43. NACIMIENTO

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Pía volvió cargada de productos de belleza para su nueva amiga, explicó para qué cada producto.
Luggina la miró sonriente y sintió que ahora a parte de Miguel Ángel tenía una nueva amiga, los meses pasaron y la amistad se fortaleció.
Pía se había mudado al camarote con ellos para ayudar a Miguel Ángel con Luggina.
— ¡Aaaaaah!¡Miguel Ángel! ¡Apúrate! no puedo más. ¡Despiertaaa!
Pía saltó de su cama y corrió a ver a Luggina al igual que Miguel Ángel.
— ¡Peque! ¿Que te pasa mi Prince?
— ¿¡Que no estás viendo!? Tus sobrinos pequitos  ya ¡vieneeen! y ¡dueleeeee!
Pía corrió a cambiarse y salió a pedir el ascensor mientras Miguel Ángel corría de un lado a otro.
— ¡Miguel Ángel! Estoy aquí, mírame.
Miguel Ángel reaccionó, tomó a Luggina para sentarla en una silla de ruedas.
— ¡Se adelantaron! La cesárea está programada para la otra semana.  Luggina estaba sintiendo nervios y sudaba frío.
— ¡Tranquila peque! Los pequitos estarán bien.
Entraron al ascensor y pronto estuvieron en la clínica el galeno ya la esperaba, pues Pía había marcado para que el estuviera pendiente.
El galeno los recibió y  pronto intervino a Luggina para hacerle la cesárea adelantada.
Ya en la sala de operaciones Miguel Ángel ni un solo momento dejó de mirar a su pequeña, la vio crecer y ahora la estaba viendo convertirse en madre, una lágrima rebelde salió de sus ojos cuando escuchó el llanto del primogénito de Luggina.
El primero en nacer, Eitan Lucciano, el  segundo tardó tres minutos en sacarlo y fue el turno  de Eliel Alessandro,  dos minutos después, Darién Stefano, y seguido de él,  Janna Luiggina.
A Miguel Ángel se le estrujó el corazón de ver a su princesa adormecida por la anestesia, miró a cada uno de los bebés que lloraban, los médicos los atendieron y los llevaron a la sala de neonatología, para dejarlos en las termocunas hasta el día que ya estén restablecidos.
Miguel Ángel salió de la sala a esperar que los médicos pasen a Luggina a la habitación .
— ¿Todo bien con los bebés? — Interrogó Pía.
— ¡Si! Todo perfecto y con ella también. — Tan chiquita y con cuatro hijos Tenemos que ayudarla mucho. — Habló con tristeza Pía, el recuerdo de su hija le llegó.
— No te preocupes Pía, yo siempre estaré para ella.- Son mi familia.
— Debes quererla mucho, eso es bueno.
— La vi crecer y ahora convertirse en madre.— Habló Miguel Ángel.
— De verdad creí que eran esposos, pero cada día los veía más comportarse como hermanos, entonces entendí  hasta que ya  nos hicimos más allegados y me dijeron la verdad,  bueno más bien me la confirmaron porque ya me había dado cuenta de que se trataban más como hermanos que como esposos.
— ¿Y tienes hijos?
— ¡Si! — Respondió con pesar.
— ¿ Y donde está? ¿Por qué no andas con ella?
— Mi niña murió muy joven, teniendo a su hijo, aún no asimilo tanto dolor.
— No se que decirte, no he vivido ese tipo de dolor pero a mí me dolería mucho si le llegara a suceder algo a mi pequeña Lugg.
— No le va a suceder nada la vamos a proteger a ella y a los bebés.- Expresó con tristeza Pía,
— Entonces te quedarás con nosotros.
— Que más quisiera yo. — Pía suspiró profundo y continuó.
— Tengo que regresar, no puedo quedarme.
— ¿Entonces  no hay una posibilidad de que te quedes con nosotros?
— Tenía una vida junto a mi hija y mi nieto próximo a llegar,  pero ya ella no está, no tengo a nadie más mi esposo murió y decidí hacer este viaje para volver a retomar mi vida y continuar con el legado de mi esposo.
— ¿Qué edad tenía tu hija? Eres muy joven para haber tenido una hija y más joven para ser abuela.
— La pequeña llegó a mi vida cuando tenía trece años, era la hija de mi esposo cuando me casé con él, ella pasó a ser mi hija y llegué a quererla tanto, cuando creció,  se enamoró de un desgraciado que la despreció y ella se hundió la tristeza y el momento de dar a luz todo se complicó.
Miguel Ángel sintió pesar por esa historia y comprendió que no solo el necesitó irse para tratar de olvidar, los días pasaron ya Luggina y los bebés estaban en el camarote arreglado con cosas de los diseños infantiles.
— ¿Te sientes bien mi peque?.
— Si Mig, estoy bien. ¿Hasta cuando estaremos en este barco?
— Ya solo falta que estés totalmente recuperada y nos bajamos, el barco está dando tiempo para eso y en cuanto podamos bajar lo haremos.
Las siguientes dos semanas pasaron Luggina, Pía y Miguel Ángel con los bebés estaban ya el las islas de la Polinesia Francesa, Bora Bora. Un paraíso en el corazón del océano Pacífico Sur.
Se despidieron de Pía con la promesa de que regresaría a visitarlos.
Miguel Ángel y Luggina se situaron en su nuevo hogar, un lugar donde no los encontrarían jamás.
— Bien mi peque, el dinero que vendrá del barco está depositado en  la cuenta de la empresa. ¿Qué negocio vamos emprender aquí?
— Una escuela de pole, yo sería maestra.
— ¡Peque!.
— ¡Ya! Ya se lo que me dirás pero es mi pasión, estaremos aquí por tres años no más de ahí nos vamos por qué no siempre estaré en medio del agua con mis hijos,
Así se despidieron de Pía, esa amiga que conocieron y forjaron una amistad.
Pía subió al barco, y este navío se perdió en el horizonte. Miguel Ángel y Luggina empezarían una nueva vida, lejos de todos, lejos del mundo.
Jamás cruzó por su cabeza que al momento de hundir el yate ECLIPSE, todo el mundo los darían por muertos
Luggina y Miguel Ángel, estaban oficialmente declarados muertos.
Los meces pasaron, los bebés crecían, muy activos y queridos por el tío Mig.
Seis meses, y un segundo crucero llegó al puerto de islas de la sociedad.
Luggina fundó la escuela de pole dance para los turistas que deseaban aprender de ese arte.
Miguel Ángel era  CEO de la cadena de hoteles villas y resorts, de Bora Bora Polinesia.
Los días pasaban y ellos se olvidaron del mundo que dejaron atrás. Jamás se imaginaron el dolor que causaron  el estar ahi, en ese paraíso por qué mientras ellos vivían su vida, muy lejos habían corazones dolorosos por su supuesta muerte.
Seis meses más  pasaron estaban festejando el primer año de los cuatrillizos, eran pocos los amigos que tenían. Pero eran felices con esa vida sin lujos y exceso, tenían lo necesario.
— ¿Y quienes son los niños más lindos y hermosos de mamá y tío Mig?
Los pequeños eran muy activos y muy inteligentes para su edad.
Eitan Lucciano aprendió a pronunciar palabras.
— Ma má, tío. — Balbuceaba, estirando sus manita a Miguel Ángel y a Luggina.
Sus hermanos lo imitaban, y era Janna Luiginna, quien siempre celaba a mamá.
— Mamá mía.
Miguel Ángel reía de verlos tan adorables.
— ¡Holaa! — Una voz les llamó la atención, y cuando se giraron a mirar Luggina corrió a recibir y saludar a Pía.
— ¡Piaaa! Que feliz me hace tenerte aquí con nosotros.
— Tíaaa Pío. — Los bebés fueron otro feliz de tenerla ahi.
Miguel Ángel saludó y cogió los regalos de los pequitos.
— ¿Como han estado mis amores? La tía Pío les trajo muchos muchos regalos.
Todos caminaron patulecos a recibir sus sorpresas.
Mientras Miguel Ángel estaba con los pequitos. Pía y Luggina se ponían al día de todo.
— Sabes, puse en venta todo y me vendré a vivir con ustedes.
— ¿En Verdad?
— ¡Si! Me quedaré con mis ahijados para ayudarte con ellos, están más grandes. - Pía de había convertido en una verdadera amiga.
Luggina se levantó y caminó hacia ella y dio un abrazo.
— Sabes que somos tu familia, y aquí encontrarás amor, cariño multiplicado por muchos. - Expresó Luggina.
— Lo sé, por eso me arriesgué a venderlo todo, para venirme acá con ustedes, invertir aquí en las Islas, y estar cerca de ustedes.
— ¿Y todo el negocio de ventas tengo cerrado? ¿No tienes que volver?
— No, no te go que volver, compré un jet para viajar cuando deseamos salir de aquí
— No creo que desee salir de aquí por mucho tiempos. - Expresó Luggina muy segura.
— Bueno entonces aquí nos quedamos el tiempo que sea necesario.
Y así pasaron seis meses más, Luggina daba clase, Miguel Ángel en la administración de gran parte del turismo ahora las inversión de Pía, el ingreso era más, por la nuevas innovaciones que tenían para los turistas.
Pía, ayudaba a Luggina en la escuela y con los peques, que cada día eran más activos.
Seis meses más transcurrieron, y era el  segundo cumpleaños de los cuatrillizos.
Tenían amiguitos de la guardería y era una gran fiesta de los super héroes.
Luggina reía al verlos felices , eran toda su vida entera.
De pronto un recuerdo lejano llegó a su mente. Miró al cielo y trató de enjugar esa lágrima rebelde que siempre lograba detener.
— Papa Alessandro, papá Stéfano. Si los vieran estarían más que felices de tenerlos, serían más amados de lo que fui yo. - Suspiró profundo y se lamentó.
— Dios dame una señal de que hice lo correcto al alejarme sin decir nada de ellos.
— ¡Hablando sola mi peque! — Miguel Ángel se acercó y la abrazó, abrazo que ella correspondió. Y acto que no le gustó para nada a una celosa Janna Luiginna.
— Mamá no tuya, mamá de mi papá shale, no abashes a mami.
Luggina Miguel Ángel y Pía rieron al ver la reacción de la pequita.
— Tranquila mi amor, el tío no te quitará a mami.
— Tu papi, shi mami. — Pregunto la pequeña Janna Luiginna acunando el rostro de su madre entre sus manitas.
La fiesta continuó y ya muy tarde los pequeños estaban metidos en sus camas, como cada noche Luggina y Miguel Ángel le leían cuentos para que durmieran.
— Están muy cansados jugaron y se divirtieron mucho. — Expresó Pía, acercándose a Luggina.
— Si, son un terremoto todos juntos.
— Nunca te pregunté antes. ¿El padre sabe de ellos? — El silencio de Luggina le confirmó.
— Entiendo. Pero ellos algún día querrán saber.
— Lo sé, y eso me aterra, por qué tendré que volver a mi pasado lleno de vergüenza y dolor.
— Yo estaré contigo siempre y Miguel Ángel también, no estás sola.
— Gracias Pía, eres una gran amiga.
— Y tu también lo eres.
Se dieron un abrazo al cual se unió Miguel Ángel.
— Yo las voy a proteger siempre. Pueden contar conmigo para lo que sea, siempre. Las dos son muy importante para mí.
Nuevamente se abrazaron y cada quien fue a su dormitorio.

Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora