11- Cumpleaños número dieciocho.

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Carlos Federico Hedwing:


Siempre he sentido que mi vida desaparecerá más pronto de lo ordinario.

No tengo ninguna enfermedad terminal, ni nada que me haga pensar que puedo morir en cualquier momento, pero sí seré el dueño de un cargo que, para mí es lo mismo que la muerte.

No quiero ser rey.

—Hermano, ¿me estás escuchando?

—¿Qué pasa? —Aparté los pensamientos para detenerme en los azules ojos de mi hermana, unos ojos que, desde que tengo memoria, he querido tener.

—¡Lo sabía, no me escuchaste! ¡Tu linda hermanita está sufriendo y tú no escuchas sus lamentos! —Se quejó, como solía hacer. Había cumplido catorce hace pocos meses y seguía actuando como si tuviera siete.

—Lo siento, estaba perdido en mis pensamientos. ¿Qué decías?

—¡Leonardo! ¡Leonardo quiere cancelar nuestro compromiso! ¿¡Puedes creerlo!?

¿Cómo le explico a mi hermana que sí, sí puedo creerlo?

—¡Hablo en serio! Bueno, seguro es una crisis existencial, ya se le pasará —le quitó importancia—. ¡No hay manera de que quiera romper el compromiso con una princesa como yo!

Si yo fuera Leonardo también rompería el compromiso con una princesa como tú.

—¡Pronto serás el rey, hermano! —Cambió de tema, una demostración más de lo poco que le importaba realmente el conde—. ¿Estás feliz?

—Por supuesto. —mentí.

—Es bueno oírlo —la voz de mi madre resonó a mis espaldas. Movió su cabello castaño al ritmo de su imponente andar. Yo tampoco me parecía a ella, pero jamás le diría que eso me aliviaba—. Confío en que serás un gran rey.

Le había comentado a mamá sobre mi falta de entusiasmo por obtener la corona, a lo que ella me respondió con una bofetada, alegando que me volvería rey sí o sí.

Tal vez ella debería ser reina, no aguantaría ni dos minutos la presión del puesto.

Vieja estúpida.

Lo mejor es alejar esos pensamientos.

—Y tú Beatriz, no me importa lo que hagas, procura conquistar al conde Campbell, él no puede romper el compromiso contigo —continuó, a lo que Betty asintió—. Relacionarnos con los Campbell nos beneficiará en grande, así como con la familia Hayden. ¿Cómo está tu relación con tu prometida, Carlos?

—Hoy la invité a tomar el té en el invernadero. —anuncié.

—Es perfecto, me alegra saber que se llevan bien. —Acarició nuestras mejillas con un toque vacío, sin afecto.

La vi alejarse, caminando con la misma elegancia con la que llegó. Hace mucho acepté que mi madre ama más a mi padre que a nosotros, y que la corona la quiere para el hijo de su esposo, sin importar si este último está de acuerdo o no.

(…)

—¿Qué tal el último libro que te presté? —pregunté a mi prometida. El invernadero era de mis lugares favoritos, la paz y quietud que había en él me hacía querer quedarme para siempre. No me gustan mucho las flores, pero sí la frescura de la naturaleza.

Mi deseo más personal es mudarme con Sol a un campo, alejados de todo lo que nos rodee.

—Lo siento, aún no he podido leerlo —se excusó—. En casa celebramos el éxito de Damián en el Reino de la Luna.

La Villana Merece un Final Feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora