53. REALIZANDO UN SUEÑO

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Una semana después Luginna estaba de regreso a la mansión Lombardi. En brazos de Lucciano fue llevada a la sala de Star.
Todos estaban embelesados con sus sobrinos y los abuelos muy consentidores.
 —Abuelo dos. ¿Me enseñarás a ser un doctor de niños?
— Por supuesto que sí.
— Y el abuelo tres nos enseñarán a diseñar.
Luggina o tenía idea de que la mujer que le salvó la vida fue la causante de toda aquella confusión tanto del pasado como del presente.
— ¿Quien fue el donante de RHnull?
Todos quedaron en silencio.
— ¿Que sucede? ¿Pregunté algo malo?
¿Quién fue el donante de null? No es un tipo común.
Pierina se acercó a Luggina y se sentó a su lado. Miró a las nanas de cada uno de los niños para que los llevaran al jardín, la hora de decir la verdad era esa.
— Chicas, por favor, lleven a los niños a jugar.
Los pecos se despidieron y salieron como soldados en fila, uno tras otro.

— Hija, tu padre Alessandro y yo te contaremos y te aclararemos esa idea errónea que te formaste de todo ese doloroso pasado.
— ¿Kiara y Donatello?
Pierina suspiró profundo y respondió
— Si. Kiara y Donatello.
Alessandro y Pierina contaron cada detalle de su triste pasado, lágrimas caían por sus mejillas.
— Madre, padre, perdón por cómo me comporté y desaparecí, creer que fui producto de una violación me marcó la vida. Los amo, nunca cambió mi amor por ustedes.
Saber que esa mujer que causó todo este embrollo me salvó la vida.
— Se siente en deuda con nosotros, pero yo la perdoné, ella tuvo el valor de enderezar el destino torcido que llevábamos, ellos se aman y yo amo a tu padre Stéfano, y quiero mucho a tus padres Berlusconi.
— Los amo familia.
— Y nosotros a ti mi vida, eres nuestra lucesita, siempre lo fuiste.
Abrazaron a su niña, que ahora era una mujer diferente, una madre pero siempre su niña.
Los días pasaron convirtiéndose en meses, Luggina tenía cita para saber de sus trillizos.
Lucciano estaba más que feliz, ver a sus hijos crecer en su vientre y ahora estaría en el nacimiento.
— Están creciendo muy bien tienen medidas y peso normal.
El galeno nuevamente programó una fecha para el nacimiento de los bebés.
Miguel Ángel llegó a la mansión Lombardi, ver a su Prince, compartiendo su vida con los que amaba, sentía que su trabajo estuvo finalizado.
— ¡Tío! — Los Pecos corrieron a su encuentro y él se puso a su altura.
— ¿Como están los sobrinos más lindos del tío Mig?
— Bien tío Mig, jugamos con papi y mami.
— Me alegra verlos felices, vamos a ver a mamá.
Miguel Ángel saludó a Lucciano y a Luggina mientras los pecos siguieron en sus juegos.
— Me alegra que estés aquí mi Mig. Tengo un negocio que proponerte.
— Tengo que volver a Bora Bora, mi peque.
— ¿Volverás? ¿Por qué? Pía dejó todo organizado allá.
— Lo sé, pero aquí ya no tengo nada que hacer.
Luggina lo miró fijamente.
— ¿Nada que hacer? ¿Dejarás que tus sobrinos no te conozcan? Mig eres mi hermano, no mi empleado, eres el tío de mis hijos. ¿ Como crees que viviremos sin ti?
— Peque..
— No Mig, no. No te irás a ningún lado, te quiero aquí con nosotros. ¿Qué harás allá solo?
Los meses siguientes fueron pasando.

— ¡Lucciano ooo!, despierta tus hija vienen en camino, carajo no se por que siempre se adelantan. ¡Aaahhhh!
Lucciano.
Lucciano de un salto estaba en la puerta con las llaves en manos y arrastrando una maleta.
— ¡Lucciano! ¡Ayúdame!
En medio de la confusión por los gritos Lucciano logró ayudar. Luggina llegar al auto.
— Ya mi vida, pronto llegaremos.
Lucciano salió a toda prisa al hospital.
Los médicos recibieron a Luggina y de una la pasaron a la sala de operaciones, Lucciano entró con ella y vio cada procedimiento y el momento cuando nació su princesa mayor Aura Marina, cinco minutos después llegó Alaia Dennys, y tres minutos nació Gianni Gabrielle .
El pecho de Lucciano se hinchó de felicidad al escucharlos lloras tan fuerte, la colocaron en sus brazos y luego la acercó a Luggina.
— Gracias mi brujis, gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo.
— Te amo daddy.
— Y yo más, baby
Cinco meses después estaban bautizando a los siete Pecos. Y festejando el cumpleaños número siete de los pecos mayores.
— ¿Feliz el tío Mig? - Preguntó Luggina acercándose a Miguel Ángel.
— Mucho mi peque, verte feliz y realizada es mi tranquilidad.
— Te tengo una sorpresa.
— Dime.
Luggina entregó la carta de propiedad de sus acciones de lo que tenían en Bora Bora.
— Peque. ¿Qué significa esto? Tú sabes que yo no necesito de una indemnización, verte feliz a ti y a mis periquitos es el mejor pago que la vida puede darme.
— No es un pago Miguel Ángel, es mi regalo de hermana.
— No puedo aceptar mi peque. Con que tus hijos me llamen tío, ese regalo es más que ser dueño de esas islas.
— Pues entonces, haremos algo, las dejaré aquí.
La guardó en su oficina y volvieron a la recepción.
Lucciano se acercó a ella con una copa en su mano y otra para Luggina, mientras veían a Miguel Ángel jugar con los pecos.
— Bruja tengo una sorpresa.
Luggina sintió enorme emoción al escuchar esas palabras.
— Déjame adivinar, me harás el amor en las alturas, en un globo aerostático.
— También es esa, pero ven.
La llevó de las manos a la sala de Star.
— No abras los ojos.
— Está bien.
Caminaron hacia la sala y cuando Luggina abrió sus ojos ahí estaba su amiga de la infancia, Bianca.
Luggina llevó sus manos a su boca, la emoción era tan grande que corrieron a darse un abrazo.
— Mi Bia, mi amiga hermosa, tanto tiempo.
— Estoy de paso por Italia y me enteré  de que no moriste. — Ambas rieron..
— Me alegra mucho verte bien mi Bia, ven vamos hablar.
— Solo pasé a verte, ya voy de camino al aeropuerto.
— ¿Cuando volverás? - Pregunto con tristeza Luggina.
— Ya no tengo a nadie aquí Lugg, mis padre se mudaron a Francia, vine a poner en venta la casa.
Bianca miró por los ventanales y vio a Miguel Ángel jugar con Pía, y uno de los cuatrillizos de Luggina.
Luggina miró a la misma dirección y luego a Bianca.
— Lo siento, siento que no pudieran ser felices.
Bianca limpió las lágrimas que rodaron por sus mejillas.
— Me tengo que ir mi Lugg. Cuídate y se feliz, al menos tú te lo mereces.
Bianca se despidió de Luggina y salió de la sala para irse de ahí.
Miró por última vez y lo que vió le rompió el corazón.
Miguel Ángel comiendo algo que le dio Pía en su boca.
Bianca salió de ahí con el alma en mil pedazos.
Lucciano dejó todo a cargo de Pierina y Alexa, tomó a Luggina en brazos la llevó al auto y salieron con dirección al mirador.
Un enorme globo aerostático los esperaba.
Subieron a la canastilla y el gigante se elevó. Lucciano encendió la música, poniendo, My heart Will Go On.
(Mi corazón seguirá adelante.)
Luggina miró desde las alturas abrió los brazos suspiró profundo y un fuerte grito salió de ella.
Era como una liberación interna, sentía que tenía que volver a ser la misma de antes, miró a Lucciano sonrió y se abrazaron.
— ¿Feliz?
— Mucho, mucho mi daddy.
— Eres y serás el amor de mi vida mi baby.
Luggina miró fijamente a los ojos de su daddy.
— Deseo hacer realidad un sueño. Lo tuve cuando eras ese odioso profesor.
Lucciano sonrió, y responde.
— Te hice mía de mil formas.
— Te haré mío de la forma como lo soñé.
Lo mira fijamente y sin pronunciar palabras va deslizando su vestido muy despacio, sin quitar sus mirada, queda solo en brazier y un tanga color blanca, su mirada refleja pureza y lujuria a la vez, camina lentamente hacia el, pasa sus manos por su pecho, lo acaricia sube a sus cabellos y enreda sus dedos en el, mientras sus labios se unen a los en un beso suave y profundo.
Desliza su mano a su bara ya muy dura, lo agarra ve su inexperiencia y la ayuda con la suya, sube y baja lentamente que se siente como un puto adolescente inexperto, trata de aguantar lo más que pueda mientras su mano suave sigue ahí masajeando su polla.
Se devoran sus bocas en un hambriento beso, sus lenguas juegan esa danza erótica única entre ellas, se succionan, muerden, suavemente sus labios, baja por su cuello hasta llegar a su clavícula, donde dejó suaves mordidas marcadas en su piel blanca, mientras su mano sigue jugando en su polla.
Su mano aprieta un poco más, mientras sigue su ritmo de vaivén.
Baja a sus dulces pechos, los masajea suavemente, los aprieta y lleva a su boca esos pezones ya no tan pequeños pero rosados, los succiona, los muerde, nuevamente los lame, y deja suaves mordidas en ellos, uno, y luego el otro.
Mientras escucha sus gemidos. La ve tirar su cabeza hacia atras.

— ¡Aaah dios! Profesor tu eres mi delirio.

Sigue el ritmo de su mano, la toma de sus cabellos rubios y la guía para que saboree lo que desea, se miran con deseos profundos de tenerse.

— Abre la boca. — Le ordena mientras está de rodillas y sus miradas conectadas
Abre su boca y lo introduce muy dentro, es inexperta pero lo hace bien, le marca el ritmo que desea, siente  su cuerpo temblar, mientras pasa su lengua al rededor de su miembro, lo lame, nuevamente pasa esa lengua caliente por su pequeña abertura, la succiona, y vuelve a introducirla toda en su boca, marcando el ritmo que lo hace delirar, lo lleva a lo más profundo de su garganta, ve que tiene las arcadas y mira sus ojos lagrimear y enrojecidos, pero ahí sigue comiéndole todo a su gusto, sus manos van hacia sus nalgas, las aprieta casi clavando sus uñas en ellas, mientras la empuja hacia dentro y fuera, le agarra de sus cabellos.
Su mirada está fija en la suya.
Siente que ya no puede más mientras ella sigue ahí con esa boca caliente que lo lleva al cielo.
Siente que su cuerpo se tensa, trata de alejarla para no llegarse en su boca, pero se aferra más a el, y continúa con su movimiento acelerado, Lucciano ya no puede más, aprieta sus dientes, tira la cabeza hacia atrás un gemido ronco sale de su garganta.

— ¡Aaaagh! — Cierra los ojos y se corre en su boca, su respiración es agitada, apoya mi frente el borde de la canastilla y la mira, esos ojos son fijos en los suyos, y mientras toma la última gota de él, se limpia la comisura de sus labios, y sonríe.

Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora