26 LISTOS PARA EL AMOR

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— Yo no tengo novia Lugg, ella es parte de mi pasado, un pasado muy triste del cual algún día te contaré.
— Pero yo te escuché cuando tú le decías que la amabas y ella te respondió con un beso.
Lucciano la miró y entendió el por qué actuó como lo hizo semanas atrás.
— ¿Mi pequeño angel estaba celosa? — Preguntó sonriendo.
Luggina lo fulminó con la mirada.
— ¡No! Estaba furiosa y fui a liberarte de mi contrato y que tú me liberes de esa cláusula.
Lucciano acunó su rostro y dio un beso en ese Trompito de pez que se le formó al momento de apretar su rostro entre sus manos.
— No quiero librarme de tu contrato nunca, quiero estar atado a ti por completo.
Luggina sintió un nudo formarse en su garganta.
— Pero es que. — Lucciano cayó sus palabras con otro apasionado beso.
Y la envolvió en sus brazos.
— Entre Dayanara y yo, no hay ni habrá nada nunca. ¿Sabes por qué? Por que deseo estar atado siempre a ti.
— Voy a creer en tu palabra, profesor. Y yo también deseo estar atada a ti siempre. Pero.
— No hay pero señorita.
— No puedes cortar mis alas. Ángel necesita sentirse libre .
— Eres libre mi ángel, pero no quiero que vean a mi mujer bailar desnuda.
Luggina sintió una explosión de emociones al escuchar esas palabras, se abrazaron y subieron a colocar la ropa nueva mente en su lugar.

Los días continuaron Luggina organizó con Miguel Ángel los horarios para que el pudiera tener tiempo con Bianca.
Lucciano era quien organizaba a los custodios de Luggina.
Salían juntos a la universidad y nuevamente la recogía.
La fiesta en el yate ya era ese fin de semana, todo estaba organizado.
— ¡Hola Lugg! ¿Todo listo para este fin de semana? — Preguntó Francesca.
— Si, todo listo, zarpamos esta noche y regresamos el domingo por la noche.
— ¡Genial! — Expresó Nicolle y Francesca al unísono.
Las chicas miraron tras de Luggina y luego entre ellas y rieron, Lucciano les hizo señas de silenció.
— Si, nos iremos a la isla tiberina. Será genial.
De pronto se sintió en el aire y dando vueltas.
Aferró sus brazos al cuello de Lucciano mientras reía.
— ¿Como está la mujer de mi vida?
Preguntó dándole besos.
— ¡Ya! bajarme me vas a marear.
Decía Luggina entre risas.
Lucciano la dejó en el suelo dándole un beso con mucho amor.
— ¡Lugg! ¿Si te hubieran dicho, que hoy estarías así con el odioso de tu profesor. Lo hubieras creído? - Preguntó Francesca entre risas.
Luggina miró a Lucciano y con el dedo índice dando golpecitos en sus labios y mirando a la nada respondió.
— Pues en ese momento no. No, nunca lo hubiera creído en verdad.
— Ni yo, pero las circunstancias nos trajeron hasta aquí. — También responde Lucciano .
Subió al auto y se fueron cada quien a su casa. No sin antes decirles la hora en que se verían en el yate
— Vamos donde mis padre, por favor.
— ¿Berlusconi o Pierre?
Esa pregunta le llamó la atención a Luggina.
— Pierre. — Respondió Luggina. Y fue entonces que un pensamiento pecaminoso llegó a su mente.
"¿Mamá y papá Alessandro, fueron amantes?"
"Nunca entendí eso de el por qué soy hija de papá Alessandro y llevo el apellido Pierre"
Estaba muy metida en sus pensamientos.
— ¡Pequeña bruja hermosa! ¿Me estás escuchando? — Lucciano la sacó de sus cavilaciones.
— ¡Ah! Si, yo, este no, la verdad no amor, no se qué me dijiste.
Lucciano paro el carro se giró quedando frente a ella.
— ¡Repite lo! Vuelve Lo a decir.
Luggina lo miró y sonrió.
— Lo dije sin querer, es un decir.
Lucciano la miró achicando los ojos.
— ¡Ah! ¿Osea que esa palabra se la dices a todo el mundo.? Niña mala, dime. — Le hacía cosquillas, mientras Luggina reía.
— ¡Ya! Ya, no más por favor. Luggina lo miró y acarició sus mejillas.
— Sabes que no, nunca le digo así a nadie, solo se me salió sin pensar.
Lucciano la miró y levantó una ceja.
— ¿Pero lo sentimos? — Preguntó y Luggina miró a la nada presionando sus labios.
Lucciano entendió y siguió.
Luggina retomó nuevamente ese pensamiento que se le apoderó de su atención.
Miró a Lucciano achicó sus ojos al recordar de que el y Alessandro se conocían hace mucho tiempo.
— ¿Desde cuándo conoces a mi padre Alessandro? — Preguntó sin más. Esa pregunta le pareció extraña a Lucciano, la miró y siguió con la vista al frente.
— Desde hace años, somos amigos ¿Por qué la pregunta?
Luggina sintió un mal sabor de boca al pensar en la respuesta.
Lo miró u volvió a preguntar.
— ¿Por qué te hiciste llamar Alexander Santini?
Lucciano nueva mente paro el auto y se puso frente a ella.
— Mi peque hermosa, soy investigador privado, tengo una agencia de nivel internacional, sé trabajar de encubierto, cuando el cliente requiere de mi servicios personales, pero como profesor estaba reemplazando a Anna.
— ¿Hiciste algún trabajo para mis padres?
— Cariño es mi trabajo y parte de mi trabajo es la privacidad de cada cliente Si tienes algo que preguntar por favor yo te contaría mi vida entera pero sobre los trabajos que realizo no.
Ve a preguntarle a Alessandro, él es el más indicado para darte este tipo de respuestas.
Luggina lo miró fijamente y entendió que el sabía algo que no podía revelarlo.
— No tiene importancia, solo soy muy curiosa, I'm crazy — Dijo riendo y terminó diciendo. - No voy a investigar nada ¿Que tendría que investigar? Vamos llévame a casa de mi padre Stéfano. - Dio un beso en mis labios de Lucciano y el continuó con el viaje que fue en completo silencio.
Llegaron a la mansión, salieron para ir al jardín do de estaría Stéfano y Pierina.
Lucciano tomó la mano de Luggina, ella lo miró y miró sus manos juntas.
 —No me acostumbro a tener que aparentar, siempre lo olvido y por eso no tomo tu mano.
Lucciano la detuvo y con la mano libre acarició su mejilla.
— No estoy aparentando, solo quise tomar tu mano pero está bien te soltaré para que no crea que estay aparentando.
Luggina apretó la mano de Lucciano al sentir que se soltaba de ella.
— Tenemos que deshacer ese contrato.
— Lo haremos mi vida, lo haremos.
Caminaron al interior del jardín, saludaron a sus padres y se dispusieron a comer.
Luego de mucho tiempo entre conversas y risas Luggina fue a su habitación.
Buscando hasta debajo de la cama, cuando la encontró nana Zuria.
— ¡Hija! ¿Que haces metida ahí debajo de la cama?
— Nada nana, solo quise ver si estaba en buenas condiciones.
— Luggina Antonella. Mírame ¿Soy una desconocida?
— No nana. ¿Por qué preguntas eso?
— Por que te conozco niña, y se que estás buscando esto
Contestó mostrando le una caja roja.
— ¡Nana! Gracias, gracias. ¿Donde la encontraste?
— Tirada por ahí.
— La devolveré a su dueño.
— Está bien mi niña, me alegro que todo esté bien en tu vida.
— Lo está nana, todo está perfecto.
Salieron de la habitación para marcharse a su departamento.
— Padre, madre ya nos tenemos que ir, nos queda poco tiempo para llegar al muelle. Nos iremos a la isla Tiberina
Pierina levantó la mirada y posó sus ojos en su hija y luego en Lucciano .
— ¡Hija!
— Mamá, me voy con las chicas a la Tiberina. Les estoy comunicando para que sepan dónde estoy.
Stefano tomó sus manos.
— Diviértete mi niña hermosa. Disfruta tu viaje.
— Mamá, por favor.
— Solo cuídate mucho se abrazaron, se despidieron y salieron.
Ya de camino al departamento.
— Nunca entiendo ni entenderé la actitud de mi madre. Su negativa me parece exagerada.
— Tendrá sus razones.
— Pues quiero saberlas. Y me las va a decir.
Lucciano cambio de tema.por completo.
Te extrañaré, me sentiré solo en el departamento.
— Pensé que vendrías conmigo.
— ¿Estoy invitado?
— Por supuesto que sí. Le harás compañía a Miguel Ángel.
Lucciano la miró y sonrió.
—¿A Miguel Ángel? Pense que te haría compañía a ti.
Luggina rió, se estaba burlando de él.
Por supuesto que me harás compañía a mi. Además tengo algo para ti.
Dijo Luggina mirando a Lucciano con una sonrisa. Lucciano tomó su mano y dejó un beso en ella.
— ¿Que será?
— Algo que tengo desde hace mucho.
Llegaron al departamento
— Bueno ¿Qué será.? — Preguntó Lucciano abrazándola.
— Ya lo sabrás.
Luggina envió mensajes a todos para saber si ya estaban todos en el yate.
— Ya todos están en el puerto, vamos.
Cogieron sus cosas personales y salieron para reunirse con los demás .
El recorrido fue de casi una hora y media, como siempre Luggina tenía el volumen del equipo de su auto muy alto y bailando en su asiento.
Escuchaba a The Weeknd y su música Save your Tears.
Su cabello se movía al viento mientras cantaba y reía.
Lucciano la miraba y sonreía de verla lo activa que era.
Era como adrenalina para su vida. Le había devuelto las ganas de creer en el amor.
Montó el descapotable del auto y lo aparcaron, bajaron sus cosas y Luggina corrió al encuentro con sus amigos.
— ¿Todos listos? — Preguntó.
Y todos fueron .
— Listo para un Finde inolvidable.
Subieron al yate y se dispusieron a zarpar, la Tiberina y sus encanto y sus limoneros los esperaban .

— You day. I'm crazy.
— Dices que estoy loca.

Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora