34. MI CORAZÓN ES TUYO

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Luggina descubrió parte del pasado de sus padres, cosas que hasta ahora por casualidad estaba descubriendo, sintió dolor en su corazón de pensar en su madre, en esa traición que recibió de su llamada mejor amiga.
Buscó en Internet cualquier tipo de información de esa época, y no encontró nada.
— Mig, no hay información de nada de ese tal Donatello, ni de esa Kiara no entiendo por qué dejó plantada a mi madre el día de su boda.
— ¡No lo sé mi peque! No tenía conocimiento de esta información.
— Aquí hay algo que no entiendo, Donatello era el prometido de mi madre y este la dejó por esa Kiara, entonces ¿Quien drogó a mi madre? Aquí hay muchas cosas que no entiendo, y que sólo ellos me pueden aclarar.
Miguel Ángel empezó a mirar los otros archivos, y justo en ese momento su celular sonó, miró en la pantalla y era un número desconocido. Observó por un momento a Luggina y contestó.
— ¡Alo! Con... — Su silencio preocupó a Luggina.
— ¿Que pasa Mig? ¡Te pusiste pálido!
Miguel Ángel escuchaba gemidos de una mujer, mientras el hombre empezó a pronunciar un nombre que había pronunciado muchas veces en esa situación. Bianca.
Miguel Ángel lanzó contra la pared su celular, salió de ahí y caminó de un lugar a otro.
— Tranquilo Mig, no se qué te dijeron, pero seguro es un mal entendido.
— ¡No lo es Lugg! Lo que escuché ahí no fue mal entendido, lo comprendí muy bien, Bianca dejó de amarte, y se entregó a otro hombre.
Luggina no pronunció palabras pero no supo que pensar, ella estaba muy mal emocionalmente como para ponerse a pensar en más cosas confusas.
Sintió una revolución de estómago y corrió al baño, las arcadas eran fuertes, Miguel Ángel corrió tras de ella y se quedó en la puerta mientras Luggina devolvía todo.
Luggina se puso de pié se miró al espejo y vio su aspecto, lavó su rostro sus dientes y salió.
— ¿Estás bien mi peque? Vamos al médico. — Propuso Miguel Ángel, preocupado.
— ¡No! No ay qué preocuparnos por nada, es todo esto que me causa malestar.
— Vamos a continuar. Dijo Miguel cogiendo la computadora nuevamente para seguir en la investigación.
— ¡No! Dejemos esto por hoy, después vengo y seguimos. Me tengo que ir.
— Te llevo mi Prince, no puedo dejarte ir sola.
Dejaron todo ahí, pues nuevamente Luggina tendría que regresar a ese departamento.
Salieron pidieron el ascensor, y de pronto Luggina se tambaleó.
— ¡Tu no estás bien Prince! — Expresó Miguel Ángel tomándola de la cintura.
— No se que me sucede Mig.
— ¿Comiste algo?
— ¡No! No me pasa nada desde ayer, estoy mal desde que escuché esa conversación.
— Vamos a comer algo ¿Te parece? ¿Que se te antoja?
Luggina sintió deseos de comer una paella, pero solo de imaginar todo lo que lleva, sintió revuelto el estómago.
— Prince, te llevaré al médico.
— ¡No! Solo vamos a comer y se me pasa, por favor.
Sintió mareo por el leve movimiento del ascensor y fue cuando Miguel Ángel la subió a sus brazos.
Luggina se estaba desmayando.
Las puertas metálicas se abrieron y Miguel Ángel salió con su peque en brazos.
— Peque, agárrate de mi cuello no tires el brazo.
Luggina se abrazó al cuello de Miguel Angel, y todo eso fue captado por las cámaras. La escena era de una pareja romántica. Miguel Ángel subió a Luggina al auto y salieron del estacionamiento.

Por otra parte, la que no pasaba muy bien era Bianca, su padre la obligó a casarse con Felipe Calderón, sin importarle sus sentimientos.
— Te odio Felipe, te desprecio con todas mis fuerzas.
— Eres correspondida Bianca ¡Mi Bia! ¿Así era que te llamaba ese imbécil?.
Una carcajada se escuchó mientras salía del salón de la mansión.
Bianca cayó de rodillas al suelo y sus lágrimas caían por su rostro como cascada.
Se llevó sus manos al vientre y se dijo para si misma.
— Te voy a proteger mi bebé, siempre serás mi razón de ser, cada día. Eres lo único que me une a mi amor, te amo Miguel Ángel, siempre serás tú.
Nicolás Roswell había chantajeado as Bianca para que dejara a Miguel Ángel, lo mataría si no se casaba con Felipe Calderón.
Y ahí estaba, atada a un matrimonio miserables que cada día , la ahogaba más.
Felipe salió de la mansión y se fue a un club pidió, un servicio completo de habitación. Y llegó una mujer muy parecida a Bianca.
Felipe la observó y sonrió.
 —Bianca, mi Bianca. — Expresó Felipe acariciando a la mujer.
— Seré Bianca o quién tú desees, guapo.
— Serás Bianca. — Susurró con malicia.
Felipe desnudó a la mujer si un tono de delicadeza, la giró y la puso bocabajo en la cama, levantó su trasero y empezó a penetrarla tan fuerte, que arrancaba gemidos de ella.
— Di mi nombre Bianca. Habla mientas te cojo. Di mi nombre.
— ¡Aaaah! Felipe, dame más duro, si, así, dale más.
Felipe seguía metiendo su mástil lo más profundo que podía, estaba extasiado del placer, y en su enferma obsesión que tenía con Bianca,
tomó su teléfono marcó el número de Miguel Ángel y siguió.
— ¡ Aaah! Bianca, eres la mejor, me encantas.
 — ¡Aaaagh!¡ Aaaah!.
La mujer solo gemía y no pronunció palabras.
A Miguel Ángel se le rompió el corazón por lo que escuchaba.
Estaba metido en sus confusos pensamientos, no podía olvidar esos gemidos en el teléfono.
— Se acostó con el hombre que dijo odiar, me mintió.
— Mig, no se qué decirte, no creí que Bianca hiciera eso, ella te ama, siempre te amó desde niña, desde que te conoció se quedó prendada de ti.
— Todo fue una mentira, nos engañó muy bien.
Llegaron al restaurante y pidieron lo que se servirían.
Luggina al mirar los espaguetis sintió arcadas.
— No quiero esto Mig,  siento asco.
Miguel Ángel pidió un plato de frutas, y empezó a darle bocados, reían mientras Miguel Ángel la alimentaba como cuando era pequeña.
— El avioncito siiiiuuuu,
— ¡No soy una bebé! Expresó riendo.
— No te estoy alimentando a ti, Lugg.
— ¿No? ¿Y entonces?
— Estoy alimentando a mi sobrina o sobrino.
Luggina se atragantó y se quedó de piedra al escuchar esas palabras.
— ¿¡Un bebé!? ¿Un bebé? Yo no, yo no puedo estar. — Miró a Miguel Ángel y acarició du vientre.
 — ¿¡Voy a ser mamá!? Mig, voy a ser madre.
— Si mi peque, solo tenemos que confirmar lo.
Luggina se abrazó a Miguel Ángel y este la alzó dando vueltas con ella. Quién la estaba fotografíando tenía mucho material mal intencionado para mal interpretar todas esa imágenes.
— Primero estaré segura y luego se lo diré a Lucciano, estará feliz cuando lo sepa.
Terminaron de comer y salieron del restaurante.
Lucciano luego de que Luggina saliera del departamento, fue al de Dayanara para verla y exigirle que se fuera del país.
Subió al departamento y fue directo a la habitación.
— ¡Dayanara! Tienes menos de una semana para que desaparezcas de mi vida por completo, no quiero que me llames y mucho menos que des mi referencias, como alguien cercano a ti.
— Pero Lucci, yo no tengo a nadie en este país, solo te tengo a ti.
Lucciano formó un gesto de desagrado y un pensamiento cruzó por su mente.
" En qué momento creí que tenía una voz sensual "
Lucciano se cuestionaba mentalmente.
— Por favor, Dayanara desocupas el departamento en el momento que puedas caminar bien.
— Está perfecto, así me darás tiempo para buscar dónde ir, Gracias de igual manera.
Lucciano se dispuso a salir cuando otro pensamiento.pasó por su mente. Se giró y observó a la mujer frente a él.
— Tengo una duda,  Dayanara.
— Tú dirás.
— ¿Como fue que de la nada, amanecí  aquí? ¿Por qué me quedé profundamente dormido?
— ¡No lo sé! Te despediste y yo dormí por la medicina que el médico me dio.
— Pero te quedaste dormido en tu casa, no es nada extraño.
— Mi casa y mi hogar es al lado de la mujer que amo, y esa no eres tú, ¿Estás clara en eso?
— Lo tengo claro Lucciano, se que ya no significo nada para ti, y lo acepto aunque me duele saber qué dejaste de amarme.
— Me traicionaste y sabes que yo jamás perdono una traición.
— Lo sé, y lo tengo muy claro. Cuando esté perfectamente bien  caminando iré del departamento y jamás volverás a saber de mí
Lucciano la miró y salió sin pronunciar palabras.
Salió del edificio y fue a su oficina. Miró el teléfono y sonrió, marcó el número de Luggina la cuando tardó en contestar .
— ¡Hola mi amor! ¿Com estás hoy?.
— Muy bien mi daddy, te extraño mucho, ya estoy en casa  hoy seremos tu y yo.
— Mm eso me gusta, vine un momento a la oficina, tenía algunas cosas personales aquí. Las llevaré, ya no tengo por qué quedarme a dormir aquí. Tengo el mejor lugar del mundo para quedarme.
— Y yo tengo mi mayor refugio que es tu corazón, y espero no perderlo nunca.
— Mi corazón es tuyo, vida mía, yo soy todo tuyo.
— Y yo, toda tuya mi daddy.
— Mi baby.
Luggina colgó la llamada, y lágrimas corrieron por su rostro. Estaba muy sensible desde que escuchó y descubrió parte de esa verdad.
Lucciano se quedó mirando el teléfono, sintió un vuelco al corazón, era una sensación extraña, sintió que algo no estaba bien con Luggina a pesar de que ella dijo estarlo.
Buscó todo o qué necesitó y salió para ir al departamento donde su brujita baby lo esperaba.

Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora