Llegué al orfanato donde estaban los niños. Estiré el cuello para buscar uno en particular. Una sensación de alivio inundó mi pecho cuando encontré al chico de piel oscura y cabello negro, el mismo niño que salvé hace unas horas de ser envenenado.
Toqué su frente, su temperatura estaba estable. Tampoco aparentaba síntomas de conservar el veneno. Seguramente le inyectaron del nuevo antídoto que hace poco prepararon.
Di un respingo cuando el chiquillo abrió los ojos de repente.
—¿Estás bien? —no había nadie más en la sala, salvo los otros niños que seguían en profundo sueño.
—Me duelen los ojos —contestó, abatido—. Y, los músculos.
—Es un efecto secundario del antídoto, dentro de unos días podrás estar mejor.
Se sentó, destapándose.
—¿Cuánto tiempo pasó desde el ataque?
—Terminó hace más de diez horas —respondí, haciendo la cuenta—. Llevas mucho tiempo dormido.
Se mordió el labio inferior.
—No sé cuándo será el próximo, ellos no tienen fecha fija. El anterior ataque a este fue hace un mes, y el anterior a ese fue una semana antes.
Se sentó en el borde de la cama, con sus pies tocando el frío suelo.
—Lo que sí sé es que luego de veinticuatro horas de cesado el ataque, envían a un grupo de soldados para reunir impuestos.
Jadeé, angustiada. ¿Cómo pueden hacer eso luego de haberlos atacado y robado todo?
—Como no tenemos mucho dinero, se llevan a los hombres que puedan pelear, a las mujeres más hermosas y a los niños nos toman como esclavos.
Dejé escapar un suspiro.
—Ya no lo soporto más —su voz se quebró. Puso sus manos en su cara—. Estoy cansado de que pase esto… Tengo miedo de hacer amigos porque no sé si mañana seguirán vivos… Si no morimos por mano de los soldados, morimos de hambre o de frío cuando llega el invierno… Mis padres…
Lo abracé con suavidad.
—… murieron antes de poder siquiera conocerlos, y mis abuelos fueron asesinados en el ataque de hace un mes —sollozó—… no soporto vivir así… no quiero que siga pasando esto…. Ya no…
La reacción de ese niño —cuyo nombre, luego me dijo, era Jacob— fue suficiente para hacerme entender que este reino no tendría salvación a este paso. Ellos deben luchar, y mi empatía no me permite ir a buscar a Ares y ser feliz junto a él mientras aquí pasa esto.
(…)
—Jaque mate.
Me sentí insultada cuando Jacob sonrió con suficiencia.
Los del orfanato salieron a hacer lo posible para reconstruir la ciudad, por lo que me quedé a cuidar a los niños. Jacob resultó no tener diez años, sino doce y, a su corta edad, es un niño muy inteligente. Tanto que me ganó seis partidas seguidas.
La niña de la cabaña también estaba ahí, a mi lado. No hablaba, yo estaba clara que eso era producto al trauma. Traté de mantenerla a mi lado todo lo posible. Su nombre, me informaron, es Mila.
—Quiero la revancha —exigí.
—Perderás otra vez Melissa —exclamó un niño. Los demás comenzaron a reír.
Abrí la boca, fingiendo indignación.
—Me tienen muy poca confianza. Soy una campeona.
—Tiene razón —agregó una niña rubia—, es invicta en perder siempre.
ESTÁS LEYENDO
La Villana Merece un Final Feliz.
Fantasy¡A la basura el amor y los sentimientos! Si me traicionan no tengo por qué perdonar a nadie. ¿Qué soy? ¿Un Dios que perdonará todos los pecados? Un día desperté en el cuerpo de la villana de la última novela que leí. Soy la hija de un duque, tengo b...