CAPÍTULO 27

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Oía una risas lejanas que se mezclaban con el ulular del viento y algunos pájaros tímidos. Me restregué los ojos lentamente disfrutando del hecho de estar despertándome sin ansiedad y habiendo descansado.

Conforme abría los ojos, me acordé de la noche anterior. Mi cabeza seguía en el regazo de Chan, mis brazos estaban abrazados a su pierna. Sentía una de sus manos sobre mi cabeza y otra amarrada a mi cintura.

Me volví lentamente para mirarlo. Su cabeza caía hacia atrás en el sofá y su respiración se mecía lentamente en su pecho. Seguía dormido y en la misma posición en la que me arrullaba por la noche. Me sentía como un gato que se ha dormido encima de su humano que, por no despertarlo, no se ha movido ni un milímetro.

No quería despertarle, él también parecía estar teniendo un sueño reparador. Por la luz que había era bastante entrada la mañana.

Cogí la mano que descansaba ahora sobre mi vientre para moverla lentamente y poder levantarme. Un grito que venía de fuera hizo que me asustara. Reconocí esa voz enseguida, ChangBin chillaba algo en coreano y los demás se reían.

Bang Chan se despertó sobresaltado cogiéndome la mano con fuerza. Con los ojos entrecerrados miraba confuso a su alrededor intentando comprender qué estaba pasando y dónde estaba, luego bajó la vista mirándome. Cuando reparó en nuestras manos y mi cara de circunstancia, en vez de soltarme o sentirse avergonzado como había pasado en otras ocasiones, me apretó un poco más la mano y sonrió tranquilo volviéndose a recostar en el sofá.

- Mornin', ¿has podido descansar?

- Sí y además muy bien -contesté también sonriendo- Creo que tú también.

- Sí, la verdad es que he tenido un sueño profundo y tranquilo. Hacía tiempo que no dormía así de bien.

- Lo mismo digo... Pero me sabe mal que hayas dormido sentado jajaja.

- No te preocupes, tengo la habilidad de dormir en cualquier sitio y cómo sea.

Mientras hablábamos su mano subía y bajaba en mi pelo y la otra seguía en la mía acariciando el dorso de mi mano y yo acariciaba su palma. Me encontraba en paz, tranquila. Aquello ya no se notaba incómodo, sino relajante.

Volvimos a oír las risas de los demás y decidimos ir con ellos. Se las habían apañado para sacar el desayuno sin despertarnos. Supuse que todos nos habían visto dormidos en el sofá pero no lo mencionaron en ningún momento.

Después de comer algo, los chicos decidieron irse para aprovechar el domingo. Me despedí de ellos mientras se iban metiendo en el coche, que conducía ChangBin, con un gran abrazo y dándoles las gracias por todo. Chan se quedó el último mientras metía las cosas en el maletero. Cuando ya estaban todos dentro, se acercó y me abrazó levantándome un poco del suelo.

Me aferré a él deseando que ese momento durara para siempre o, por lo menos, un poquito más. Quería que no se fuera, que se quedara conmigo para seguir sintiendo esa paz y tranquilidad que había añorado. Tenía miedo de que, en cuanto lo soltara, todo eso se fuera con él y volviera la ansiedad.

Me dejó en el suelo y nos miramos. Quería besarlo, quería volver a sentir sus labios con los míos y, con ello, demostrarle lo que me hacía sentir. Me acerqué un poco más a él pero, enseguida recordé que habían tres personas más dentro del coche. Eché un vistazo rápido y vi seis pares de ojos mirándonos sin pestañear.

Solté una risilla nerviosa. Bang Chan se giró y empezó a reírse al verlos.

- Gracias por todo, Channie.

- Gracias a tí por la comida, la casa, el finde maravilloso y dejarnos estar a tu lado.

Se despidió con la mano más sonriente que nunca y se fueron, como no, armando barullo. Me quedé mirando cómo su coche se perdía en la lejanía hasta que dejé de escucharlos y sólo oía el silencio de una mañana de otoño a las afueras de Seúl.

Sin RemedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora