21. HILO DE SANGRE

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Separaron sus labios por la falta de aire, se miraron fijamente a los ojos y el mundo desapareció a su alrededor.
Lucciano unió nuevamente sus labios a los de ella, Luggina respondió dándole paso a esa lengua nuevamente.
Y de pronto llegó a ella esos pensamientos sobre el contrato.
" Nada es real, frente a todos tenemos que aparentar que nos amamos"
Cerró los ojos y apretó con fuerza sus dientes mordiendo el labio inferior de Lucciano, hasta hacerlo sangrar. Luggina se separó de él
- Me tengo que ir. - Dijo mirando el labio de Lucciano herido.
Lucciano unió su frente a la de ella, luego acunó su rostro entre sus manos, y con el pulgar limpió un hilo rojo de sangre en los labios de ella.
- Estamos destinados, ahora unido por nuestro beso rojo, por qué en tu boca está mi sangre y eso nos unirá de por vida.
- ¿Sabías que estás loco. Verdad?
- También eres la primera en decirme lo ¿Sabías? Y si lo estoy, es por tu culpa, pequeña bruja.
- ¡Bruja! Bruja tu conciencia.
Luggina se soltó del agarre de Lucciano y caminó en dirección de sus padres.
- Padres yo me retiro, estoy muy cansada.
- Tranquila hija no te preocupes, nosotros despediremos a los invitados.
- Bien yo me retiro también, Stéfano, señora Pierina, un gusto volver a verlos.
Pierina asintió con la cabeza y diciendo algo que a Luggina la dejó en shock.
- Por favor, no lleves tan tarde a mi hija.
- ¡Mamá! Yo no.
Lucciano vio por donde iba la respuesta de Luggina.
- No se preocupe la dejaré en casa sana y salva.
Tomó la mano de Luggina y salieron del salón.
Llegó al estacionamiento pues Miguel Ángel la vio y se dispuso a adelantarse.
- Mi Prince, no pude felicitarte.
Le dijo abriendo sus brazos para recibirla.
Lucciano miró la escena y esperó.
- Miguel Ángel, yo la llevo, ve con Bianca no la dejes sola.
Miguel Ángel miró a Luggina y ella cerró los ojos en aprobación de lo que Lucciano dijo.
Miguel Ángel se despidió de ellos y fue a ver a Bianca.
- No creas que te lo permito por ti. Fue por ella, no más.
- Lo sé, y fue por eso también que se lo pedí, para que ellos dos tengan su tiempo, no creas que lo hice por ti.
Luggina puso los ojos en blanco, entró al auto, y le puso seguro para que Lucciano no entrara, pasó al lado del piloto lo encendió y salió de ahí.
Lucciano subió a su auto y la siguió a toda velocidad hasta alcanzarla.
- ¡Joder! - Dio golpes en el volante.
- Pequeña bruja, niña mala, te voy a dominar, ya lo verás.
Luggina llegó al mirador, el viento estaba tan fuerte que batía su cabello por todos lados.
Se quitó los zapatos y caminó descalza.
Lucciano llegó y a lo lejos pudo mirarla, tan lejana y metida en sus pensamientos.
" En qué momento me metí en todo este lío del compromiso. No debí aceptarlo, debí ser sincera con mis padres ellos me comprendería. Y no hubieran permitido este chantaje"
Se decía y se respondía
" ¿Pero te gusta sentirte atada a ese hombre verdad? Sentiste celos de esa pelirroja"?
- ¡No! No sentí celos, nunca los sentiría por ese grandísimo imbécil.
Dijo en voz alta y Lucciano la escuchó.
Se acercó muy despacio, rodeó su cintura y la giró.
- ¿Celos? ¿Sentiste celos de Dayanara? Pues déjame decirte que no tienes por qué sentirlos. Firmamos un contrato de exclusividad y ni tú, ni yo podemos. - Luggina lo fulminó con la mirada, se enfureció al momento de escuchar la palabra contrato. Y lo interrumpió.
- ¿Acaso te volviste loco? ¿En qué momento dije que estaba celosa de ti? Pues sí es verdad, tenemos un contrato firmado. Y eso es un contrato y ya, tú y yo no tenemos absolutamente nada, tú sigues con tu vida, que yo sigo con la mía, y lo de exclusividad. No te preocupes a mí no me interesa tu exclusividad ni tu vida personal. ¿ Estamos?.

Quiso salir nuevamente pero el agarre de Lucciano se intensificó.
- Pues déjame decirte, que a mí sí me interesa tu exclusividad, y tanto así que firmaste en el contrato que no volverás a bailar en ese club, que única y exclusivamente bailarás para mí.
Luggina sintió un balde de agua fría al escuchar esas palabras.
¿Cuando carajo firmó eso? Si cuando leyó el contrato esa cláusula no estaba.
De pronto recordó que cuando no lo dejó leer sus cláusulas el tampoco la dejó leer el suyo.
- Eres un maldito tramposo, te odio con todas mis fuerzas.
Dijo dándole golpes en el pecho.
Lucciano se dejó dar unos cuantos para que se sintiera desahogada, y luego agarró sus muñecas y la abrazó.
- Yo también firmé sin saber de tu trampa, así que estamos a mano.
Luggina recordó su cláusula.
" Firmaras el divorcio y no reclamarlas la paternidad de tu hijo."
Luggina se soltó del agarre y caminó de un lado a otro.
- ¿Como pudiste hacerme esto? Sabes que esa es mi pasión, yo amo bailar.
- Lo harás baby.
Luggina lo interrumpió con un grito
- ¡No me digas así! No soy tu baby.
Lucciano la miró muy furiosa y casi descontrolada.
- Lugg.
- ¡Luggina! Para ti, tú no llegas ni a conocido para que me llames así.
- Luggina, trata de controlarte.
- ¿¡Como carajos quieres que me calme!? Si me estás quitando lo que más amo en mi vida. Bailar Lucciano, bailar. Qué vas a entender si eres un viejo.
Lucciano la miró la agarró de la muñeca y la atrajo a él con fuerzas.
La agarró por la nuca y unió sus labios a los de ella.
Luggina luchó por un momento, pero cedió y entre abrió sus labios para darle paso a ese beso que lo deseaba muy en el fondo de su corazón.
Lucciano se alejó de ella dejándola con lo ojos cerrado y su boca en espera.
- Este viejo al que muy dentro de ti deseas. Por qué de no ser así, no estarías esperando por un beso mío.
La dejo ahí subió a su auto y se marchó del lugar dejándola sola.
Luggina callo de rodillas al suelo, agarró tierra en puños y un desgarrador grito salió de su garganta.
Se sintió liberador, dejo salir las lágrimas como nunca antes, se sentía impotente, frustrada y fuera de control.
- Te odio Lucciano Lombardi, te odio y te odiare siempre.
Subió a su auto y ahí se quedó viendo salir el sol.
Muy a lo lejos un auto la custodiaba, la vigiló toda la noche, Lucciano no pudo irse y la observó a lo lejos.
Escucho cada palabra, cada maldición salir de la boca de Luggina
Sintió un nudo en su garganta por hacerle todo eso.
Tanto fue su mal sabor, que pensó en liberarla de ese contrato.
" !No! No puedo hacer eso, por qué entonces ella se sentirá poderosa. Yo te voy a bajar ese ego baby. Y cuando eso suceda."
Sus pensamientos fueron interrumpido por el sonido de su celular.
Miró la pantalla y era un número desconocido.
- ¡Hola! - Respondió. Y al otro lado esa voz chillona de Dayanara. Que hizo un gesto desagradable.
"¿Cuando carajos pensé que tenía un voz sensual ?" Pensó.
- Lucci mi amor ven por favor necesito que hablemos.
- Dayanara tú y yo no tenemos nada que hablar, eso que llamas lo nuestro está enterrado junto con mi hija.
- Lucciano será solo un momento. No más.
Lucciano llamo a Miguel Ángel para que viniera en busca de Luggina.
Al momento que Miguel Ángel llegó se miraron y en un movimiento de cabeza se saludaron. Lucciano se fue a solucionar su pasado que ahora estaba presente y eso no era bueno por ahora.
Miguel Ángel se acercó a Luggina.
- Mi Prince, vamos a casa.
Miguel Ángel la cogió en sus brazos y la llevó a su auto. Dio las llaves al otro guarda espalda y se fueron.
- Lo odio Mig. Lo detesto, lo aborrezco. Me dejó sola y no le importó mi seguridad. Y sabes qué fue lo peor que me hizo.
- Prince tranquila ya después me contarás ahora solo relájate y trata de olvidar todo lo malo.
- ¡No! No puedo olvidar lo malo Mig. No puedo porque con lo malo me voy a casar.
- Mi peque, no todo puede ser malo mírale lo bueno.
- ¿Bueno Mig? Te dije lo que me hizo firmar no verdad ya no sé si te lo dije.
Me hizo firmar que tengo que bailar única y exclusivamente para él y yo no pude leer ese maldito contrato antes de firmarlo.
Miguel Ángel la miró muy sorprendido, ¿Como era eso posible.?
- Peque ¿Cómo es que no leíste ese contrato?
- Simplemente no lo leí Mig, no lo leí porque tampoco dejé que leyera el mío.
- ¿Y qué dice el tuyo? Pequeña.
- Que si tenemos un hijo él dará el divorcio sin derecho a reclamar la paternidad.
- ¿Cómo pudiste hacerle firmar algo así? Cuando se entere de esa cláusula Luggina. Te odiará si le quitas su hijo.
Él también me engañó me hizo firmar una cláusula que yo no estoy dispuesta a dejar, voy a negociarla con la cláusula que le hice firmar.
- ¿Y tú piensas llevar una vida normal con él? ¿Te piensas a acostar con él?
- Miguel Ángel no me hagas esa clase de pregunta. La escribí porque pensé, Mig, no se lo que pensé y se me ocurrió eso.
Luggina no continuo hablando.
Decidió ir a negociar su cláusula.
- Miguel Ángel, llévame a su casa por favor.
- ¿Estás segura?
- Si, muy segura. Hablaré con él y negociaremos.
Miguel Ángel manejó en dirección al departamento de Lucciano.

Un amor sin máscara, mi Daddy (3er Libro De La Saga Cielo Eterno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora