16- Secreto tuyo y mío.

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Melissa Crane:




Killian, quien no me tenía mucha confianza ni se creía el cuento de que era una vieja amiga de la duquesa Lilian, se acercó a mí para decirme que el duque Arrow me esperaba en la biblioteca. Me miré al espejo, asegurándome de no tener nada malo en mi aspecto; lo último que quiero es mostrarme inapropiada ante el recto de Dante Arrow.

No fue difícil verlo, su cabellera escarlata resaltaba entre todos esos libros. Dante inclinó levemente la cabeza y yo hice una reverencia.

—¿Cómo ha estado, duque? —aunque puedo sacar mis propias conclusiones por las bolsas negras debajo de sus ojos.

—He tenido mejores momentos.

—¿Su padre sigue enfermo?

Cerró los ojos, con pesar.

—Me temo que apenas y puede levantarse de la cama —confesó, abatido.

No pude evitar preocuparme.

—Pero, no vine para agobiarla con mis problemas —no, no creo que me agobiarías—; el rey Nicolás ha decidido declararle la guerra a Jennox.

Un rayo de esperanza apareció ante mis narices.

—¿Es en serio? —tapé mi boca, impactada todavía.

Elevó levemente la comisura.

—Ya ha causado mucho dolor, lo detendremos.

Solté un chillido de euforia. Mis ojos se cristalizaron.

—¡Oh Dante! —estaba tan feliz que omití la educación; eso lo tomó desprevenido—. ¡Qué gran noticia!

Ni siquiera me detuve a pensarlo, me abalancé a sus brazos. Yo era muy alta, por lo que mi cabeza quedó apoyada de su cuello, mientras mis brazos rodeaban su cintura. Sentí al duque tensarse, pero no me apartó. Las palpitaciones en su cuello empezaron a acelerarse y pude inhalar por primera vez su aroma a lavanda.

Me separé para mirarlo a los ojos. No me pasó desapercibido que sus mejillas adquirieron un color rosado que trató de disimular muy bien.

—¿El gran duque demonio acaba de ponerse nervioso?

Dante resopló.

—No será bien visto que nos vean en esta situación.

—A mí no me importa el qué dirán —confesé.

Vi diversión en su mirada.

—¿Interrumpo algo?

Salí de los brazos del pelirrojo para encontrarme con la estremecedora mirada del Monarca Sádico. Ares había peinado su cabellera dorada hacia atrás, vestía sus típicos trajes reales con un broche que llevaba el símbolo del reino de la lluvia. Sus ojos rubíes denotaban malestar e incomodidad.

—Rey Ares. N-No esperaba su visita —balbuceé. ¡Dios, Ares se ve tan guapo!

—Ni yo esperaba que conociera «tan bien» al duque Arrow.

La Villana Merece un Final Feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora