Al día siguiente, un Sebastián repuesto se dirigió a la estación de tren para viajar hasta una ciudad vecina. El tren demoró poco más de veinticinco minutos e hizo un trayecto sin complicaciones. El muchacho no dejaba de sorprenderse por la pulcritud de todo, incluido el tren, y por la puntualidad para llegar a destino sin ningún contratiempo. Era inevitable compararlo con el servicio de transporte de su ciudad natal, donde era todo caótico y casi siempre, había algún acontecimiento que impedía el normal desarrollo del viaje: desde desperfectos mecánicos con el tren, algún accidente, protestas o robos. Siempre pasaba algo.
Mientras viajaba y observaba la bella ciudad, no podía apartar la mente de lo que debería hacer.
–¡Si pudiera tener la ayuda de mi maestro! –se lamentaba–. Pero el hombre de la casilla había sido claro y terminante: –Oscar Tukus no debe saber de esto. De ninguna manera debe enterarse quién soy. Si lo hace, queda roto de inmediato nuestro acuerdo.
Por supuesto que reflexionó mucho sobre esta cuestión antes de hablar con el chamán. Realizar el trabajo sin su maestro era simplemente imposible. Se encontraba entre la espada y la pared y no había otra opción.
Por esta razón, optó por arriesgarse y suponer que su maestro aceptaría las condiciones por el fin supremo. Y no se equivocó. Para esto, decidió sincerarse frente a su maestro y explicarle que le ocultaría partes del plan y que de ninguna manera, él debía comunicárselo a alguien.
En cuanto a los preparativos iniciales y por precaución a ser espiado y rastreado, prescindió de internet y realizó la búsqueda del lugar de destino y cómo llegar a él según la vieja escuela: con una guía telefónica impresa que había encontrado días atrás por casualidad en una de las bibliotecas de la casona y un mapa que compró en un comercio local.
Como siempre desde el inicio de este periplo, el principal escollo a resolver fue el idioma. En sus adentros se lamentaba de dominar solamente su idioma natal y hasta se prometió, una vez terminado todo esto, aprender otros. Obsesionado por ser descubierto, también dejó de lado utilizar un traductor digital.
–Estoy un poco paranoico, lo sé –se dijo hablando en voz alta–. Pero conozco dos sabios refranes, que están validados científicamente, para apoyar mi proceder: "hombre prevenido vale por dos" y "el que se quema con leche ve a la vaca y llora" –decía entre risas.
Por lo tanto, se basó en la misma filosofía analógica utilizada para encontrar el lugar de destino. Utilizó un viejo diccionario impreso con el que armó toscamente un par de frases que, creía, le podían resultar de ayuda. Para no olvidarlas, las escribió en un papel que llevaba consigo.
Con estas herramientas básicas, una vez arribado a la estación de destino y gracias a unas frases en alemán que parecía que las había redactado un niño de dos años, pudo encontrar lo que buscaba: el hospital local.
Ya en el establecimiento, se dirigió a la recepción con un ramo de rosas amarillas que había comprado en el puesto de flores de la esquina del nosocomio y consultó por el paciente Maurer.
La recepcionista le preguntó amablemente quién era y él, con ayuda de sus notas junto a una pronunciación retorcida, le respondió que era un familiar extranjero de visita en la ciudad y que no quería perder la oportunidad de ver a su pariente.
Por esas cosas del universo, inexplicables por supuesto, la empleada le creyó inmediatamente. Quien sabe, fue el rostro inocente que más de una vez lo había salvado de una que otra picardía en su infancia o simplemente, la ausencia de actos "non sanctum" de este tipo anteriormente.
–La única condición, es que lo acompañe un empleado de seguridad del hospital en todo momento –dijo la recepcionista.
Al ver que el muchacho no la entendía, la mujer llamó a un empleado de seguridad, a quien le explicó lo que debía hacer. Luego, le dijo a Seb con señas que vaya con él. Sin ninguna objeción por parte del muchacho, a los pocos minutos y luego de sortear varias escaleras y pasillos impolutos, llegaron a la habitación veinticuatro, donde se encontraba internado el tal Maurer.
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RENOVATIO - La realidad puede cambiar
Fantasy¿Te atreverías a entrar a la "Otra Realidad" para cambiar al mundo? Acompaña a Seb en esta aventura épica en busca de la Semilla. Si la encuentra, el mundo no volverá a ser el mismo. Seres desconocidos, chamanes psicodélicos y realidades alternativa...