Tras mi incómodo momento con Killian él no volvió a mencionar el tema, de hecho, actuó con normalidad. No fui capaz de seguir con él en la misma habitación, no con el peso y la culpa por lo que le hice.
Me acosté en la cama y cerré los ojos.
Durante esa noche estuve llorando como una boba, recordando lo estúpida que fui y todas las tonterías que hice siendo Melissa Crane, por ese idiota que no valía la pena. Nunca me había puesto a pensar, si él no me hubiera traicionado, o si yo no lo hubiera descubierto… ¿qué habría pasado? ¿Estaríamos casados? ¿O me habría abandonado para irse con la otra?
—Hola, Melissa —me saludó con un beso en la mejilla al igual que todos los días.
—Hola Evan —tenía que terminar mi tesis, tenerlo aquí era una pequeña molestia para mí.
—¿Viste la serie que dieron anoche a las siete? —preguntó tomando asiento a mi lado.
—No pude, tenía deberes de la universidad —como ahora, por ejemplo.
—Eres tan responsable —se rio.
(…)
—Es obvio que le gustas
—Se nota que está loquito por ti.
—¿Por qué no le das una oportunidad?
—¡Seguro y salen juntos! Ya verás, serás feliz.
—Es un sentimiento agradable y parece un hombre capaz.
—¡Al fin encontraste a tu amor verdadero!
Mis amigas estaban seguras de que yo le gustaba a Evan, y eso de alguna forma me agradó. No negaré que saber que ese chico tan alegre y lindo sentía cosas por mí me emocionaba. Cuando me pidió ser su novia estaba inusualmente feliz. Ese fue mi primer novio. Siempre había tenido en claro lo que quería: tener una buena carrera y ser la mejor en mis estudios era para mí lo primordial, por lo que el romance pasó a segundo plano.
Evan fue mi primer beso, mi primer amor, mi primera vez.
Cuando teníamos citas, solíamos ir a ver películas, siempre me preguntaba antes de escoger una, siempre le importó mi opinión.
¿Cómo podría sospechar de que me traicionaría?
Trabajábamos en el mismo hospital, yo en cirugía, él en oftalmología. Nos veíamos a menudo, nos ayudábamos entre nosotros y siempre hacíamos bien nuestro trabajo; la jefa nos citaba a su oficina para alabarnos varias veces por nuestros logros.
Aunque tal vez a él lo haya citado para algo más.
Aquel día quise llegar más temprano, estaba ansiosa por contarle sobre Eli, una paciente de Rebecca, mi amiga y psicóloga de nuestro hospital. Eli sufre de fobia social y en el experimento, la chica tenía que hablarle a uno de los doctores; me sentí tan feliz cuando se acercó y me comentó sobre el libro que me vio leyendo la semana pasada. Rebecca me dijo que, gracias a mí, notó a Eli más animada.
Me siento tan feliz cuando ayudo a los demás.
Abrí la puerta de la casa y me quité los incómodos tacones. Mi rutina al llegar a casa es simple: tomarme una cerveza fría.
Cuando doblé para ir a la cocina mi pie resvaló con una tela. Bajé la mirada para toparme con un sujetador; uno que, no era mío.
Por inercia fui a la habitación, puse mi oído en la puerta y escuché gemidos, una mujer desconocida gritaba el nombre de mi pareja. Tomé el picaporte y abrí lenta y silenciosamente la puerta, para encontrarlos en pleno acto sexual.
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La Villana Merece un Final Feliz.
Fantasy¡A la basura el amor y los sentimientos! Si me traicionan no tengo por qué perdonar a nadie. ¿Qué soy? ¿Un Dios que perdonará todos los pecados? Un día desperté en el cuerpo de la villana de la última novela que leí. Soy la hija de un duque, tengo b...