35. POR SIEMPRE TUYA

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Luggina subió a la habitación y se metió al baño. Se dio una ducha rápida, se puso algo ligero y se acostó.
Tenía en sus pensamientos esos archivos que encontró, le quitaba la tranquilidad, aún tenía uno por revisar y no tenía la más mínima idea de lo que encontraría en ellos, saber que su madre fue drogada, y abandonada el día de su boda, y saber que existía un hombre del que nunca escuchó, se sentía fuera del lugar.
Sin darse cuenta y metida en sus pensamientos se quedó dormida.
Su sueño era inquietante y se removía en la cama.
" Luggina caminaba por un bosque oscuro donde era perseguida por sombras, no podía distinguir el rostro de cada uno de ellas, de pronto vio a su madre vestida de novia y llorando, diciendo en voz alta — Donatello es tu hijo no lo rechaces, no lo niegues. "
Luggina estaba empapada de sudor removiendo se en su cama.
" Luggina miró a su madre inconsciente, una mujer y un hombre que ella nunca vio, ni escuchó sus nombres, estaban uno cada lado de la cama de Pierina, veía como reían verla dormida, de pronto vio una bebé en brazos de Stéfano, quien decía ser su papá, luego miró a Alessandro quien decía serlo también, y ese desconocido que reía con esa desconocida también decía ser su padre.
— Ella será mi hija y la amaré más que a mi vida. Era la voz de Stefano.
— También seré su padre, y la protegeré con mi vida de ser necesario. Miró y miró, buscando la voz de Alessandro pero no podía verlos.
— Se las regalo, no la quiero, nunca desee tener hijos con ella".
Esa voz del desconocido era más clara que la otras dos.
Luggina daba vueltas y vueltas y todo se volvió oscuridad. Corrió y corrió, y de pronto se vio frente al mar, vio a Lucciano, y le extendió su mano, ella trató de alcanzarla pero él se alejaba,
—Lucciano, Lucciano. — Lucciano se alejaba entre el humo pero donde estaba no lo veia solo escuchaba las voces."
— ¡No! No, no te vayas. — Luggina balbuceaba, gemía, y sollozaba, removiendo se en su cama.
" Se vio siendo una bebé abandonada por sus padres, se vio siendo una mujer abandonada, por el hombre que amaba, y vio a unos pequeños que corrían a su encuentro llamando la mamá.
— ¡Mamá! ¿Tu eres nuestra mamá? Luggina los miró embelesada, eran una réplica de ella con los gestos de Lucciano.
— ¡Si! Yo soy su mamá que hermosos son.
— ¿Donde está papá? Papá dice que no somos sus hijos.
— Claro que son sus hijos, son suyos y míos.
— Pero él no nos quiere, y tú si, eres muy hermosa. ¿Te podemos abrazar? — ¡Por supuesto que sí!
— ¡Adiós mamita! ¿Adiós?
— ¡No! ¡Ustedes no se pueden ir! — Los bebés no escucharon simplemente se desvanecieron en la neblina.
— Nos tenemos que ir mamá.
— ¡No! No se pueden ir ustedes son míos.
— Volveremos cuando papá nos quiera.
Los pequeños se desaparecieron, Luggina desesperada los buscó y jamás los encontró.
— ¡No! ¡No!¡No¡

Lucciano llegó al departamento y como no la vio por ningún lado subió a la habitación abrió la puerta y ahí estaba, bañada en sudor y sollozando.
Lucciano se acercó muy despacio y acarició su rostro,
— ¡Noo! — Luggina sintió la mano de Lucciano y despertó gritando. Lo miró y se lanzó al sus brazos. Lucciano le corresponde haciéndole sentir que solo era una pesadilla,
— ¡Tranquilita! Mi brujita, es solo un mal sueño. Estoy aquí.
— ¡Abrázame Lucciano! Siento que me estoy perdiendo.
— Mi brujita ¿Que te sucede? Desde que regresamos de la casa de Alessandro estás rara. Sabes que puedes contar conmigo ¿Verdad?
Luggina simple mente sollozó, y se quedó ahí sumergida en sus dudas.
— Discúlpame mi amor, es que primero tengo que estar segura de todo, y cuando lo esté en ese momento te contaré todo.
— Vamos, tenemos que salir para que esa cabecita se despeje y no piense tanto.
— No quiero salir, quiero dormir me siento muy cansada.
— Está bien mi brujis, descansa que yo iré a prepararte algo delicioso. ¿Que deseas comer?
— ¡A ti! - Respondió con picardia.
— Yo ya estoy preparado. — Respondió Lucciano de igual forma.
 — Descansa mi ángel. Te preparo algo rico y de algo delicioso tendrás este postre. — Expresó Lucciano señalándose a si mismo, y riendo muy sexy.
Dio un beso y nuevamente para dejarla descansar.
Luggina se recostó en la almohada y se dispuso a dormir, cuando su celular sonó.
— ¡Hola Mig! ¿Como te sientes?
— No hay cambios, mi peque.todo sigue igual.
— No estés triste mi hermanito bello, sabes que te amo con todo mi corazón, y tienes un lugar especial en mi vida para siempre
— Lo sé mi niña, eres esa hermanita chiquita que la vida me regaló. ¿Como sigue mi sobrino? ¿Se porta bien?¿No es como la mamá, revoltosa.?
Luggina reía.
— Ese es un secreto entre tú y yo, mañana iremos juntos a comprobar lo.
— Por su puesto que sí paso por ti en la mañana,
— Yo te llamo, no quiero que Lucciano se de cuenta de que me voy contigo. No quiero que sospeche.
— Se pondrá muy feliz de saber que será padre.
— ¡Tan feliz como yo! Tú también serás feliz, vamos a ser felices. Esta presión pasará cuando esté libre de dudas puedo decir que mi felicidad es completa. Tengo que saber la verdad y estar segura de lo que siento, estoy tan confundida.
— Ya todo estará bien, verás, estarás junto al hombre que amas y con tu hijo
— Si, yo con mi Lucciano y tú con Bianca, porque sé que ella volverá a ti, ella te ama, ella no pudo fingir tanto amor.
Se despidieron y Luggina decidió dormir.
Lucciano salió de la habitación para preparar algo delicioso y consentir a Luggina, regresó para preguntar qué era lo que deseaba comer.
Tomó el pomo de la puerta y de pronto escuchó.
— Ese es un secreto entre tú y yo, mañana iremos juntos a comprobar lo.
Luggina respondió entre risas y continuó.
— Yo te llamo, no quiero que Lucciano se de cuenta de que me voy contigo. No quiero que sospeche.
Esas palabras fueron como un puñetazo al estómago de Lucciano ¿Su brujita le guarda secretos?
— ¡Tan feliz como yo! Tú también serás feliz, vamos a ser felices.
Lucciano sintió un mal sabor de boca, por  esas últimas palabras, y no quiso seguir escuchando.
Lucciano había malinterpretado todas las palabras de Luggina.
Bajó y fue a la pequeña oficina que habían acondicionado en el departamento, se sirvió un vaso de whisky y lo bebió de un solo trago, se sirvió otro lo cual hizo lo mismo su mente era un caos no podía comprender las palabras que había escuchado.
— ¿Luggina me está engañando? ¡No! Todo tiene que tener una explicación, no puedo adelantarme a sacar conjeturas erradas, dejaré que ella me lo diga.
Luego de un rato decidió hacer pedido a un restaurante.
Una hora después ya estaba la mesa servida.
Luggina estaba bajando las escaleras, y Lucciano la observó, no quería tener dudas ni malos pensamientos de ella, pero ese sentimiento era más fuerte que la confianza que deseaba sentir.
— Lugg, ¿Ya te sientes mejor amor?¿Descansaste?
— ¡Si! Descansé pero aún así me siento cansada. ¡Mmm! huele muy bien, mi daddy cocina muy rico.
Dijo Luggina acercándose a él envolviendo sus brazos a su cuello.
Lucciano correspondió abrazando su cintura y besando su cuello.
— No lo hice yo, pedí y lo trajeron.
Luggina lo miró y sonrió y caminaron a la mesa, ella sintió su estómago estrujarse pero no lo demostró, se sirvió y paso muy poco alimentos, las náuseas eran más fuertes.
Lucciano la observaba, sin que ella se diera cuenta.
" Ella me dirá a donde va mañana, debe ser una sorpresa preparada para mí. Pero a quien le dijo. Ese es un secreto entre tú y yo."
Probó poco alimentos, sus pensamientos eran un caos.
" No quiero dudar de mi brujita, ella es mi ángel."
 — ¡Amor! ¿Cuando empezarás a trabajar en las empresas? ¿Que harás mañana? — Interrogó Lucciano esperando deshacer esas dudas con su respuestas.
— Mañana ¡mmm! mañana iré a las empresas para empezar a relacionarme más y conocer mi nuevo ámbito de trabajo, iré poco a poco a integrarme en cada una de ellas.
— ¿Y tu que haras? Terminaré un proyecto de inversión para una nueva sucursal de las agencias en Sudamérica, tengo los inversionistas a la espera de la confirmación de la junta para presentar el proyecto y firma de contratos.
— Estarás muy ocupado, bien te deseo toda la suerte del mundo con tus nuevo proyecto.
— Y yo te deseo suerte con lo que harás mañana. — Manifestó con cierta molestia que pasó desapercibida para Luggina.
— Tu también te darás suerte mi amor, eses proyectos se harán realidad.
Luggina se levantó y caminó a donde estaba Lucciano,
— Te espero en nuestra habitación, prepararé un relajante baño.
Lucciano sonrió y la subió en sus brazos para llevarla la habitación.
La depositó en la cama y fue al baño para prepararlo él.
Luggina se desvistió y solo el ropa interior camino también al baño.
Lucciano estaba, sin camisa mirándose al espejo, Luggina lo observó y pasó sus manos por ella hasta rodearme su estrecha cintura, Lucciano la miró a través del espejo, se giró quedando frente a ella. Miró sus ojos y vio un brillo diferente, acarició su labio inferior con su dedo pulgar, yo arrastró hacia abajo y dejó un beso .
— ¿Eres mía?
— Toda tuya, por siempre daddy.
— Te amo. — Expresó Luggina con voz melosa.
— Y yo te amaré siempre.
Unieron sus labios que despertó la pasión ente ellos.
Lucciano apretó sus nalgas, y un gemido salió de sus labios.
La alzó y la presionó contra la pared y su cuerpo, quitó su brazier entre besos y gemidos.
— Lucciano hazme el amor, te deseo, te amo.
Lucciano mordió sus labios suave mente, bajó a su cuello y clavícula.
Lucciano caminó con ella subida con sus piernas envueltas en sus caderas
La dejó sobre la cama, buscó unas corbatas y empezó a atar sus manos a cada esquina de la cama, sus pies fueron de igual forma.
Arrancó sus finas bragas, la observó toda y sus miradas se encontraron. Ella mordió su labio inferior como solía hacerlo siempre, ese solo gesto hizo que la polla de Lucciano palpitara mas.

Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora