3- El rey apagado.

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Ares Reinhard:



El sonido de mi espada atravesando la carne no me hizo estremecer. He sido un vil asesino durante años, y ya no siento absolutamente nada al matar personas.

Qué mal mentiroso soy.

Claro que siento algo. Siento asco de mí mismo por tener que hacer estas cosas. Odio la guerra. La guerra nunca es buena, aunque a muchos desalmados les divierta, a mí solo me trae pesadillas y malos ratos. Pero no tengo otra opción más que sostener la espada y pelear.

Porque soy el rey…

Y por mi reino estoy más que dispuesto a morir sujetando un arma.

—Jefe, hemos expulsado a los guerreros de la ciudad —informó Jamie.

—¿Dónde están los soldados ahora? —pregunté mirando el mapa. Los guerreros del reino de las nubes estaban invadiendo los pueblos más desprotegidos de mi reino. No quise enviar demasiados soldados a ellos porque dejaría la capital desprotegida.

Y en la capital es donde hay mayor número de habitantes.

Yo mismo salvaré a los que viven alejados en los pueblos y aldeas.

—Se encuentran en Holdtine, tomaron como prisioneros a los hombres y ancianos, tiene esclavizados a los niños y a las mujeres… —hizo una pausa— bueno…

Bajó el rostro avergonzado.

Sé muy bien que Jamie se apena de haber nacido en el reino que ahora mismo está atacando al mío.

Puse una mano sobre su hombro para tranquilizarlo.

—No es momento de lamentarse de nada —digo—. Tenemos que ir inmediatamente a Holdtine. ¡Qué traigan a mi caballo!

Salí de la carpa y miré a mis soldados.

—¡Prepárense, nos vamos!

Comenzaron a dar gritos de guerra.

Una vez estuvimos listos, cabalgamos hasta el siguiente pueblo.

(…)

—¿Tú eres el capitán? —le lancé la pregunta al hombre robusto mientras asesinaba a uno de sus seguidores.

Me dedicó una mirada asesina.

—¿Entonces tú eres el rey sádico? —retrocedió unos pasos—. Eres más guapo de lo que dicen los rumores.

—Han invadido mi reino, han perjudicado a mi gente y me han hecho masacrar guerreros que solo vinieron a luchar bajo las egoístas órdenes de Jennox —me acerqué a él con una vena en la frente—. ¿¡Crees que quiero escuchar cómo un idiota alaba mi rostro!?

Golpeé su cara con todas mis fuerzas.

—¿¡Qué es lo que quiere Jennox!? —comencé a patear su rostro innumerables veces.

—Jefe —Jamie apareció detrás de mí—. Todos los ciudadanos están siendo curados por nuestros magos, Holdtine se ha librado de los atacantes. ¿Qué hacemos con los prisioneros que tomamos?

—¿Prisioneros?

Desenvainé mi espada y corté el cuello del capitán. Su cabeza rodó por el suelo, la sangre brotaba como cascada del corte. Y mi espada… mi espada relucía con el carmín de la muerte.

—No quiero prisioneros Jamie.

Sentí cómo se tensó.

—Lo he entendido.

La Villana Merece un Final Feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora