Sus palabras salieron como un susurro, mirándome a los ojos. Él no podía quitarme de su cabeza, ¿cuánto tiempo habíamos estado así? Antes de que pudiera separarse, pasé la mano por la parte de atrás de su cabeza y lo volví a acercar a mis labios para poder volver a saborearlos, cumpliendo con mi deseo de tener ese beso que había estado pendiente todo el día.
Cuando por fin nos separamos estaba más o menos satisfecha, aunque jamás me había costado tanto separarme de los labios de alguien. Con una pequeña sonrisa se volvió a sentar en frente pero sin separar su mano de la mía.
El camarero llamó a la puerta provocándome un mini infarto porque había olvidado totalmente dónde estábamos. Cuando entró, mi mano intentó deslizarse de debajo de la suya, pero me cogió con más fuerza impediéndomelo. Aquello me tranquilizó bastante porque a él parecía no importarle que ese camarero estuviera viendo cómo claramente me hacía círculos en el dorso con su pulgar mientras le hablaba en coreano.
— He pedido por los dos, si no te importa —comentó cuando el camarero se hubo ido— He cogido lo mejor de la carta, espero que te guste.
— No suelo tener problema con la comida, así que me parece genial. Bueno, entonces...
— ¿Entonces? —preguntó sin entender.
— Mi recompensa... —susurré con una sonrisa ladina. Sus ojos se movieron rápidamente y su boca se abrió ligeramente.
— ¿Qué... qué... qué recompensa?
— Te he contado mis red flags, te toca a ti.
— Ah —suspiró y tragó pesadamente— Uff... ¿en serio? —rió con pena pasándose la mano por la nuca.
— Hombre claro, quiero saber qué es lo peor que tiene Christopher Bang.
— Ah, pues millones de cosas, la verdad —puse los ojos en blanco separando mi mano de la suya y cruzando los brazos. Pareció decepcionado de ya no tener sus dedos sobre ella.
— No digas eso, quiero tus red flags de verdad. Piénsalo bien.
Un puchero asomó en su boca mientras abría y cerraba el puño en dirección a mi mano perdida. Negué con la cabeza y le hice ademán de que se pusiera a hablar.
— Vaaaale, a ver que piense... —miró hacia arriba mientras se daba toquecitos con el índice en el labio inferior— Creo que una de mis red flags es que, sin duda, tengo complejo de salvador. Me gusta ayudar, no que me ayuden, me gusta ser necesario para la gente que me rodea es algo que me hace sentir mejor.
Me quedé mirándolo mientras seguía hablando, no sabía si demasiado avergonzado para mirarme directamente pero se estaba abriendo, así que no quería decirle nada. Esta primera red flag es algo que siempre he notado en él (y todo Stay), la forma sobreprotectora con la cuida a los chicos, ¿haría esto conmigo? Porque podría entrar en conflicto con mi problema de no saber pedir ayuda. Estaba muy acostumbrada a solucionar todo yo sola.
— Otra es —soltó una risilla— soy un workalcoholic, pero esto ya lo sabes. O sea, no trabajo para vivir, vivo para trabajar pero es que me encanta lo que hago. Producir me hace feliz.
Asentí con media sonrisa porque, efectivamente, esto es un hecho y lo había podido comprobar en muchas ocasiones. Yo también trabajaba bastante y era difícil separarme de mi portátil o mi libreta cuando estaba concentrada e inspirada. Aquí la raya estaría en si cuando tiene que descansar o lo necesita se siente que no está siendo productivo.
— Y la última, porque tú has dicho tres y así estamos empatados... Emmm, a ver, yo no diría que tengo problemas de ira pero... tampoco diría que no los tengo. Es algo que llevo intentando controlar desde hace mucho tiempo y... Creo que me viene de mi padre pero eso... —lo veía explicarse otra vez gesticulando mucho con las manos— Lo llevo bastante bien, excepto cuando es algo relacionado con la gente a la que quiero, ahí suelo perder un poco los papeles pero estoy trabajando en ello.
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Sin Remedio
FanfictionCuando dos personas se atraen, no pueden evitarse. Lucy estaba emocionada por ser la nueva directora de los MV de Stray Kids. En cuanto conoció a Bang Chan, sabía que algo no iba bien en su corazón, pero su mente le decía otra cosa. La profesionalid...