5- ¡Cielo santo, menudo dios griego!

1.4K 149 18
                                    

Recuerdo que una vez leí en un libro que el corazón es como un objeto donde se guardan las emociones. Estar enamorado significa abrir ese corazón y dejarlo expuesto a las perversas intenciones de la otra persona. Amar es vulnerabilidad. Fui vulnerable a semejante emoción y pagué el precio. Amar significa darle a otra persona un puñal y después darte la vuelta, creyendo ingenuamente que no te apuñalará.

¿Por qué no lloré en aquella ocasión? ¿Por qué, en lugar de eso, me guardé las lágrimas y las transformé en odio?

—No lo hagas Melissa, no tiene caso, es mejor olvidarlo y pensar en ti, ser feliz y seguir adelante. —Fue el consejo que me dio Ángel.

—¡No! ¿¡Cómo vamos a ser felices si el hombre que nos lastimó lo es! ¡Al diablo con la felicidad, vamos a destruir la suya! —Me aconsejó Diabla.

En esa batalla entre mis dos conciencias yo era la que tomaría la decisión; y la que tomé fue, escucharla a ella…

Ese día, cuando decidí vengarme, dejé de escuchar las advertencias de Ángel. Hasta el día de hoy sigo sin saber por qué lo hice, pero ella todavía me susurra lo cobarde que fui por no escucharla, lo miedosa que permanecí al escoger un camino cargado de rencor, pues era más fácil odiar que estar triste.

Aquel día, fue como si hubiera encerrado mi corazón en un candado, bajo llave, para después lanzarla al fuego, garantizando que nada ni nadie pudiera volver a herirme. A dejarme vulnerable.

—Señorita Sol, despierte. —La voz de Edna, mi criada, me hizo abrir los ojos.

La melancolía no tardó en abrumarme. No recordé qué había estado soñando, pero sin duda no había sido nada bonito. Le impedí a mis pensamientos buscar un sueño que había perdido y me enfoqué en los eventos que sucederían a partir de hoy.

—Buenos días, Edna.

Cinco sirvientas entraron para vestirme. No importa cuántos años pasen, nunca logro acostumbrarme a tener sirvientas que hagan por mí algo tan trivial.

Han pasado seis años desde que me convertí en Sol Hayden, actualmente tengo dieciséis. Hasta ahora he tenido buena relación con los miembros que me he encontrado del harén de Emma. Por ejemplo, Nicolás Connach; me enteré que se casó con una de las princesas del Reino de la Luna y se volvió príncipe, dentro de poco vendrá y podré hablar con él sobre nuestra venganza.

También está Albert Sharon; al ser la mejor amiga de su hermana y hermana de su mejor amigo, me tiene mucho aprecio, al igual que su madre, a quien admiro mucho.

Sigue Leonardo Campbell. El joven conde es una persona muy cariñosa e interesante. Debido a que es nuestro socio, gracias a los negocios relacionados con piedras preciosas que tiene con mi madre, pude conocerlo y entablar una amistad con él. Los domingos solemos reunirnos en el club de arquería y probar nuestras habilidades. Sin duda su defecto es amar a Emma, bueno, aún no la conoce, pero pronto lo hará; mi relación con él es de colegas y no está nada mal.

Ah, y Carlos, el mocoso infiel tiene ahora diecisiete años, por lo que todo el reino está esperando su coronación, sin embargo, me aseguraré, con ayuda de Nicolás, de que no ocurra de la manera que espera.

Bueno, Carlos me visita a menudo y con mucha más frecuencia me envía obsequios. Tengo más peluches que mis hermanos gracias a él.

Tocaron la puerta.

—¿La señorita ya está lista? El carruaje la espera. —Oí la voz de mi mayordomo.

Killian resultó volverse un hombre muy atractivo, dejó crecer su cabello blanco y decidió atarlo con un lazo. Sus ojos rojo cereza se han vuelto más pequeños. Digamos que mi mayordomo posee un encanto que lo obliga a llamar la atención de las damas nobles a pesar de ser un sirviente.

La Villana Merece un Final Feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora