14- El demonio es todo un caballero.

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Había olvidado lo doloroso que podía ser un corsé. Lilian lo ajustó tanto que creí que se me saldría un órgano. ¿Eso que sentí fue mi costilla? Genial, una costilla me atravesará un órgano y moriré. O, quien sabe, tal vez termine muriendo por falta de oxígeno.

—¿Aún no? —insistí una vez más—. Por favor duquesa, creo que mi cintura no puede soportarlo.

—Cuando estuve embarazada de Damián —apretó más la faja— tuve que usar uno mucho más ajustado.

—Pues me sorprende que no le haya causado un aborto —grité cuando al fin amarró el corsé.

—Listo. ¿Ves? No es para tanto.

No puedo respirar.

—Tengo un vestido perfecto para ti —fue a una esquina de la habitación y mostró un vestido beige con adornos florales en la falda y las mangas—. Es de los que ajustan los pechos, ni a Sol ni a mí nos luce porque tenemos pechos pequeños, pero a ti te quedará bien.

Miré mis tetas, aplastadas por el corsé.

Sol y Karina se burlaron de la escena. Enarqué una ceja, frustrada.

—Karina, ¿cómo es eso de que Albert se casó con Diana? —lancé la pregunta mientras Lilian me ponía el vestido.

Mi amiga la pelinegra resopló, fastidiada.

—Mi hermano cambió mucho luego de que rechazaras su propuesta de matrimonio.

Sí, recuerdo que su mirada se tornó un poco sombría aquella ocasión.

—Ocurrió en uno de mis bailes —intervino la duquesa Hayden, buscando unos zapatos para mí—. Me percaté de que había desaparecido una jovencita, me asusté y fui a buscarla. Desgraciadamente los encontré besándose en nuestro jardín.

Me senté en el sillón para probarme el calzado.

—No puedo creerlo. Albert no sería capaz de…

—Melissa, Albert estaba dolido porque fue rechazado, y Diana también estaba afectada, puesto que Damián le había dejado en claro que no tenía intenciones de estar con ella —los zapatos que me entregó la duquesa me resultaron incómodos, tanto así que hice una extraña mueca—. El punto es que, en el momento en que estuvieron solos, la reputación de Diana fue destruida, y para evitar los crueles rumores de nuestra sociedad, tuvieron que casarse.

Empiezo a entender por qué el odio en las palabras de Dante. La hermana que —aunque lo saca de quicio— tanto quiere tuvo que verse obligada a casarse con un hombre que no ama solo para satisfacer a esta ridícula sociedad. Y, si bien es cierto que Diana es una adulta y sabe lo que hace, lo más probable es que el instinto fraternal de Dante lo haga ver a Albert como único culpable, como el engatusador de su hermana.

—Ahora el peinado —la duquesa empleó el cepillo para peinar mi rebelde cabello largo y rizado—. Tu cabello es tan hermoso.

Viniendo de una mujer cuya cabellera parece seda, eso es un halago.

—¿Qué más ha pasado en mi ausencia?

Karina se ruborizó.

—¿Qué? —la incité a hablar.

Comprendí todo cuando puso su mano en su vientre. En mi rostro se plasmó una sonrisa de felicidad.

—¡Felicidades Karina! No puedo creerlo, serás madre, eso es…

Genial.

—Nicolás está muy feliz, y últimamente, muy sobreprotector.

Era de esperarse.

La Villana Merece un Final Feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora