XLIX

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Como habían acordado en la noche anterior, Seb intentaría cruzar un objeto cualquiera.

De la misma forma que lo había hecho las últimas tres veces, el aprendiz se sentó y bebió el brebaje amargo nuevamente para entrar en la Otra Realidad, pero, a diferencia de las anteriores, sostenía en uno de sus puños una simple llave de bronce.

Horas después, el muchacho se despertó aturdido por el largo trance.

–No lo has logrado, ¿no? –preguntó Oscar sin ocultar su ansiedad en el mismo instante que Sebastián habría sus ojos desorientados.

–No, no pude pasarla –respondió Seb todavía confuso y decepcionado al mirar la llave en la palma de la mano.

–Me hubiera gustado verla desaparecer, como un truco de magia barato, pero no fue así –decía el chamán mientras tomaba la llave y la observaba con detenimiento–. Perdón por tanta conversación, toma agua y come algo. Descansa, luego hablaremos. Es tarde y fue una larga jornada, mañana será otro día.

RENOVATIO - La realidad puede cambiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora