Sol Hayden:
Ares me da miedo. Nunca creí que otra persona pudiera ocasionarme semejante pánico. Desde la frialdad en sus ojos hasta la perversidad en sus labios ensanchados, cada mirada y sonrisa que me dedicaba me hacía comprender por qué lo llamaban "Monarca Sádico".
En ese instante en que nos miramos durante el discurso del rey Marcus, su sonrisa me dio la sensación de que mi presencia ahí le resultaba entretenida. ¿Por qué me miraba así? Como si mis acciones fueran juntamente lo que quiere.
Vine a la cacería por muchos motivos: competir contra Leonardo, divertirme, por lo que hablé con Dante... Este es el “respiro del plan malévolo” que me estoy tomando. La situación con Beatriz causó mucho impacto en la sociedad, ella será castigada y no quise estar ahí para tolerar las miradas de odio de Carlota. Respecto a Nicolás, decidió quedarse para ayudar al rey; justo en este momento, donde uno de sus hijos cometió una estupidez, es el momento exacto donde él debe demostrar ser el mejor.
Me aventuré en los alrededores, recibiendo con deleite la fría brisa del reino eternamente helado. Me había alejado del ajetreo de la fiesta, esperando huir de aquellos ojos que parecían perseguirme.
Encontré una fuente alumbrada por faroles azules, otorgándole al agua un color más claro. Observé mi reflejo en el agua, nuevamente añorando mi vieja apariencia. Sol era mil veces más hermosa que Melissa Crane, pero en ocasiones me encontraba tocando los delgados brazos de Sol y comparándolos con mis robustas articulaciones.
—¿Apreciando su radiante figura? —Una voz masculina resonó a mis espaldas.
Di un respingo al mismo tiempo que me daba la vuelta.
—Ares. —. El temblor se sintió en mi hablar.
Se sorprendió, no sé si por mi miedo repentino o mi falta de educación, o tal vez por ambos. Esbozó esa sonrisa cargada de satisfacción y me miró con un brillo en sus ojos que no supe cómo describir.
—Mi nombre suena tan lindo salido de sus labios.
—¿Se le ofrece algo? —Me puse a la defensiva.
Acercó su gran figura a la mía.
—Rey Ares, debo pedirle que por favor me de privacidad —pedí con indignación—. Soy una mujer comprometida, no debo pasar momentos a solas con otro hombre.
—¿Acaso pensó lo mismo cuando se dejó llevar y me devolvió aquel beso? No lo creo.
Ese beso. Ese maldito beso fue un error.
Intenté retroceder cuando siguió reduciendo nuestra distancia.
Se rio. Él sabía lo que causaba en mí.—A pesar de que solía odiarme, ahora me teme.
¿Sol odiaba a Ares?
—Fue la primera persona que me dijo a la cara cuánto me odiaba —recordó manteniendo su sonrisa—; y la primera señorita en captar mi interés. Sé que usted mentía cuando dijo que me quería, por eso nunca la busqué; pero al vernos en la armería aquel día, me di cuenta de que esos labios no quieren ser besados por el bebé de Carlos, sino por un hombre de verdad.
—¿Dice ser usted ese hombre? Cuánta vanidad. —No pude retroceder más debido a la tonta fuente. Tomó mi mentón y me acercó peligrosamente a su esbelto rostro.
Al diablo las formalidades. Lo pondré en su lugar.
—Admita que ansía besarme. Reconozca que, al igual que yo, ha estado pensando en cientos de formas de repetir nuestro beso. —Descendí mis ojos a su boca, rememorando el contacto que desgraciadamente no he podido olvidar.
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La Villana Merece un Final Feliz.
Fantasía¡A la basura el amor y los sentimientos! Si me traicionan no tengo por qué perdonar a nadie. ¿Qué soy? ¿Un Dios que perdonará todos los pecados? Un día desperté en el cuerpo de la villana de la última novela que leí. Soy la hija de un duque, tengo b...