XLII

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–Buen día Marta. ¿Qué comida deliciosa tendré el gusto de almorzar hoy? –preguntaba el muchacho mientras se rascaba los ojos cansados por la lectura y se servía un vaso con agua en la cocina.

–Don Oscar me dijo que no cocine para el almuerzo –respondió secamente mientras acomodaba unas ollas en las alacenas.

–¿Y no le contó por qué razón?

–No creo que sea de mi incumbencia señor Sebastián –volvió a responder cortante.

–Entiendo. Le preguntaré a Oscar entonces. Muchas gracias.

Mientras buscaba al dueño en la casa, que no era poca cosa por lo grande y rebuscada que era, pensaba en el ama de llaves.

–Vivir junto a chamanes durante tantos años y ni que hablar de las situaciones extrañas que habría visto u oído. Seguramente hicieron de ella una mujer huraña y callada.

Él también preguntaría solo lo justo y necesario, si se encontrara en esa situación. Al llegar a esa conclusión, sintió empatía y cariño por ella.

–Seguramente no existen muchos empleados leales en el mundo y la lealtad vale más que el oro –pensaba.

Al entrar a una pequeña biblioteca con sala de lectura, Seb encontró a Oscar leyendo un viejo libro.

Para no interrumpir abruptamente, golpeó suavemente la puerta que se encontraba abierta, como señal de aviso.

–Entra y siéntate, estoy buscando algún caso similar al tuyo vivido en la Otra Realidad.

–¿Y qué has encontrado?

–Nada –dijo con la sonrisa de siempre, cerrando el polvoroso libro.

–¿Es para preocuparse?

–Claro que no, curiosidad más que nada.

–Mejor así entonces. Marta me ha dicho que no almorzaremos. ¿Qué haremos?

–Después de tantos años, se ha vuelto una mujer chismosa –dijo largando una carcajada.

–Digamos que como paparazzi no tendría mucho trabajo –acotó riendo Seb.

Después de una sonrisa cómplice el maestro agregó:

–Consume sólo líquidos y las infusiones que ya conoces, hoy a la tarde entrarás nuevamente.

Dicho esto, volvió a abrir el libro en la hoja donde lo había dejado minutos antes y comenzó a leer de nuevo como si nadie se encontrara en la habitación.

RENOVATIO - La realidad puede cambiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora