38. MUERTE INESPERADA

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Lucciano salió del edificio de Miguel Ángel y manejó sin rumbo fijo. ¿Cuanto tiempo pasaría que no se percató de en qué momento llegó al bar del IMPERIAL CLUB? recordó cada baile y presentación que vio de Luggina en ese escenario. ya estaba muy ebrio, tanto que no se dio cuenta  de en qué momento, y ni quién lo llevó a su departamento. Dayanara había logrado su objetivo, separarlos sin intervenir mucho en sus vidas.
Dayanara llevó a Lucciano a la habitación le quitó la ropa y se metió con él, entre las sábanas, nuevamente sacó diferentes fotos para  enviarlas.
Una semana pasó desde que Luggina salió de las oficinas de Alessandro.
Cada día iban al puerto a esperar y siempre con la misma noticia.
— No regresará hoy.
Pero esa tarde ya casi noche, nadie se esperó lo que el jefe de la capitanía de puerto le diría.
— Señor Alessandro, el jefe de la capitanía del puerto está aquí, solicita que lo atienda con carácter de urgencia.
— Házlo pasar Marta, y trae café por favor.
Ordenó a la asistente.
 —Pase señor, el señor Alessandro lo está esperando.
El capitán asintió con la cabeza y pasó a la oficina de Alessandro.
— ¡Capitán! Qué gusto tenerlo por aquí, tan tarde, ¿A qué debo el honor de su presencia?
— Señor Berlusconi, me gustaría que esta visita fuera en plano social. Pero lo que le traigo. Es una muy mala noticia.
Alessandro sintió un frío recorrer su cuerpo. Miró al capitán y le preguntó - Dígame.
— ¿Qué es esa mala noticia que me trae capitán? Dígamelo ya y sin rodeos.
 — Señor Berlusconi, hace una semana que su hija zarpó en el yate ECLIPSE con su guarda espalda, y me informan los guardacostas que hoy a las seis de la tarde su yate ha explotado en alta mar.
Alessandro se llevó las manos a su cabello y cerró sus ojos tan fuerte, y cayó sentado al sillón a su espalda.
 —¡Capitán! ¿Dígame que mi hija ya no estaba ahí? Por favor.
 — Revisamos todo, las cámaras del puerto y nadie llegó proveniente de ese yate y no hay sobrevivientes. Lo siento mucho, pero su hija y su guarda espalda nunca dejaron el yate.
Alessandro se llevó una mano a su pecho, el dolor no era sentimental, estaba sufriendo un infarto.
Marta llamó de inmediato a los paramédicos de la empresa, mientras el capitán le daba primeros auxilios.
Alessandro fue trasladado al hospital más cercano, mientras Marta se comunicaba con Alexa.
El capitán odió ser portador de malas noticias, y causar tanto dolor al darlas, aún le faltaba ir a la mansión Pierre, salió del hospital y se dirigió hacia allá.
El capitán fue recibido por el guardia y lo hizo pasar a la sala donde fue recibido por la muchacha de servicio
— Buenas tardes señorita solicito, hablar con el señor Stefano Pierre y la señora Pierina D'Alessio.
— Señor en un momento lo atienden.
La muchacha fue al jardín donde estaba y les avisó.
— Señores disculpe que los interrumpa pero en la sala está un señor que dice ser el jefe del puerto que es capitán que desea hablar con usted.
Stéfano y Pierina rieron, porque Sarita siempre era despistada.
— Está bien Sarita, no pasa nada. Ya vamos, es el jefe de la capitanía del puerto, le dije que cualquier cosa me venga a avisar debe ser que nuestra hija Ya volvió.
Caminaron de prisa, estaban ansiosos por saber que su pequeña había regresado.
— Capitán que bueno que hoy si me tiene noticias, hace como tres horas llegué del puerto, y aún no había regresado mi hija. ¿Pero dígame tiene noticias de ella, ya llegó?
— Señores Pierre, siento mucho ser portador de malas noticias.
— ¿Como que malas noticias? A qué se refiere Capitán .
Pierina sintió su corazón estrujar se.
— ¡Hable capitán! ¿A qué se refiere con malas noticias?
El capitán tragó el nudo que se formó en su garganta, era difícil para él dar nuevamente la misma noticia.
— El yate ECLIPSE ... El yate ECLIPSE, hace una hora explotó en el mar.
Pierina se tambaleó y Stéfano logró sostenerla.
— No.. no.. esto es una broma Capitán, mi hija no, mi hija nooo.
Stéfano sintió morir al escuchar que su hija murió.
— Capitán, dígame que mi hija no estaba ahí por favor, dígalo.
Gritó agarrando lo de la solapa de su uniforme.
— Qué más quisiera yo, no ser portador de malas noticias, pero su hija no estaba en ningún otro lugar que no fuera el yate, eso significa que ella estaba ahí dentro con El guardaespaldas, nunca salieron de ahí, no hay reporte de que ellos hayan llegado al puerto.
Stéfano soltó al capitán y cayó sentado a lado de su esposa que lloraba inconsolable mente.
— Lo siento mucho señores, de verdad, no me gusta dar este tipo de noticias. Ya les di la noticia a los señores Berlusconi....
El capitán hizo una pausa, suspiró profundo, y continuó por qué Stefano lo miró fijo.
 — El señor Alessandro está en el hospital, le dio un pre infarto.
Stéfano se llevó las manos a su cabello. ¿En que momento se perdió la calma?
Llegaron Xander Dominick junto a Adara Raphaella y Amaranta Cristea.
Se les comunicó lo sucedido.
— Tranquilo Padre, sabes que mi hermana es buena nadadora, ella pudo salir de ahí y la encontraremos. Xander marcó al número de Adrián Alonzo y a los abuelo Renato, Enzo y Fiorella.
Llamaron a Lucciano y este respondió enseguida.
— Dime xander. — Contestó en tono seco.
— ¿Puedes venir a casa?
— Termino la reunión y voy.
Stéfano y todos se sentían atados de manos, impotentes salieron al puerto, y subieron  en unos de sus yates parasalir a  buscar en los peñascos, islotes, pero no encontraron  nada.
Lucciano llegó y Sarita estaba en un mar de nervios.
— Sarita, ¿Donde están todos?
— ¡Señor Lombardi! A ocurrido una tragedia.
— ¿De qué hablas Sarita? ¿Explica mejor, qué tragedia ha sucedido?
— Señor, la señorita Luggina.
— ¿Qué le sucedió a Luggina? ¿Ya regresó? ¿Dónde está? ¿Dónde están todos?
Lucciano sentía ansiedad por ver a Sarita en estado de desesperación.
— Señor, la señorita Luggina a muerto.
Lucciano se quedó de piedra al escuchar esas palabras.
¿Luggina muerta? No. Era algo que no concebía.
— ¿Qué estás diciendo mujer? ¿Dime qué estás diciéndome una broma de muy mal gusto?
— ¡Ay señor! Qué más quisiera yo que fuera una broma de muy mal gusto, pero es la verdad, la señorita Luggina murió, el yate en el que estaba, explotó en el mar.
Lucciano caminó de un lugar a otro, su corazón se negaba a aceptar lo que escuchaba.
— No, tú no puedes morir mi brujita, tú no puedes morir.
Salió para ir al puerto donde encontró a los Pierre y a Dante, llorando por no encontrar nada de rastro de Luggina y Miguel Ángel.
— ¿Como pasó? ¿Que sucedió?. — Preguntó Lucciano con desespero.
— No hay rastros de nada lo que el fuego no consumió, se lo tragó el mar.

Los días pasaban y ni rastro de Luggina y Miguel Ángel.
Alessandro salió de terapia intensiva, se recuperaba, pero su corazón dolía de saber a su niña muerta, se negaba a aceptarlo.
— ¡Papá! Nuestra pequeña Lugg no creo que no este..
— ¡No Dante! Tenemos que seguir buscando. La vamos a encontrar.
Lo mismo le dices uno de los hijos de Stefano.
— ¡Padre! Es muy doloroso, pero tenemos que aceptarlo. Mi hermana ya no está entre nosotros. Se ha convertido en un ángel. — Expresó con mucha tristeza uno de sus hijos.
— Me niego a aceptar eso, Xander Dominick .
— Es doloroso padre, pero tenemos que aceptarlo.
— Mi corazón de niega a aceptar que eso sea verdad.
Todos estaban consternados por la muerte de Luggina y su guardaespaldas
Por otro lado Lucciano era otro que también se negaba a aceptar la muerte de Luggina, y cada día salía en su yate a dar vueltas y vueltas din resultados.
— No importa si estabas con Miguel Ángel, pero no deseaba que te mueras mi brujita hermosa. No tienes idea de cómo me haces falta.
Cada regreso del mar, terminaba bebiendo hasta perder la razón.
Dayanara aprovechaba ese estado de depresión de Lucciano para tratar de reconquistar lo.
Un mes de intensa búsqueda y ya no encontraron rastros de nada.
Luggina Pierre y Miguel Ángel Larusso, fueron declarados oficialmente muertos.
Lucciano caminaba aquella noche por la orilla de la playa, sintiendo esa presión en el pecho por el dolor de la pérdida. Deseaba retroceder el tiempo y haberla escuchado, una explicación tenía que haber para esas imágenes que el vió, fue hasta el auto de Miguel Ángel y vio ahí dentro las pertenencias de Luggina, dio un fuerte puñetazo a la ventana y terminó rompiendo su mano con los vidrios rotos.
Las sangre corría por su mano, y no le importó, cogió el bolso de Luggina y y se abrazó a él.
— Mi bruja, mi brujita hermosa me haces falta.
Revisó su celular y su vida terminó de romperse en mil pedazos.
Revisó cada foto que seguramente ella vio, el y Dayanara en la cama desnudos.
¿Cuando carajos pasó eso? ¿Cómo fue a parar a la cama de esa mujer y sin el recordarlo?
Encontró los dispositivos para y los guardó revisarlo y miró todo lo que estaba investigando.
— Era esto lo que  estabas investigando, mi brujis, necesitabas respuestas para aclarar tus dudas, yo lo  sabía y no te lo dije, me lo preguntaste  y no te respondí, Miguel Ángel supo entenderte y hasta en eso te acompañó hasta el final.
Sus lágrimas rodaban sentir esa sensación de perdida era algo difícil de soportar.
—Tengo que superar este dolor de perderte, hubiera preferido verte con Miguel Ángel y no muerta mi brujita.
Salió del auto y volvió a caminar por la arena con su camisa desabrochada y sus manos en los bolsillo.
Miró al cielo oscuro, suspiró profundo y cayó de rodillas a la arena.
— ¡Brujita aaaa! — Un grito desgarrador salió de su pecho, era como desahogar ese dolor.

Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora