30. TE AMO DADDY

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Lucciano llevó a Luggina al mirador.
Le tenía otra sorpresa de esas que a ella le gustaban.
— ¿A dónde vamos? Preguntó con curiosidad.
— Es otra sorpresa que te tengo mi pequeña bruja. — Respondió mientras deslizaba su mano por las piernas de Luggina hasta llegar a esa entrepierna húmeda, y sin bragas. Acarició su entrada e introdujo un dedo muy despacio.
Luggina abrió sus piernas para dar más acceso a esa mano traviesa, y un gemido salió de ella.
— Lucciano. — Susurró Luggina.
Lucciano mordió su labio inferior y marcó una sensual sonrisa de medio lado.
— Tu alumna es una atrevida.¿Verdad?
Le dijo Luggina con voz melosa.
— Pero me encanta que mi alumna sea así de atrevida.
Lucciano siguió acariciando ese lugar hasta que llegaron al mirador y ahí estaba ese inmenso globo aerostático .
Luggina corrió de la mano de Lucciano para estar pronto en las alturas.
— ¿Es en serio? Jamás me dejaron subir a uno de estos globos de niña, ahora lo haré contigo por primera vez.
— Pues vamos.
Subieron a la barquilla y empezó su viaje en las alturas.
Luggina estaba fascinada ver el paisaje desde ahí.
Lucciano la miraba envelezado de su hermosura y muy en el fondo era como una niña que le daban su pasatiempos favoritos.
— ¿Feliz? — Preguntó abrazándola por la cintura.
— ¡Si, mucho! ¡Mucho! Me encanta sentir la adrenalina de estar en lo más alto, ¿Te has tirado en paracaídas? — Preguntó Luggina sintiendo ilusión por hacerlo.
— ¡No! Nunca. — Mintió Lucciano, y Luggina lo miró sorprendida, y sonrió.
— Entonces yo seré la primera en guiarte.
Le propuso rodeando su cuello y dándole un tierno beso que Lucciano profundizó.
— Deseo hacerte feliz mi bruja. — Susurró entre sus labios.
— Lo soy mi profesor. ¡Soy muy feliz contigo! Te amo daddy.
— Te amo mi brujita hermosa.
Se declararon su amor escuchando la canción de Ed Sheran, Photography.
El tiempo del recorrido transcurrió, era de cuarenta y cinco minutos, ya estaban en el mirador viendo todos esos globos elevarse.
— Te tengo una sorpresa — Expresó Luggina muy sensual.
Lucciano la miró y le dio esa sonrisa seductora que le encantaba a ellá.
— ¿Mmm, y que será? Preguntó mordiendo el labio inferior y sonriendo.
— Vamos yo te llevaré.
Cogió unas de sus máscaras de seda que tenía en la guantera de su auto y le vendó los ojos.
— Presiento que esto me gustará.
— Y mucho, ya verás — Responde Luggina, subieron al auto y salieron para ir al IMPERIAL CLUB.
Luggina entró por su ascensor privado guiando a Lucciano.
Llegaron a la habitación donde siempre se cambiaba y pasaron al salón de ensayo privado de ella.
Lucciano estaba sentado en uno de los sillones esperando a que sus ojos fueran descubiertos. Pero en lugar de eso fue guiado por esa brujita que le complacería su fantasía. Verse vestida con ese traje sexy de doctora, Luggina lo llevó hasta el ventanal y ahí fue atado, quitó la máscara y se la colocó ella. Pasó su mano por su pecho y con la punta de su lengua se deslizó por su cuello hasta llegar a sus labios.
— Hoy seré tu ama, y tú me obedecerás.
Una sonrisa se dibujó en los labios de Lucciano, su sueño se estaba haciendo realidad, pero el amo no era él.
— Esto está al revés. — Expresó Lucciano, y una carcajada se escuchó.
— Estoy haciendo realidad mi sueño, sumiso. No seré yo quien te llame amo, serás tú. ¿Entendiste?
Lucciano la miró con esos ojos oscuros por el deseo que sentía de poseerla ahí.
— Como ordene mi ama.
— Observarás sin pronunciar palabras.
Luggina cogió un control encendió la melodía, música relajante erótica.
Luggina empezó con sus movimientos sensuales en una silla, abría y cerraba sus piernas, las cruzaba, pasaba las yemas de sus dedos por ellas. Lucciano miró muy atento a cada movimiento, tragó el nudo formado en su garganta, deseaba estar desatado para poder poseerla ahí mismo.
Luggina fue al tubo y empezó nuevamente y así poco a poco se fue acercando a él, soltó una de sus manos, luego la otra, ella pasó sus manos por su cuerpo meneando el suyo.
Lucciano deseaba tocarla sentía como su entrepierna palpitaba dentro de sus pantalones, estaba duro como una roca.
— Arrodilla Te. — Le ordenó su ama y el obedeció.
— Quita mis zapatos uno a uno muy despacio.
Lucciano hizo lo que Luggina le ordenó.
— Ahora quita mis mallas.
Así fue despojándose de sus prendas una a una hasta quedar en brazier y un tanga. Donde se notaba su humedad.
— Ahora levanta te. Y despójate de tu ropa al son de la música.
— Si mi ama. — Respondió Lucciano sin dejar de mirarla a los ojos.
Quitó cada una de sus prendas quedando en ropa interior.
Parado frente a ella, lo observó y lo que tenía frente a ella era más de lo que podía desear, ese hombre era suyo, todo suyo en cuerpo, alma y sentimientos.
— ¿Algo más que mi ama deseé? — Preguntó.
— Deseo que mi sumiso me haga el amor toda la noche.
— Mi ama será complacida.
Lucciano colgó a Luggina a su cintura enrollando sus piernas en ella, mientras sus bocas se devoraban en un apasionado beso.
La puso sobre la cama, y la miró, toda ella era suya, era su bruja, y lo había hechizado.
Besó cada centímetro de su piel, empezando desde los dedos de sus pies, subiendo por sus torneadas piernas, quitó sus bragas y subió por su vientre, llegó a esos pechos cubiertos por un fino encaje, los masajeó y muy despacio fue bajando el brazier hasta dejarlos desnudos, los acarició, uno luego el otro, apretó cada pequeño pezón, mientras que con la otra mano jugaba en ese botón del placer.
Tomó uno de sus pechos en su boca , lo succionó, mordió suavemente luego el otro. Bebió de ellos como un hambriento de ella. Subió a su cuello y llegó a sus labios.
— Te amo mi brujita, eres mía, mi mujer.
Luggina estaba cegada por el placer que sentía, arqueaba su espalda mientras gemía y susurraba el nombre de su amor.
— Lucciano, Lucciano te amo.
Lucciano dejó un camino de suaves mordidas bajando por sus pechos, su vientre y llegó a ese manantial desbordante, lamió, y succionó ese pequeño punto que hizo que Luggina gimiera y se retorciera por la sensación que sintió en ese momento.
— ¡Aaaah! Lucciano.
Lucciano la penetró con su lengua.
Luego con uno de sus dedos hasta que Luggina no pudo más.
Sintió recorrer su cuerpo con esa sensación de electricidad, su cuerpo se tensó, y sus piernas temblaban, arqueó su espalda al momento que un fuerte orgasmo recorrió su ser haciéndola estremecer, y arrancando unos fuertes gemidos .
— ¡Aaah! Lucciano, por favor.
Lucciano no la dejó recuperarse de su orgasmo y se posesionó entre sus piernas y fue penetrándola hasta estar todo dentro de ella.
Sus embestidas era tortuosa mente apasionante, profundas, y fuertes Luggina, salía a su encuentro, sus movimientos sincronizados les llenaban de placer a los dos.
Lucciano succionaba sus pechos mientras Luggina enredaba sus dedos en los cabellos de él y lo apretaba más a ella.
Sus cuerpos se tensaron Lucciano continuó con sus embestidas, Luggina sintió su cuerpo estremecer y un segundo orgasmo la invadió. Lucciano aceleró sus movimientos apretó los dientes y se vació por completo en su interior.
Luggina sintió desvanecerse,estaban bañados en sudor, Lucciano pegó su frente a la de ella y dio un beso.
— Te amo Lugg, eres la mujer que esperé toda mi vida.
— Siempre fuiste el dueño de mis sueños. Siempre fuiste tú, Lucciano. Te amo, eres el amor de mi vida.
Fue una promesa de amor, hecha con amor, la que tuvieron esa noche.
El día los sorprendió entre besos caricias y una entrega no solo de cuerpos si no de almas.
Se pertenecieron siempre. Por que ella lo marcó para sí mismo como suyo, cuando fue una niña.
Ahora esa inocente promesa se volvería realidad.
Lucciano la vio quedarse dormida, se levantó y fue a ducharse .
Ya listo buscó para preparar el desayuno, para luego llevarlo a la habitación.
— Ya despierta mi brujita, tienes clases hoy.
— Mmm, un poquito más, por favor.
Lucciano empezó a morder suavemente su cuello y su oreja.
— Levanta dormilona, no puedes faltar a clases. Ya pronto serán las graduaciones. Y podrás dormir un poco más.
— ¡Ja! Ojalá fuera así. No escuchaste esa noche de la fiesta lo que me espera.
— Ti eres muy capaz, lo harás muy bien, y yo estaré a tu lado para cuando me necesites cariño mío.
 — Lo sé mi daddy, se que tú estarás siempre conmigo.
Unieron sus labios en un dulce y tierno beso.
Lucciano le dio su alimento en la boca.
— Serás mi pequeña brujita, mi baby.
Luego Luggina se levantó y se duchó.
Se puso su ropa interior y salió del baño.
— ¿Me estás provocando? Preguntó Lucciano.
— Pues mi sumiso es tan ardiente que me a enseñado a desearlo tanto.
Lucciano rodeó su cintura y la atrajo hacia él.
Mordió su cuello y le susurró.
— Y mi estudiante es tan ardiente que a aprendido muy bien su lección.
Se miraron a los ojos y rieron .
— Eres mi profesos ardiente y me gustan tus lecciones.
— Y yo estaré encantados de enseñarte.
— Y yo de aprender, te amo daddy.
— Te amo baby.
Sellaron este te amo con un ardiente beso.
Luego de un tiempo salieron con dirección a la universidad.

Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora