9- Instinto asesino.

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Llegar al pueblo de Nothing fue como recibir a los héroes. Emma hizo poses extrañas y ridículas mientras los aldeanos aplaudían. Según el reporte de Rob, si atacan soldados con la fuerza de los de Grey, los pueblerinos podrán derrotarlos fácilmente.

Mila pareció contenta de verme. Me dio la bienvenida con un reconfortante abrazo. Jacob nos saludó a Emma y a mí, aunque la primera solo le soltó unos cuántos comentarios groseros.

—Esto sabe a pie —Emma frunció el ceño.

Yo la miré incrédula. Acaba de soltar ese comentario en la iglesia, donde están casi todas las personas sin hogar.

—Emma —le lancé una mirada de desaprobación total.

Ella se encogió de hombros.

—No estoy mintiendo. Ustedes, criaturas inmundas —algunos aldeanos la miraron confundidos, otros, enojados y pacientes—, no conocen la excelencia de la entidad que soy. Deberían venerarme más.

—¿Quién te crees que…?

Abrí mi boca antes de que iniciara una discusión:

—La mente es más pobre que el corazón, Emma —miré a la mencionada—. En esta mesa, la única criatura inmunda es la que se muere en la pobreza de su propia frialdad. Y sabes que me refiero a ti.

Mordió sus labios.

Se puso de pie y se retiró.

Solté un suspiro.

—Deberías hablar con ella —murmuró Jacob.

—Ella es un caso perdido.

—Solo es un poco insensible, pero no es mala.

Medité sus palabras.
Me levanté y fui por el camino que siguió. Emma estaba en el pozo de afuera, sentada en el borde, soltando maldiciones en voz baja. Cuando me sintió se apresuró a mirarme con hostilidad.

—¿A qué vienes?

No le respondí, en lugar de eso me senté a su lado.

—¿Quién te dio permiso de sentarte a mi lado?

—Yo me mando y yo me lo autoricé. ¿Algo que objetar? —la miré de reojo.

Bufó.

—¿Por qué eres así?

No le sorprendió mi pregunta, por el contrario, parecía esperarla.

—¿Por qué en el reino de la lluvia, llueve? ¿Por qué después de la noche viene el día? ¿Por qué un rey tiene que ejercer su cargo de rey? —suspiró—. Hay cosas que simplemente pasan y son así. No se puede obrar contra la naturaleza.

—¿Y esa naturaleza te hizo algo para que terminaras así?

—¿Qué quieres que te responda? ¿Sufrí mucho y por eso me volví así?

Eso suena a excusa de por qué el malo, es malo.

—Eso suena a excusa de por qué el malo, es malo —musitó.

Me sorprendí a mí misma sonriendo.

—No tuve una mala vida. Lo tenía todo, era una niña que pudo haber hecho grandes cosas. Pero, no era un hombre, y mi asqueroso padre, que siempre estuvo obsesionado con tener un varón, no paraba de recordarme la decepción que resulté ser —la mención de su padre la molestaba—. Mi padre estaba tan centrado en tener un hijo, que aceptó al bastardo producto de la infidelidad de mi madre.

Ester…

—¿Y lo odiabas? ¿A tu hermano?

Apretó los puños.

La Villana Merece un Final Feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora