13- Joven duquesa Melissa Crane.

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Melissa Crane:



Emma se dirigiría a la Academia de Arquería para ver a Ester. Yo medité mis movimientos, sería una buena idea ir donde el hermano de Emma; Ester está al tanto de quién soy, no me vendría mal una ayudita de alguien que lo sabe todo. Pero…

Okay, lo reconoceré: quiero ir a la boda de Carlos y Sol.

Sol. A pesar de que no conversamos mucho, fue una persona importante en mi estadía en este mundo, en su cuerpo pude sentir y ver todo desde la perspectiva de una villana como ella. Hubo un momento donde terminé considerándola una amiga tan cercana como la mismísima Karina. Ir a su casamiento es lo que las amigas hacen.

Es lo que yo haré.

Con eso en la mente me despedí de Emma. Ella tendría que alquilar un carruaje para visitar a su hermano, así que le permití quedarse con el dinero. La residencia Hayden no quedaba lejos, bueno sí, pero nada comparado con lo que tendría que viajar Emma.

Pasó una hora entera para cuando llegué a la mansión. No había cambiado nada en un año —aunque para mí fueron solo unos días—. Las decoraciones permanecían y podía escuchar el bullicio de una fiesta. La boda aún se llevaba a cabo.

La reja estaba cerrada y no había guardias cerca. Así que hice lo que toda persona con necesidad de escabullirse en una fiesta haría: trepé la verja y llegué hasta el otro lado.

En mi mundo eso hubiera sido complicado por tener que lidiar con las alarmas, por no hablar de las rejas con corriente eléctrica. Pero aquí era más sencillo de lo que parecía, para empezar porque solo un loco pensaría en entrar a la residencia Hayden, la cual estaría vigilada si no fuera un evento donde toda la ayuda de los oficiales se encuentra en el lugar de la fiesta.

Supuse que la boda sería en el patio. A Lilian Hayden le encanta combinar los vestidos con las flores, definitivamente debe ser allí. Entré por la entrada trasera de la cocina. No había moros en la costa. Respiré aliviada, me fijé en todos los platos de comida tapados, listos para ser devorados por los invitados.

Mi estómago rugió, exigiendo comida.

—Ahora no —susurré.

Cuando me volteé para atravesar la saleta e ir al patio di un respingo cuando me interceptó cierta persona:

Un alivio llenó mi cuerpo cuando aprecié sus ojos rojos. Se había cortado el cabello, ahora lo llevaba suelto y le daba hasta la nuca, seguía tan blanco y sedoso como siempre. Su uniforme, perfectamente puesto, sin una mancha o arruga en él. Su porte de mayordomo modesto iba con él a todos lados, y su mirada… Killian siempre presentó esa mirada de persona importante.

—No la reconozco —escrutó mi rostro—. No creo que sea una de nuestras criadas, y, teniendo en cuenta su vestimenta, dudo que pertenezca a la guardia nobiliaria.

Por supuesto, solo contaba con esa camisa sucia y mis vaqueros nada nuevos.

—Tampoco creo que sea usted una invitada, puesto que entró por la puerta trasera.

Mierda, me vio.

—Dígame quién es usted, si no, llamaré a los guardias.

—No, espera, tienes que escucharme —me apresuré a decir.

—¿Vino a irrumpir en la boda? ¿A asesinar al rey? ¿O a hacerle daño a otro invitado?

Negué con la cabeza.

—Solo quería ver la boda, soy amiga de Sol Hayden, ella lo puede corroborar.

—Pues no me ha informado de ninguna amiga como usted, de ser así yo lo sabría.

La Villana Merece un Final Feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora