CAPÍTULO 32

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Iba caminando por uno de los pasillos del edificio de JYP con un montón de papeles y carpetas. Tenía una reunión con el señor de las cavernas sobre el MV de Maniac, el que sería la canción main del disco. Estaba de los nervios, nada podía salir mal y, desde luego, el rodaje no podía ir como fue el de Freeze. Había conseguido grabarlo todo como quería pero de camino me llevé un ataque de ansiedad.

— Luchi —oí de repente.

Dí dos pasos hacia atrás en dirección a la voz que me llamaba. Había una puerta entre abierta, la del estudio de Chan. Me asomé por la rendija y vi dos cabezas mirándome.

— Pasa —dijo Han haciéndome señales con la mano — Quédate un rato con nosotros —volvió a decir con un puchero en la boca.

— Vale, pero tengo que hablar con JYP.

— Bah, seguro que el viejo puede esperar un ratito.

Me adentré pensando que era buena idea intentar quitarme los nervios de encima antes de la reunión. ChangBin y Han estaban sentados en lados opuestos del sofá cada uno con su móvil en la mano. Mientras, Chan estaba en su silla, con los cascos puestos trabajando. No se había enterado de que había entrado.

— Deja ese montonazo y ven aquí —dijo dando golpecitos en el centro del sofá.

Dejé los papeles a un lado de la mesa, donde no estorbaran al líder que, con el golpe, se había percatado de mi presencia y ahora me miraba mientras se quitaba los cascos.

— Lucy... Hola.

— Hola, Chan, espero no haberte molestado.

— Para nada —contestó con una sonrisa— ¿de visita?

— Le he dicho que pasara mientras retocas la canción, así nos hace compañía.

— Claro, siéntate. ¿Estás nerviosa? —preguntó mientras me sentaba entre los otros miembros de 3RACHA.

— Sí, algo, no puedo evitarlo, ese señor es difícil de llevar. Nunca sé si está de buen humor o simplemente me vacila todo el rato.

— No es tan malo como piensas —dijo Chan dándose la vuelta en la silla en nuestra dirección.

— Es de las peores personas que conozco —intervino ChangBin sin quitar la mirada del móvil.

— Qué exagerado eres —el mayor volvió a darse la vuelta y continuar con su trabajo.

— Es un gilipollas —me susurró Han al oído.

Reí por lo bajo para que Chan no se enterara. Si tenía algo contra él, desde luego nunca se le había notado. Participaba en las "burlas" generales que se le hacían pero siempre con precaución.

Han empezó a imitar uno de los bailes de su jefe poniendo caras raras y no pude evitar soltar una gran carcajada. Chan se giró hacia nosotros sin quitarse los cascos y nos echó una mirada penetrante. No hizo falta más. Me tapé la boca con las manos y pedí disculpas inclinándome. Sin decir ni hacer nada más, volvió al trabajo.

Miré a Han, que también se había cuadrado ante aquella mirada y nos reímos en silencio.

— Si hubiésemos ido juntos al colegio nos habrían castigado más de una vez —le susurré recostándome en el sofá.

— No te creas, en el colegio era el callado. No tenía muchos amigos.

Pasé mi mano por su espalda con cariño.

— No te preocupes, nunca he sido de muchos amigos —acercó su frente a la mía— Tengo los que quiero y sois geniales.

— Lo mismo digo Hannie.

Sin RemedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora