Solo deseo que Adrián Alonzo entienda que no soy mujer para él. Mírame soy mayor diez años. — Expuso Pía con acento triste.
Luggina miró a Miguel Ángel y luego a Pía.
— Pia Zambrano tú no te casarás con Miguel Ángel, y tú Miguel Ángel, espero que le hayas dado la oportunidad de hablar a Bianca.
— La vi que se acercó y se despidió.
— ¿No te dijo nada? — Preguntó.
— ¿Y que tiene que decirme? Lo feliz que es con ese imbécil.
— ¡Miguel Ángel! — Expresó Luggina apretando los dientes.
— Ve y búscala antes de que vuelva a Francia. - Casi le ordenó.
— Peque, esa orden no te la cumpliré.
— Pues tienes que hacerlo, quieras o no.
— Lo siento, peque...
Luggina acunó su rostro entre sus manos y casi le gritó.
— ¡Por un carajo! Miguel Ángel. ¿Perderás la oportunidad de ver crecer a tus hijas? ¿Eso quieres?
A Miguel Ángel se le paralizó el mundo, miró a Pía y luego a su peque.
— ¿Que estás diciendo Luggina?
— Eso que escuchaste.
Miguel Ángel salió de la recepción en busca de su destino.
— Pía, no importa la edad si tu amas de verdad, la diferencia de números entre parejas que se aman no tiene valor, lo que importa son los sentimientos.
Por favor, date la oportunidad de ser feliz nuevamente.
— No lo sé Lugg, tengo miedo.
— Quítate esa máscara de miedo, y ama, te lo mereces.
Luggina y Lucciano se despidieron de todos, viajaría a Bora Bora para tener su luna de miel.
Subieron a su jets privado, y empezarían el viaje.
— ¿Quiere cambiarse la señora Lombardi?
— Por supuesto que sí señor Pierre.
Rieron y fueron a la habitación del jets, que estaba decorada con pétalos blancos y muchos lirios.
La cama estaba toda cubierta de pétalos blanco.
Lucciano envolvió su fina cintura y la atrajo hacia el, quitó la tiara, sin dejar de mirar sus ojos, soltó su cabello, y unió sus labios a los de ella.
Luggina le abrió paso a esa lengua que exploraba su boca, mientras sus manos se enredaban en el cabello de Lucciano.
La cremallera de su vestido fue bajando poco a poco hasta caer al suelo por completo.
Lucciano miró a Luggina mientras ella quitaba su ropa.
Sin darse cuenta Lucciano y Luggina se entregaban a su amor.
— ¡Mmm! Lucciano.
Sus gemidos llenaban la habitación, Lucciano se posesionó entre sus piernas y de una estocada la penetró profundo y fuerte.
Luggina salía a su encuentro con sus movimientos sincronizados.
— ¡Aaahhhh! Lucciano, más.
Luggina estaba extasiada de pasión, Lucciano mordía y succionaba sus pechos, mientras se hundía en ella.
Sintieron sus cuerpos temblar, un fuerte orgasmo se apoderó de ellos, Luggina gimió al correrse y seguida por Lucciano.
— Te amo mi brujis, te amo.
— Y yo a ti, mi daddy, eres el amor de mi vida.
Las semanas pasaron y estaban de regreso a Roma.
Los meses pasaron, y estaban listos para abordar el avión familiar que los llevaría a Hawaii,
— Mami. ¿Tía AmiCris, y tía Rafi tardarán mucho? — No mi amor, ya está viniendo, pronto saldremos .
Un ansioso Gianni Gabrielle. El más pequeño de los trillizos.

Amaranta Cristea corría por los pasillos del hangar privado para ir a donde todos esperaban por ella y Adara Raphaella.

— AmiCris, regreso voy al baño un momento. Espérame.
En ese momento en que Amaranta Cristea recibe la llamada de su hermana Gianna, sale corriendo y pum. Cayó de bruces al suelo, el joven con su agilidad logró detener el golpe que recibiría, quedando el bajo ella.
— Te tengo. — Dijo en un susurro en un roce de labios, sus ojos azules y profundos de Amaranta, se perdieron en la oscuridad de esos ojos negros, de Salvatore.
— Lo siento, no me fijé. De verdad lo siento.
Se disculpó Amaranta, al momento de ponerse de pie.
— Si estás pegada al celular y no ves por donde vas.
— Te estoy pidiendo disculpas.
— Y de que sirve si ya me tiraste al suelo y haciendo manchar mi traje.
Amaranta Cristea lo fulminó con la mirada.
— Eres un imbécil. ¿Sabías?
— Y tu una distraída. ¿Sabías?.
— ¡Idiota!
Amaranta Cristea continuó su camino, a donde todos estaban.
— ¿Y donde está Adara Raphaella?
— Ya estoy aquí. ¿Nos vamos?
Subieron al avión y emprendieron su viaje.
Luggina.
El amor sana las heridas de tu alma, Lucciano y yo logramos vencer las barreras, que impidieron en un principio estar juntos.
Ahora verlo ahí junto a sus hijos, significa que el tiempo de alejamiento sirvió para sanar y reforzar nuestro amor, han pasado los años sigue siendo el hombre del que me enamoré, sexy, guapo y arrogante. Sigo siendo su alumna atrevida cada noche, y de vez en cuando su Ángel tentador que cumple sus deseos, soy su niña ojos de esmeralda, ahora es mi amor, ese amor sin máscara.
Lucciano llegó y se sentó junto a mí en la arena, mientras dibujaba un infinito.
— ¿Por qué un infinito?
— Por que siempre deseé un amor así, con principio y sin fin, cuando pedí que lo hicieran, pensé que así sería en mi vida, y ahora lo vivo a tu lado.
— También lo deseé, deseé un amor así, puro intenso sin fin, y contigo lo tengo todo. ¿Bailamos?
— Por supuesto que sí daddy.
— Siempre te amaré.

Dijeron al unísono, unieron sus labios mientras bailaban photograhf de Ed Sheran.
Lucciano y Luggina
DADDY Un amor sin máscara.

F I N

Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora