4- La mejor amiga.

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Karina Hedwing:



Volví a mirar mi aspecto en el espejo. Toqué mi vientre al darme cuenta que no había crecido ni un poco. Aunque, según lo que dijo el doctor, apenas y llevaba embarazada dos meses. No puedo esperar a que crezca y que sea más latente el hecho de que llevo un niño en mi tripa.

—¿Majestad? —mi sirvienta abrió la puerta de mi habitación—. El rey la mandó a llamar.

—Ahora mismo voy.

Me puse un vestido más apropiado —puesto que andaba en camisón—, salí de mis aposentos y me dirigí al despacho de mi marido. En cuanto abrí la puerta lo vi… Tenía su dorado cabello atado en una alta coleta y usaba gafas para leer.

Al darse cuenta que había entrado me dedicó una sonrisa.

—¿Cómo amaneciste hoy? ¿Algún cambio? —preguntó cuándo me acerqué a darle un beso en las comisuras.

—Solo tengo dos meses Nick, y los síntomas siguen igual —preferí cambiar el tema—. ¿Me llamaste para algo en específico?

Pareció salir de sus pensamientos. Se aclaró la garganta y asintió.

—Invité al rey Ares al reino, quiero discutir ciertos asuntos con él.

—Me imagino que le confirmarás tu ayuda para la guerra que se está llevando a cabo.

Su silencio me aseguró que planeaba justamente lo contrario.

—¿Hablas en serio Nicolás? —al llamarlo por su nombre le demostré que estaba enojada.

—Karina…

—El rey Ares nos ha dado apoyo en todo —lo interrumpí—. ¿Recuerdas cuando el reino de las nubes se alió con el de la luna? Ahí también ayudó. Nuestro reino ha prosperado gracias a la cooperación del reino lluvioso.

—Ya lo sé.

—¿Entonces por qué no vas a ofrecerle ayuda cuando más te necesita? —inquirí, enojada.

Se levantó de su silla y rodeó la mesa para darme un abrazo.

Lo aparté de mí, no quería muestras de cariño hasta que fuera honesto conmigo.

—Te hice una pregunta.

Exhaló.

—No puedo —respondió—. Si nos involucramos en esta guerra está la posibilidad de que Jennox desvíe su atención hacia nosotros. Karina, no estoy dispuesto a sacrificar la felicidad que tanto esfuerzo me tomó conseguir.

—¿Esfuerzo? —enarqué una ceja—. ¿Te refieres a las grandes mentiras que has dicho, las personas a las que has perjudicado, o a los malévolos planes que hacías con Melissa?

—Karina, por favor…

—¡Nada de “por favor”! —arrugué la frente—. ¡Nunca has sido un buen hombre Nicolás Hedwing! ¡Viniste aquí para quitarle el puesto a tu hermano y ser rey, y si te aliaste con Melissa fue porque viste una forma de manipularla! ¡En cuanto a mí, te casaste conmigo para poder ganar más prestigio entre los nobles!

Nicolás abrió los ojos, estupefacto y… herido por mis palabras.

Se mordió el labio inferior, frustrado y miró directamente mis ojos.

—¿Sabes lo que más me duele de todo lo que has dicho? —espetó—; que si hace un año me hubieras gritado esas mismas palabras habría reconocido que son verdad. Pero ahora es diferente. No puedo permitir que digas que manipulé a Melissa cuando ella y yo fuimos socios en todo momento, y posteriormente…

La Villana Merece un Final Feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora