La escena parecía una imagen calcada del día anterior, misma obra de teatro, pero una nueva función: los dos hombres parados frente a la puerta, bien peinados y arreglados, oliendo a buen perfume y con una sabrosa torta en sus manos.
Hicieron sonar la aldaba nuevamente con tres golpes. –Por las dudas –dijo el muchacho al soltarla.
Al no recibir respuesta luego de una prudente espera, llamaron nuevamente.
Sabiendo que existía esta posibilidad, los compañeros pacientes volvieron al automóvil, en donde podían vigilar cálidamente la casa, viéndola sin obstáculos.
–¿Y si acompañamos el café que trajimos con el sachertorte? –preguntó un Víctor en forma cómplice mientras guiñaba el ojo.
–¿Y que le daremos como obsequio a Ruth cuando la veamos?
–Después podemos comprar otro. Esperar me da ansiedad.
–Creo que el mayor misterio en este asunto, no es el Wolfegg, sino cómo te mantienes delgado.
–Genética –dijo mientras abría feliz el envoltorio como un niño.
Las horas pasaron y Ruth nunca dio señales de su existencia, como tampoco ninguna otra persona en la residencia. Así fue que, al asomarse el atardecer, los investigadores decidieron consultar a los vecinos.
En la casa contigua, los recibió una mujer de mediana edad desarreglada, con el cabello alborotado y un salto de cama con flores estampadas.
–Disculpe las molestias, somos de la Universidad de Salzburgo y estábamos visitando a Frau Ring para un trabajo de historia del museo. Íbamos a reunirnos con ella, desde ayer estamos tratando de comunicarnos, pero no hemos tenido respuesta alguna y no tenemos otro número telefónico o persona de contacto. ¿Sabe cómo podríamos contactarnos con ella?
La vecina los miraba de arriba a abajo, sin soltar la puerta de entrada que sostenía con firmeza. Un instante después y por la escasa apertura limitada por la cadena de seguridad, habló:
–No sé si es correcto contarles... Ayer estuvo la policía durante la noche. Ruth fue encontrada sin vida.
–¿Sabe qué fue lo que le pasó? Antes de ayer se encontraba en excelente estado –preguntó el profesor sin disimular el asombro.
–No sabría asegurarle, pero creo que se trató de un accidente doméstico. Una caída.
–Mis condolencias. Una pena, era una señora muy amable y cortés. ¿No sabe si tenía hijos o familiares directos? Algunos de nuestros papeles de estudio del museo quedaron en posesión de ella, para que los pudiera revisar. Sería de crucial importancia que los recuperemos.
–Sé que no tenía hijos. Creo que su único familiar es su hermana... pero no estoy segura. Silvia es su nombre.
–Le agradecemos mucho su amabilidad y ayuda, no la molestamos más. Muchas gracias y buenas tardes.
En el trayecto de la vuelta al auto, ninguno de los dos emitió palabra alguna. Un silencio sepulcral dominaba el espacio que los rodeaba. Hasta que Víctor rompió el silencio:
–Hay un 50% de que haya muerto por causas fortuitas y la otra mitad por mano de alguien. Cuando la vecina nos confirmó la muerte, se me erizaron los pelos de la nuca y eso no es buena señal Sebastián. Soy como un gato, una pierna en este mundo y la otra en el más allá. ¿Nunca te conté la historia de mi abuela materna?
–Nunca.
–Mejor dejémoslo para más adelante, ahora enfoquémonos en este asunto. Tenemos dos opciones: seguir por esta línea o abrir otro camino de investigación. Empezar de nuevo.
Después de unos segundos de meditar sobre el asunto, el profesor siguió hablando.
–Ya estamos en el radar, si fue un homicidio, abrirnos sería negar una realidad que nos encontrará nuevamente. Y si fue un simple accidente, perderemos una oportunidad única.
Aprobada la moción por ambos de continuar por esta línea, volvieron al resguardo del automóvil para buscar la forma de poder contactar a su hermana Silvia. Si la visitaba una vez a la semana, seguramente viviría cerca de la casa o por lo menos en esta ciudad. No tendría que ser muy lejos.
Dentro del vehículo, comenzaron por investigar primero el apellido de soltera de Ruth. No fue tan sencillo como suponían. Pero lograron encontrarlo luego de pesquisar todo tipo de bases de datos civiles, tributarias y periodísticas locales.
Con el apellido de soltera de Ruth, continuaron buscando el paradero de Silvia Schröder en las guías locales. Con este dato preciso, encontrarla no fue difícil. Existían dos Silvia Schröder en esa ciudad, pero solo una vivía a unos treinta minutos de la casa de la difunta octogenaria. Optaron por visitar a la más cercana, si no era la correcta, irían a visitar a la restante. No obstante, debido al horario, decidieron volver a la casa y realizar la visita al día siguiente.
Cuando el profesor iba a dar marcha al vehículo, dijo seriamente mirando al infinito a través del parabrisas:
–En este momento tengo solo una certeza... Fue una buena decisión comer el sachertorte –dicho esto, accionó el motor del auto y se largaron de allí.
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RENOVATIO - La realidad puede cambiar
Fantasy¿Te atreverías a entrar a la "Otra Realidad" para cambiar al mundo? Acompaña a Seb en esta aventura épica en busca de la Semilla. Si la encuentra, el mundo no volverá a ser el mismo. Seres desconocidos, chamanes psicodélicos y realidades alternativa...