En el confortable hogar y disfrutando de un buen coñac, se toman buenas decisiones. Pero este no era el caso de los compañeros, que estaban desconcertados y no encontraban la salida a sus problemas. ¿Cómo continuar?, se preguntaban. No eran matones para usar la violencia física y obligar a Ruth a dar una respuesta convincente sobre la ubicación de la Semilla. De solo pensar en esa posibilidad, se les paraba el corazón de angustia. Por este motivo, después de mucho debatir y barajar diferentes planes, llegaron a una conclusión: irían con la verdad, siguiendo la idea que había propuesto Sebastián en un comienzo. Sabían que era arriesgado, pero no encontraron otra opción.
Al día siguiente, por la tarde, se bañaron, se afeitaron y se pusieron la ropa más elegante que tenían junto al mejor perfume de Víctor, así se dirigieron a la casa que tan solo hacía veinticuatro horas habían visitado, llevando también el mejor sachertorte de la ciudad.
Una vez en la casa, se pararon frente a la puerta, se acomodaron la ropa y el cabello, golpearon la aldaba en la madera maciza y pusieron la expresión más bonita que pudieran transmitir sus rostros.
–Ahora que recuerdo, me debes la explicación del uso antiguo de las aldabas –dijo Seb señalando el bronce colgante sin sacar su falsa sonrisa de modelo publicitario.
–En la versión oficial es un timbre para llamar a los ocupantes de la casa. En la versión esotérica, espanta los demonios que merodean en los portales –contestó el profesor mientras golpea nuevamente el llamador tres veces consecutivas–. Lo tienes que hacer sonar tres veces para que sea efectivo.
Luego del segundo llamado, esperaron unos segundos y, al no obtener respuesta, volvieron a golpear una tercera vez. Al ver que nadie respondía, se miraron con rostros tristes y desconcertados.
–Me parece que tendremos que volver en otro momento. Bañarnos y perfumarnos más seguido no nos viene nada mal –rio Víctor–. ¡Ni hablar del sachertorte que nos vamos a zampar! –dijo oliendo el bulto que llevaba entre sus manos.
Justo en el momento en que se disponían para retirarse, notaron que la puerta de madera de roble estaba apenas abierta. Seguramente, los golpes de la aldaba la habían desplazado mínimamente sin ellos percatarse del sutil cambio. Seb, con cuidado, la empujó con timidez con su mano y esta se abrió lentamente.
–¿Qué hacemos? –dijo Seb con un susurro inseguro y una expresión de sorpresa–. ¿Entramos?
–Mejor vayámonos de aquí –respondió Víctor, mientras autoritariamente tomaba el picaporte firmemente y cerraba la puerta. Luego, pegó media vuelta para irse por donde había venido.
Sebastián no tuvo oportunidad de discutir la súbita decisión y lo siguió no muy contento con la mirada clavada en la nuca del profesor. Si sus ojos hubieran sido un arma láser, el profesor hubiera muerto al instante.
Así, subieron al auto estacionado en el mismo lugar donde lo habían aparcado el día anterior, arrancaron y regresaron a su domicilio en silencio, como una pareja de novios enemistada.
Una vez llegados a la casa, el joven no aguantó más e increpó a Víctor:
–¡Por qué cerraste la puerta! –reclamó con indignación agitando los brazos, sin quitarle la vista cabreada a su amigo.
–Fue un impulso... quién sabe que nos hubiéramos encontrado ahí adentro. Fue todo muy raro y algo me dijo que no debíamos seguir.
–Tú dijiste que te ibas a jugar el todo por el todo y hoy no lo hiciste.
–No me entiendes Seb. Piensa, si hubiéramos entrado y llegaba la policía, ¿Qué habría pasado? Íbamos a la cárcel y con nosotros la esperanza de encontrar la Semilla.
Víctor hablaba con la convicción de un profeta. –Te aseguro que estoy preparado para dar el todo por el todo, y más ahora que veo que esto no es un juego de niños.
Pero tenemos que ser inteligentes y planear las jugadas, porque quizá esto sea una señal de alerta de lo que viene.
–Espera... ¿Todavía no sabemos qué pasó realmente con la anciana y tú ya piensas en calamidades y desgracias? ¿Y si todo fue solo un descuido de ella que no cerró la puerta correctamente? ¿No le pudo haberle pasado algo así a una anciana de ochenta y tantos años? O, quién sabe, se desmayó y necesitaba ayuda. Creo que en el mundo existen infinidad de opciones azarosas para explicar una situación como esta.
Entonces, Víctor, mientras se rascaba la cabeza con sus dos manos como queriendo crear orificios para que emergieran las ideas, se dio cuenta de que había pensado lo peor de una situación que, cómo Seb había dicho, podía no ser de ninguna gravedad.
Se dirigió entonces a la chimenea, eligió una pipa de brezo con una forma larga y extravagante, la relleno con tabaco y la encendió con unos fósforos que se encontraban junto a ella. Después de unas bocanadas, se la pasó al muchacho y le dijo: –Perdón, tienes razón, me precipité y no pensé claramente. Por favor, discúlpame.
Después de esas simples y sinceras palabras, Seb se dio cuenta de que había sido un poco duro con su amigo. La situación y el momento de tensión que se había generado lo habían hecho reaccionar impulsivamente, de forma semejante a lo que había hecho su compañero en la puerta de Frau Ring hacía solo unos instantes. Notó entonces, que se estaban comportando como dos caras de una misma moneda y, por eso, decidió recoger la pipa que le pasaba Víctor, aspirarla y, junto con una sonrisa, ofrecerle su mano en señal de amistad. El profesor, sin dudarlo, se la estrechó de vuelta.
–Yo también te pido disculpas por dudar de ti. ¿Volvemos mañana? –dijo Sebastián.
–Así será.
–Ah... y otra cosa... ¿Cómo te puede gustar fumar esto? –decía Seb con cara de asco mientras tosía.
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RENOVATIO - La realidad puede cambiar
Fantasy¿Te atreverías a entrar a la "Otra Realidad" para cambiar al mundo? Acompaña a Seb en esta aventura épica en busca de la Semilla. Si la encuentra, el mundo no volverá a ser el mismo. Seres desconocidos, chamanes psicodélicos y realidades alternativa...