¿Que podría salir mal en una noche de diversión?
• Segunda historia
•+18, violencia, drogas...
• Historia de mi autoría
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Un hombre corría como si su vida dependiera de si, y no estaba equivocado.
Sabía que ese monstruo jamás lo iba a dejar en paz, se lo había hecho dejar saber desde el primer momento que lo hizo enojar.
Aun así tenía la esperanza de ser el primero en escapar.
Al llegar a la carretera, corrió sobre ella para poder buscar un auto que lo auxiliará, algo que no tardó.
Estiró la mano para darle parada, miro hacia atrás para ver que tan distante estaba de su persecutor y está ya se encontraba parado observando nadamas.
Tenía la victoria, pero entre más se acercaba el auto, se dio cuenta que estaba perdido, ese no era un auto cualquiera, era el de su persecutor.
Había más autos que llegaban de otras partes al igual que hombres a pie, callo en la trampa.
Resignado bajo lentamente hasta quedar de rodillas esperando su fin.
Lo único que se acercó fue una camioneta, los demás estaban al margen.
De ella solio una persona bien vestida, lo único que pudo ver fueron los zapatos perfectamente limpios
El hombre contrario quedó frente al otro y después de unos segundos mirándolo se puso en cuclillas - Te dije que te encontraría, nadie puede escapar de mi - declaro.
El hombre de rodillas comenzó a temer - por favor no me mate - suplico.
Después de eso, todo se volvió negro, lo habían noqueado.
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Dentro de un salón oscuro un hombre despertaba de su inconciencia.
No entendía que pasaba, estaba sentado, probablemente se quedó dormido, pero cuando quiso moverse no podía.
Quiso forzar y es cuando sintió las cuerdas apretadas en los pies y manos, al igual que una venda sobre sus ojos.
¿que estaba pasando? Sus últimos recuerdos pasaron por su mente, fue secuestrado.
Trato de sacarse las cuerdas, pero entre más forcejeaba más se lastimaba.
Al ya cansarse y lastimarse se rindió.
Al estar en silencio, su oído comenzó a agudizarse.
El lugar se escuchaba como gotas caían en el piso, y su caída tenía un sonido sonoro, a lo que podía apostar en qué estaba en una bodega abandonada.
Una puerta se abrió fuertemente.
Los pasos de alguien acercándose eran evidente, mientras que muchos otros algo más lejanos y discretos.
Ese sonido daba miedo, porque resonaba en todo el lugar y más se acercaba al evidente secuestrado.
Cuándo esos temerosos pasos se dejaron oír, todo se volvió silencioso, pero está vez era evidente que estaba acompañado.
