LXII

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–¡Por fin nos has contactado! –sintió en su cabeza–. Nos resultó imposible enlazarte. ¿Qué ha ocurrido? –preguntó Ella preocupada.

–Fueron días complicados. Todavía estoy exhausto. Mi mente se encontraba hiperactiva y agotada al mismo tiempo. Quizá por eso la imposibilidad de enlazarme.

–Es posible –respondió Nosotros–. La calma es indispensable.

–Cuéntame las novedades en O Nosotros ¿Qué sucedió allí? –preguntó intrigado Seb.

–Hemos visto el traspaso concretarse. Vimos cómo sufriste y cómo los Espectros tomaban tu cuerpo. Luego, tu desaparición y después de unos segundos, la entrada de nuevo de ellos, escoltados por la entrada de un hombre anciano en una silla con ruedas.

–Sí, por eso les pedí que estén presentes, para saber cuál fue el resultado final. Ni yo ni mi ayudante pudimos saber cómo terminó realmente todo esto. ¿Qué más sucedió?

–Una vez que penetraron nuevamente los Espectros junto al anciano, los torturadores se abalanzaron sobre él.

–¿Y el otro humano no se presentó? ¿Ustedes le avisaron como lo habíamos planeado?

–Claro que sí. Inmediatamente luego de que sucediera eso, un destello enceguecedor espantó a los Espectros y el humano más joven se encontró con el viejo. Espera –dijo Nosotros.

Un aluvión de imágenes y sensaciones invadieron la mente del muchacho como si él hubiera estado presente en ese acontecimiento. En él, vio a Herr Ring joven, de pie frente a su yo más viejo. Con ayuda de sus manos, el joven le abría la boca al anciano bajando su mandíbula mientras la otra sostenía firmemente su frente. Luego, el joven emitió un grito estremecedor y al mismo tiempo ubicó su boca abierta casi tocando la de su doble. De esta brotó un chorro de luz que, como un cometa, se introdujo en las fauces de su otro yo más joven.

Al terminar la emanación del chorro de luz de su cuerpo, este se consumió quedando como una momia reseca. Una vez finalizado, levantando sus brazos y gritando unas palabras irreconocibles, el viejo-joven Ring, resplandeciente, desapareció.

–Es como tomar un shot de tequila, con un segundo basta para asimilarlo –transmitía Seb luego del traspaso de los recuerdos de Nosotros.

–Bueno, basta de palabrerías. ¿Encontraste la Semilla? –interrumpió la madre de casi todo.

Y entonces, por primera vez, el muchacho envió todos sus recuerdos a sus amigos de cómo había encontrado el tesoro hacía tan solo unas horas.

–Este método sería un éxito total entre los humanos. Matarían por algo así –agregó al finalizar.

–No nos cabe ninguna duda muchacho –contestó Nosotros–. Lo hemos vivido en épocas pasadas. El poder enceguece a tu raza.

–Dejemos el debate para otra ocasión, vayamos a lo importante... ¿cómo sigue esto? –interrumpió Ella.

–Tienes razón –asintió el muchacho–. Ese fue el objetivo de este enlace. ¿A dónde la llevo para entregarla?

–Tú has cumplido con tu parte –interrumpió el enjambre–. Ahora le toca Nosotros. Nunca hemos realizado algo semejante, pero desde el día de la visión hemos meditado al respecto y creemos posible lograrlo. Trae la Semilla a las cuevas donde una vez nos enlazamos. Allí la recibiremos.

–¿A qué parte? Las cavernas son enormes.

Al segundo de terminar la pregunta, Seb recibió otra oleada de información, pero esta vez sobre la ubicación exacta dónde se realizaría el encuentro.

RENOVATIO - La realidad puede cambiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora