28. NOCHE INOLVIDABLE

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Llegaron y ya los estaban esperando en el aeropuerto, subieron a su Audi A3 Sportback y fueron a la residencia que tenía Lucciano.
- Bienvenido señor. - Saludó Digna, el ama de llaves.
- ¡Hola Digna! La señorita es mi prometida, Luggina Pierre.
- Un gusto señorita Pierre.
- Hola, Digna.
Digna la miró con un disimulado desagrado, para ella Dayanara nunca dejó de ser la señora de esa casa.
- ¿Los señores van a comer?
- No Digna, mi mujer y yo saldremos a cenar.
- Con el permiso de los señores me retiro.
Lucciano tomó la mano de Luggina y subieron las escaleras.
- Esta será tu habitación.
- Bien, iré a arreglarme, y nos vamos.
Dio un beso y entró.
Caminó por la habitación miró la cama sonrió y se tiró de espaldas.
- Esto es un sueño. Lucciano y yo juntos de verdad sin contrato de por medio. Lo amo, lo amo.
Sentía su corazón estallar de la felicidad. Entró al baño a ducharse, se tomó todo el tiempo que deseó.
Mientras Lucciano hizo una llamada de urgente a la casa de modas, para hacerle un regalo a su pequeña bruja.
Entró al baño, y no estaba diferente a Luggina, su corazón martillaba tan fuerte en su pecho.
- Mi pequeña bruja. Me tienes hechizado. Te amo mi hermosa, te amo.
Se dijo mirando se al espejo.
El toque en la puerta lo sacó de sus pensamientos luego de un tiempo.
- ¡Adelante!. - Dijo saliendo del baño.
- Señor, su pedido está aquí.
- Bien, déjalo sobre la cama, por favor.
Se colocó una bata de baño cogió las cajas y las llevó a la habitación de Luggina.
Tocó y como no recibió respuesta entró.
Dejó las cajas sobre la cama y salió.
Para ir a vestirse.
Luggina terminó de secar su cabello y maquillarse. Salió de la habitación de baño y encontró las cajas.
Al mirar en su interior, vio un hermoso vestido color turquesa a juego los zapatos y bolsa de mano.
Sonrió al mirarlo, lo sacó y lo midió por encima de ella.
Una hora después ya estaba lista, Lucciano pasó sus manos por su cabello, mirándose al espejo.
-Mi bruja debe estar lista.
Se arregló la corbata y salió, tocó y la puerta fue habierta. Luggina sonriente se acercó a él.

- Ma sorcière! tu es belle
¡Mi bruja! Estás hermosa.
- Et toi, très élégante
- Y tu muy elegante.

- ¿Lista? Mi bruja Hermosa.- Preguntó Lucciano abrazando se a su cinyura
- ¡Lista! Mi engreído arrogante. - Siempre.
Lucciano sonrió abrazó su cintura y la apretó a su cuerpo, acarició su mejilla, y en un susurro entre sus labios le dijo.
- Te amo mi brujita.
- Te amo mi engreído.
Unieron sus labios en un apasionado beso. Que bajó a su cuello.
- Te haría el amor aquí mismo y ahora.
Luggina lo miró y sonrió al mismo tiempo que se sonrojaba.
Lucciano la observó y sonrió.
- ¿Que sucede? - Preguntó algo curioso.
- Lucc, no se qué imagen tengas de mi, me conociste bailando en el club. Y pensarás.
Su dedo índice selló sus labios.
- Nunca pensaría nada malo de ti.
- Es que yo, yo, yo nunca.
- Te amo, te amo. Eres y serás mía eternamente.
- Y tú mío por siempre.
Unieron sus labios nuevamente, mientras eran observados por una mala mujer. Disma. Ella era fiel a Dayanara, por eso siempre le ayudaba a salir ilesa de ser descubierta por Lucciano.
Lucciano y Luggina salieron para ir al
Le Jules Verne, el restaurante donde tenían la recepción cerca de la torre Eiffel.
El trayecto fue entre conversas triviales y risas.
Tanto Luggina como Lucciano disfrutaba de la compañía del otro. Llegaron al restaurante y fueron recibido por una anfitriona, que magistralmente ignoró a Luggina.
-Señor Lombardi su mesa esta lista. ¿Algún vino en especial?
Lucciano abrazó a Luggina, y se dirigió a la anfitriona.
- Ese lo escoge mi esposa.
La mujer miró a Luggina con desdén y frunciendo sus labios.
- Quiero un Romanée Conti 1945.
Aquella mujer no disimuló su asombro. Miró a Lucciano quien la vio con severidad.
- ¿No piensa atender la petición de mi mujer?
- Enseguida señor - Respondió con cierto nerviosismo.
Lucciano tomó la mano de Luggina entre las de él.
- ¿Ya te dije que estás hermosa?
- Mm no. Lo escuché de un hombre desconocido al entrar aquí.
Respondió con sorna.
La cena y el vino fue servido. Al finalizar se acercó la anfitriona nuevamente.
- Señor su Boucher. Espero hayan pasado una buena velada.
Luggina la miró.
- ¿Cual es tu nombre?
- Romina
- ¿Eres la única Romina que trabaja aquí?
- Si. ¿Por qué?
- Por que estarás despedida.
Romina no supo donde estaba parada.
- ¿Que me está diciendo señora Lombardi?
- Que estás despedida, por qué soy la dueña de este restaurante como de muchos otros.
Luggina cogió su cartera y salió tomando la mano de Lucciano.
- ¿Que acabas de hacer?
--Lucciano, a mi nadie me ignora, y mucho menos una empleada que trata mal a sus clientes, yo entré como una clienta no como la dueña.
- Mi mujer es muy narcisista.
- No soy narcisista. Reconozco lo que soy y nadie trata mal a un cliente de una de las empresas familiares.
- Vamos, tengo algo que mostrarte .
Lucciano casi corrió con Luggina de la mano para subir a la Torre Eiffel.
Fueron recorriendo cada sección de la torre primera, Segunda y tercera planta. Y dos horas con treinta minutos estaban en la cima de la torre, mirando la cuidad.
- Eh estado en todos los lugares donde eh querido, pero nunca se me ocurrió venir aquí.
- ¡Oh! ¿Entonces soy dueño de esta primera vez?
Luggina lo miró y sonrió, y envolvió sus brazos en el cuello de Lucciano..
- Si, eres dueño de esta primera vez
Respondió dando un beso en los labios.
Miró la ciudad.
- Es simplemente maravilloso. - Expresó. Lucciano envolvió su cintura, le susurró al oído.
- Te haría el amor aquí en estas alturas.
Luggina se giró uniendo sus labios a los de Lucciano en un beso apasionado. Y luego susurró entre ellos
- Y yo deseo que me lo hagas. Deseo que me hagas tuya. Aunque ya me hiciste lo que quisiste.
Lucciano la miró y mordió su labio inferior sintiendo palpitar su polla.
- Te eh hecho el amor de mil maneras, mi bruja. Has sido mía muchas veces.
- Tu también has sido mío, profesor, te eh respondido de las mil maneras que me has hecho tuya.
Lucciano besó su cuello, cosa que a Luggina le despertó cada uno de sus átomos.
- ¿Vamos? Dijo Lucciano para bajar
- ¿A dónde vamos ahora?
- Es otra sorpresa. Ven te vendaré los ojos.
Con su corbata vendó los ojos de Luggina
Bajaron de la torre y subieron a su auto.
Y casi dos horas llegaron al mirador de Buttes-Chsumont. Tomó la mano de ella para ayudarla a bajar del auto y la guío por el camino de madera a subir lo ciento setenta y tres escalones.
Ya estando arriba quitó la venda de sus ojos.
- ¡Woow! hermosa vista, mi amor. Me creerías que no nunca antes estuve aquí, y eso que me encantan los alturas.
- ¿Tambien es la primera vez que subes aquí?
- ¡Si! Aún tengo muchas cosas que hacer.
Lucciano abrazó su cintura desde atrás, besó su cuello y mordió suavemente el lóbulo de su oreja.
Luggina se giró quedando frente a él, se miraron a los ojos.
- Hazme tuya Lucciano, hazme tuya aquí.
Susurró Luggina.
- Vamos a nuestra casa. El lugar no esta.
Luggina lo silenció con un beso. Y luego susurró entre sus labios
- El lugar es perfecto, nos encantan las alturas son nuestros lugares favoritos. Hazme tuya aquí.
Lucciano besó sus labios ella enredó sus dedos en su cabello y profundizaron ese beso apasionado.
Bajó a su cuello y luego a su clavícula, volvió a subir a sus labios los devoró como a una fruta jugosa.
Fue soltando poco a poco el listón de su vestido mientras ella desabrochaba los botones de la camisa.
Sin darse cuenta estaban en ropa interior. Muy despacio fueron cayendo al suelo sobre sus ropas.
Lucciano besó cada centímetro de su piel. Bebió de sus labios de sus pechos y d su fuente, el néctar de la pasión que sentían .
Jugó con ese botón del placer, ese que hacía estremecer todo el cuerpo de Luggina, mientras su lengua jugaba, en su entrada sus manos estaban en sus pechos, Luggina arqueaba su espalda, mientras sentía sus piernas temblar, novia sus caderas, Lucciano dejaba suaves mordidas en su vientre y nuevamente volvía a ese punto.
- ¡Aaaah! ¡Mmmm! Lucciano. Lucciano.
Luggina sintió su cuerpo tensarse y sus piernas temblar. Su respiración se agitó y agarró los cabellos de Lucciano para traerlo más a ella, movía sus caderas. Sintió esa fuerte sensación recorrer su cuerpo y estalló y un fuerte orgasmo, Lucciano con su dedo pulgar dio masajes a su punto mientras ella estaba extasiada..
- ¡Mmmm! Lucciano. - Casi gritó.
Lucciano fue subiendo dejando besos húmedos llegó a sus pechos, los lamió, los succionó tan fuerte, que otro gemido salió de los labios de Luggina.
Dio mordidas casi fuertes , que el dolor le dio placer a Luggina.
Lucciano se posesionó entre sus piernas, y jugó en su entrada.
Se apuntó en ella y pico a poco se fue adentrando en ella. Su frente era bañada en sudor, sus cuerpos mojados por la escensia de la pasión desbordante que estaban experimentando. Lucciano siguió abriéndose paso en su interior. Era jodidamente estrecha era como un guante que apretaba su polla, Luggina acarició su espalda mientras se sentía invadida por él.
Lucciano se adentro un poco más rompiendo esa barrera que estaba exclusivamente esperando para que sea el quien la rompiera.
Un empujón mas, unas uñas clavadas a su espalda, un gemido muy fuerte, fueron la confirmación de que estaba totalmente dentro de ella.
Luggina se sentía llena de él. Lucciano se quedó quieto por un momento para que se acostumbre a su tamaño.
- Cuando estés lista me lo dices.
- Estoy lista para ti, mi amor.
Lucciano besó esos labios de miel, y fue correspondido, poco a poco salió y volvió a entrar y así hasta que sus movimientos fueron sincronizados y más fuertes cada momento.
Las embestidas se hicieron más fuertes y profundas, eran tan placenteras que Luggina se retorcía del placer que sentía.
- ¡Aaaagh! Lucciano.
- Lugg, mi Lugg. Te amo.
- Te amo mi Lucc.
Lucciano sintió el cuerpo de Luggina tensarse , mordió uno de sus pezones y se movió más rápido. Luggina estaba experimentando un segundo orgasmo que la llevó al cielo.
Entre gemidos clavó las uñas nuevamente en la espalda y seguida de lucciano que también se corrió dentro de ella.
Sus respiraciones eran agitadas unió su frente bañada en sudor a la de ella.
Y muy despacio salió de su interior.
Lucciano y Luggina, se entregaron a su amor, sellaron esa promesa de amarse por siempre en esa entrega. Era su primera vez y se la entregó al hombre con el que soñó cada noche desde niña, al encontrarlo nuevamente sus sueños fueron más fuertes y excitantes.
Hicieron el amor toda la noche hasta que el sol los sorprendió.

Lucciano hizo de la primera experiencia de Luggina una noche inolvidable.
- Te amo mi brujita Hermosa. - Le dijo entre besos y mordiscos en su cuello subiendo a sus labios.
- Y yo te amo más mi profesor arrogante. - Se dio la vuelta y se ubicó a horcajadas sobré Lucciano.
El la miró embelesado por su belleza, su piel blancas con sus marcas pronunciadas.
Llevó sus manos a sus pechos y los acarició, apretó sus pequeños pezones rosados.
Luggina tiró su cabeza hacia atrás.
- ¡Mm! Lucciano.
Unió sus labios a los de él, y nuevamente se entregaron a esa pasión desbordante.

Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora