Nicolás Hedwing:
Nunca se me ha sido difícil analizar situaciones. No es que mi cerebro sea el de un superdotado, es solo que pienso en las probabilidades futuras y me aferro a que todo es posible. En una guerra como esta, era posible que Jennox enviara a asesinar a personas en el reino del sol, tales como Sol Hedwing o mi esposa Karina, por ello me aseguré de poner a mis mejores magos y caballeros al cuidado de ellas.
También consideré la idea de que hubiera un espía en nuestras filas. Realicé diversas hipótesis y elaboré varias formas de perjudicarnos. No había motivo para sospechar de nadie, pero sí había probabilidades de una traición.
Al tener la teoría de que había un polizón, me dispuse a formular las preguntas necesarias. ¿Quiénes tendrían una buena posición como para dar información al enemigo? ¿Quiénes tienen la confianza de la corona? ¿A quién pondría Jennox de espía para hacerse pasar por un aliado? Intuí la personalidad de Jennox y supuse que él iría a por los peces gordos.
Es decir, los duques.
Una vez sabido eso, pude descartar al conde Leonardo Campbell.
En cuanto al trío imbatible…
Permití que mis neuronas trabajaran. No intentaba adivinar los motivos, porque puede que lo haya hecho para salvar a alguien, pero nos traicionó y puso en peligro nuestras vidas. Ignoro la razón detrás de esta blasfemia, y no tengo intenciones de perdonarla.
Ares la hubiera perdonado si hubiera una buena razón. Pero yo no soy tan buena persona. No categorizo las acciones como buenas o malas, solo existen simples acciones y todas tienen sus consecuencias, tanto si te beneficia como si no.
Cualquiera de los tres pudo hacerlo. A mí no me importa que Dante parezca amar a su familia y a su reino, ni que Damián sea un hombre espontáneo y alegre, o que Albert sea el hijo de la mujer más reconocida del mundo; todos pueden fingir, y eso es algo que sé por experiencia. Yo mismo fingí ser un bonachón hijo bastardo, cuando en realidad buscaba quitarle el trono a mi hermano. Es por eso que no creo en apariencias y eso, según mi querida esposa, es un defecto. Por suerte, uno que ella es capaz de aceptar y vivir con él.
Rememoré los comportamientos de cada uno de los duques durante los últimos meses. Además de eso, me aseguré de investigarlos a fondo —sí, utilicé al informante de Leonardo, su eficiencia es impresionante—, con la información recibida y mis análisis pude crear un perfil completo de ese trío.
Y terminé llegando a la conclusión:
Dante es un solitario obsesivo de buen corazón.
Damián es un soñador empedernido que busca expandir sus horizontes.
Albert es un joven que odia ser opacado por su madre.
Pude asumir que, el que más razones tenía para traicionarnos era Albert, quien cometió varios deslices en el último año.
—Qué vergüenza —musité en voz baja.
Me encontraba caminando por los desolados pasillos del palacio de Jennox. Reuní a Dante, Leonardo y los demás en la entrada del castillo para desviar la atención del rey Jennox y logré entrar, aprovechado la pelea de afuera.
Me encontré a un Albert, con el torso vendado, al igual que uno de sus brazos, donde recibió una herida mientras liberábamos el este. La herida del pecho desprendía una energía distinta. Supe inmediatamente lo que era.
—Una maldición.
Cuando envié a Ares a la cueva fue a propósito, necesitaba alejarlo de la batalla directa. Mientras combatía, algo cambiaba en su organismo, se estaba descontrolando. Me niego a que un hombre tan inestable cargue con el destino de esta lucha. Había considerado que Ares soltara la lengua con respecto a lo de Melissa, pero no esperaba que realmente sucediera.
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La Villana Merece un Final Feliz.
Fantasi¡A la basura el amor y los sentimientos! Si me traicionan no tengo por qué perdonar a nadie. ¿Qué soy? ¿Un Dios que perdonará todos los pecados? Un día desperté en el cuerpo de la villana de la última novela que leí. Soy la hija de un duque, tengo b...