El joven Albert reiteró su invitación para sacarme a bailar. Acepté con una reverencia. Ambos bailamos en el pabellón. A pesar de oírse algo lejana la música, era capaz de escuchar cada nota del piano o sinfonía del violín. Albert había estado actuando extraño últimamente, pero por lo visto se encuentra mejor; hace dos años se volvió duque del ducado Sharon y creo que eso lo tiene estresado.
—¿Se encuentra bien, señorita Sol?
-—Lo estoy -—le sonreí—, gracias, solo necesitaba relajarme.
—Sé que la presencia del rey Ares intimida. —Me dedicó una mirada comprensiva.
—El rey Ares... —sentí un leve escalofrío al pronunciar su nombre—. ¿Me puede hablar de él?
—¿Eh? Claro —asintió un poco confundido—. Se volvió rey a los doce años tras el asesinato de sus padres, los antiguos reyes. Al ser el único en la línea del trono y por ser solo un niño muchos querían aprovechar las circunstancias para tomar el poder, pero él jamás lo permitió. Siempre fue intimidante, poderoso, hábil y arrogante; es llamado el "Monarca Sádico", por muchos.
—¿Sus padres fueron asesinados? ¿Por quién? —pregunto.
—Fue un ataque del Reino de las Nubes.
—Debió ser duro.
No me imagino todo lo que tuvo que pasar. Solo era un niño, pero se vio obligado a llevar el peso de una corona sobre su cabeza y los pecados de todo un reino sobre su espalda.
No es como el inútil de Carlos que ha estado tras las faldas de su madre toda la vida.
—Señorita Sol, ¿puedo preguntarle algo? —Detuvo su baile para tomarme de la mano.
Parecía pensar cuidadosamente las palabras que iría a emplear. Separó sus comisuras y volvió a cerrarlas. Se veía nervioso. Tuve una idea de qué quería decirme, pero me vi incapaz de interrumpirlo.
—Verá —tomó aire—, yo estoy...
—Disculpen —la dulce voz femenina de una de las invitadas interceptó cualquier tipo de palabras que hubiera dicho el duque Sharon. Nunca lo reconocería en voz alta, pero me sentí aliviada de seguir en la ignorancia con respecto a los sentimientos de Albert. No los correspondía y no quería perder su apoyo tras rechazarlos—. ¿Saben dónde queda el salón de baile?
—Solo siga la música. —Le respondió mi compañero, ruborizado.
—Ya lo intenté, pero me perdí. —admitió la joven con vergüenza y Albert, con una sonrisa, le indicó el camino.
—¿Entendió? —dijo al terminar de explicarle.
—Muchas gracias, caballero, y lamento haberlos interrumpido. —Se ruborizó.
—De nada, señorita... —La incitó a decirle el nombre.
—Collins, Emma Collins. —Hizo una reverencia.
Miré con cara de espanto a la chica una vez oí su nombre. Cabello castaño rizado y ojos color café, cejas levantadas, nariz recta y labios rosa pastel. La descripción concuerda. Es ella, es Emma Collins, la protagonista. Su sonrisa encantadora y amable personalidad es lo que dejó enganchados a muchos personajes en la novela. ¡Y debo admitir que hasta a mí me pareció tierna hace un momento!
La vi marcharse; ¿cómo no pensé en esto? Claro que Emma vendría al cumpleaños de su amado; ¿qué debo hacer? Se encontró con Albert, un miembro de su harén, espero que no haya quedado encantado con ella solo de verla. Bueno, si lo hizo debo evitar que se encuentre con Leonardo.
—Ahora, como le iba diciendo, señorita Sol, yo...
—Mejor entremos, ya hace un poco de frío.
Entré al salón de baile sin dedicarle una última mirada a Albert. No vi a Emma por ningún lado, tampoco a Ares, debían estar los dos juntos.
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La Villana Merece un Final Feliz.
Fantasy¡A la basura el amor y los sentimientos! Si me traicionan no tengo por qué perdonar a nadie. ¿Qué soy? ¿Un Dios que perdonará todos los pecados? Un día desperté en el cuerpo de la villana de la última novela que leí. Soy la hija de un duque, tengo b...