45. ¡SE VOLVIÓ LOCA!

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Miguel Ángel llegó sin ser escuchado, siempre con alguna golosina para sus  pequitos y se quedó de piedra al escuchar las preguntas de ellos hacia su madre.
Sintió estrujar su corazón, eran cosas que estaban fuera de su alcance para controlarlas.
Regresó muy despacio, afuera en el auto miró a la nada y un pensamiento llegó a su mente.
"Bianca, no se por qué vienes a mi mente, si tu elegiste irte de mi lado para estar con ese imbécil,  trataré de ser feliz sin ti, así como tú lo eres."
— ¿Me estás escuchando?  ¡Miguel Ángel!.
Pía había llegado y ni cuenta se dio por estar metido por sus pensamientos.
— Pía, discúlpame no te sentí llegar.
— ¿Que haces aquí y no estás dentro con esos terremotos en acción.
— Están en una conversación muy seria con su madre.
— ¿Seria? ¿Que tan seria?
— Su padre, el tema es su padre.
Pía quedó en silencio, sabía que llegaría ese momento para su amiga.
— ¡Dios! Pobre Lugg, debe ser muy duro para ella tratar ese tema con ellos.
— Lo es, y será mejor que entremos y cambiamos el ambiente. Mi Prince no debe estar nada bien.
— Vamos, por que veo que tu ambiente regresó a Bianca.
Miguel Ángel miró a Pía y sonrió agarró las cajas de pizza y caminaron al interior de la casa.
Los días fueron pasando y se convirtieron en meses, los pecos continuaron con sus aventuras escolares.
— ¿Por que estás triste Lui? — Interrogó Bruno.
La pequeña Lui lo miró y en sus ojitos tenía una mirada triste.
— No estoy triste, Bruno, solo estoy con mucho dolor en mis piernitas.
— Yo te llevo a jugar, ven súbete a mi espalda.
— No, me duele todo.
— Bueno, entonces me quedo contigo, no jugaré con otras niñas. ¿Y tus hermanos?
— Fueron a lavar sus manos.
Luiginna sonrió y sintió que algo caliente rodaba por sus labios. Bruno miró muy asustado a Luiginna con mucha sangre correr por su nariz.
Corrió a comer un paño y ponerle hasta que llamó a la miss.
— ¿Que sucedió? — Pregunto muy asustada viendo a la pequeña manchada en sangre.
La llevó al consultorio y llamó a Luggina.
Miguel Angel, Luggina y Pía llegaron tan pronto como pudieron.
— ¿Que le sucedió a mi hija? ¿Se calló?¿Se golpeó?¿La golpearon?
—  ¡No lo sé! Estaba con Bruno y fue el quien me alertó.
Luggina estaba desesperada por saber.
El médico examinó a la pequeña Luiginna y miró a Luggina. Y pregunta.
— ¿Sabe si la niña se cayó? Mire estos moretones.
Luggina se sorprendió y miró a Miguel Ángel.
— Pide la revisión de las cámaras para ver qué sucedió con mi hija.
Miguel Ángel hizo las llamadas para realizar la revisión de los vídeos.
Y mientras el médico revisaba a la pequeña para ordenar exámenes.
Una hora después Miguel Ángel regresó con las imágenes y no encontraron nada fuera de lo normal.
El médico mira a Miguel Ángel y Luggina.
— Necesito unos exámenes muy minuciosos, no quiero alarmar con suposiciones, quiero estar seguro.
El médico firmó la orden de exámenes, Luggina y Miguel Ángel fueron de inmediato a que le tomen muestras.

— Eres muy valiente mi niña hermosa.
— Así es mi pequita preferida es muy valiente, yo me hubiera desmayado con solo ver la aguja. - Expuso Miguel Ángel haciendo muecas para que su pequita riera, pero su desgano era tanto que prefirió cerrar sus verdes ojitos.
— ¿Tienes sueño mi amor?
— No, solo estoy así como si hubiera jugado mucho mucho.
— ¿¡Estás cansada mi vida!? Entonces duerme en brazos de mamá.
Luggina miró a Miguel Ángel y el tomó y apretó su mano.
— Tranquila mi Prince, nuestra pequitas estará bien, todo saldrá perfecto. Ya verás.
Luggina sentía en su corazón que después de este episodio nada sería Igual.
Tres días después Luggina caía sentada a la silla tras de ella por la impresión de la noticia que recibía de los exámenes de Luiginna.
— Dígame que están equivocados esos resultados doctor, por favor, mi hija no puede tener principio de leucemia.
— Repetiremos los exámenes para mayor seguridad.
El galeno autorizó nuevamente la repetición de los exámenes.
Y tres días después Luggina estaba loca del dolor por la confirmación de esos resultados.
— Tranquila mi Prince, nos iremos de aquí hoy mismo a Francia para tener un mejor diagnostico.
Viajaron en el jets privado, dejando todo encargado a Pía.
— Yo dejo todo ordenado y los alcanzo, pero por favor, trata de estar serena.
Pía se despidió de sus sobrinos, dio un abrazo a Luggina y a Miguel Ángel. Ella volvió a Bora Bora y ellos subieron a su jets para el largo viaje.
Treinta y dos horas de vuelo y cada ocho horas de hacer escala estaban en Francia.
Alquilaron una Buceta, para trasladarse mientras Luggina se desenvolvía en el hospital, con los exámenes de Luiginna, Miguel Ángel ordenó al capitán volver a Bora Bora para que traiga de regreso a Pía.
Una semana después Luiginna estába con los tratamientos asignados por el hematólogo.
— Tenemos que hacerles otros exámenes más minuciosos, un hemograma completo, conteo de células sanguíneas, frotis de sangre periférica, otros exámenes como citogenética y unas pruebas moleculares, así confirmaremos si su hija padece de CLL crónica.
Luggina sintió que su mundo tambaleó.
— Tranquila mi peque todo saldrá bien, nuestra Lui es fuerte.
Dos semanas después Pía se encargó de los tres niños mientras Miguel Ángel y Luggina andaban de un lugar a otro.
— Sus mellizos no son compatibles. Y yo menos. — Luggina era desesperada por buscar un donante de médula ósea
— Hay una forma de que tengamos las. Células madres. — El galeno explicó cada procedimiento que se le hizo y los resultados a corto plazo, y el resultado final a largo plazo eran dos opciones traer al padre o tener un hijo del mismo padre. Y extraer las células del cordón umbilical
— ¿Un hijo? Pero ellos son hermanos del mismo padre son cuatrillizos y ¿Cómo es que no son compatibles?
— Si al momento de nacer, hubieran tomado las muestras del cordón umbilical hubiera sido bueno, por que serían células madres, acá es donar médula ósea y los resultados no son compatibles entre ellos tres y ella, pero si el enfermo fuera uno de ellos sería más fácil por que ellos tres comparten los mismos genes.
Luggina se paró y caminó de un lugar a otro.
"Otro hijo." Pensó algo aturdida.
— Doctor buscaré al padre, lo traeré, si con eso usted me garantiza que mi hija se salvará.
— No le puedo garantizar que sea compatible con su padre. — Luggina lo fulminó con la mirada y se pasó las manos por su cara, se le terminaba de caer el mundo en mil pedazos.
— ¿¡Como carajo me dice eso.!? — Expresó algo exaltada.
— Tranquila Lugg. — Miguel Ángel trató de tranquilizarla.
— ¿Con ese cordón? — Cuestionó alterada.
— Con las células madre si le garantizo el cien por ciento de un buen resultado.
— Doctor nueve meses son mucho tiempo.
— Si empieza ya serán menos de nueve meses.
Luggina suspiró profundamente salió del consultorio del galeno sin pronunciar palabras.
Caminó por las frías calles, pronto sería el fío invierno y las primeras lluvias se hacían presente.
Miguel Ángel la siguió de lejos en el auto se adentro a un parque y cayó de rodillas tiro sus manos al suelo y empuñó el césped miró al cielo oscuro y un grito desgarrador salió de su pecho
La lluvia cayó a cántaros y ella ahí bajo la esas frías gotas  sentía ese dolor y la impotencia de no poder salvar a su hija sin la ayuda de ese hombre que ella cree que la traicionó.
— ¡Por que! ¡Por qué a mí! ¡Por qué mi hija!
Miguel Ángel se acercó a ella escucho sus sollozos, la cogió en brazos y la llevó al auto.
Manejó en completo silencio hasta llegar a la casa donde alquilaron para vivir.
La llevó a la habitación donde Pía la ayudó con el baño, mientras Miguel Ángel preparaba un té para tranquilizarla.
Después del baño de agua caliente la metió a la cama ,
— Pasa Mig. — Ordenó Luggina
— Toma este té, es para calmar tus nervios — Dijo Pía pasandole la taza.
Miguel angel no podía más y pregunta.
— Peque. ¿Nos vamos a Italia?
Luggina tragó el nudo formado en su garganta y respondió.
— Iré yo. Voy a volver a mi pasado para traerlo a mi presente para que mi hija tenga un futuro.
— Voy contigo. — Expresó Miguel Ángel.
— Me sentire más tranquila si te quedas a ayudar a Pía.
— No Lugg.  Deja que Miguel Ángel te acompañe, yo  me hago responsable de los pequeños, ve tú hacer lo que tengas que hacer, y vuelve para salvar a tu hija, si tienes que secuestrar y violar a ese hombre hazlo, pero hazlo pronto, no puedes perder más tiempo.
Luggina la miró con ojos desorbitados, y miró a Miguel Ángel. Una loca idea cruzó por su mente, y sin pérdida de tiempo lo expresó.
— ¡Si! Eso es, vamos a secuestrarlo.
Miguel Ángel y Pía se miraron sin comprender.
— Peque. ¿Te volviste loca? ¿El té te fulminó las neuronas?
— No Miguel Ángel, así estoy al pendiente de mi Lui y trato de extraer el esperma de ese semental.
Pía apretó sus labios para ni reírse.  Mientras Miguel Ángel pasaba una sus manos por su rostro. No creía lo que escuchaba.
— Prince, descansa y mañana hablamos con más tranquilidad.
— Está bien, descansaré pero no creas, que desistiré de esa idea. Tú me lo traerlas aquí.
Miguel Ángel salió de esa habitación y fue a la pequeña oficina, se sirvió un vaso con whisky y lo bebió de un solo.
— ¿Acaso se volvió loca? Y si algo sale mal vamos a parar a la cárcel.
— Entiende la, está desesperada y no quiere alejarse de su hija, vamos a tener que hacer lo que ella dice así estará tranquila.
— ¿Acaso te volviste loca tú también? ¡Es un secuestro! ¿Vamos a secuestrar a una persona? ¿Nos vamos a comportar como unos delincuentes que no somos?
— Es por una razón justa, ella no va a llegar a desvestirse y a ofrecerse a un hombre que la traicionó, ella sabrá cómo hacerlo ya teniéndolo a su merced, será menos traumático que yendo de frente. Yo te ayudo pero esto no necesita ser pensado. Vamos a planear lo que vamos hacer.








Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora