CAPÍTULO 2

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Para mí, lo único bueno que había supuesto la covid era que fuera normal llevar mascarilla. Sabía que en los países asiáticos había más costumbre, pero no donde yo vivía. Poder llevar la mascarilla cuando quería hacía que sintiera una especie de protección. Además, me daba unos poderes de invisibilidad que le venían de maravilla a mi yo introvertida.

Llegamos a la puerta del edificio de JYPE Entertainment. Miré a Hugo sin poder levantarme de mi sitio. Se bajó las gafas de sol para que pudiera verle los ojos. Me sonrió con esa sonrisa suya de lado y me cogió del brazo para que saliera ya. Sabía perfectamente que podía quedarme ahí sentada todo el día oyendo mis palpitaciones.

Llevaba mis gafas de sol y una mascarilla negra. Entré tal cual al edificio; en mi cabeza era invisible, por lo que nadie me prestaba atención.

Mentira.

Puse los ojos en blanco a mi conciencia y seguí hacia delante, siempre por detrás de Hugo. Unos señores muy formales nos recibieron a la entrada e hicimos el típico saludo asiático.

Había pasado mucho tiempo viendo miles de vídeos en Youtube sobre la cultura de Corea del Sur y su idioma. Por supuesto, no hablaba ni papa, salvo algunas palabras sueltas, el saludo y la despedida. Por suerte, prácticamente todos ahí, incluida la banda, sabían inglés, por lo que no resultaría tan difícil la comunicación.

Estaba aterrada por los problemas que pudieran surgir por las diferencias culturales. Yo era una persona que... ¿Cómo decirlo? Decía palabrotas sin parar, era un poco bruta en cuanto a modales y comportamiento, y sabía que para una mujer ahí se podía considerar una falta de respeto.

Tenía una batalla mental entre caer bien, ser aceptada y ser yo misma, lo que a lo mejor hacía que no se cumpliera lo primero.

Los saludamos igual y nos pidieron que los acompañásemos. Mi barriga ya empezaba a hacer de las suyas, pero intentaba calmarme repasando lo que iba a decir.

Subimos en el ascensor y llegamos a una sala de reuniones grande. Se oía un murmullo a través de la puerta. Dios santo, no pensé que ya iban a estar todos ahí. Apreté el brazo de Hugo antes de entrar y él me respondió apretándome el mío. Eso me alivió un poco. Me quité las gafas de sol y entramos.

Todos los chicos estaban sentados en una parte de la mesa, como si estuvieran representando la pintura La última cena de Da Vinci. Presidiendo la mesa, había varios señores y JYP, que era el único de ellos al que reconocí.

El murmullo cesó y todos se pusieron de pie al instante. Después de los saludos iniciales, me dirigieron hacia el otro lado de La última cena y me sentí como una pintora preparándose para hacer una reinterpretación del cuadro.

Me senté y esperé nerviosa a que alguien dijera algo.

—Gracias por la buena acogida —dijo Hugo después de unos segundos. Gracias, gracias, maravillosa persona que no me deja sola ante el peligro.

—Por supuesto —comencé rápidamente—. Gracias por habernos recogido. Todo ha sido muy agradable.

¿Agradable? ¿Qué mierda de palabra es esa?

—Es un placer recibiros aquí en JYPE Entertainment. También estamos muy agradecidos de que te hayas decidido por nosotros. Sé de primera mano que has tenido varias propuestas. No ha tenido que ser nada fácil.

JYP hablaba tranquilo, pero se le notaba contento por la idea.

—En realidad, lo tenía bastante claro desde el principio. Me gusta mucho esta compañía y, por supuesto, la música que hacéis.

Me giré rápidamente para mirar a los chicos. Era la primera vez que me paraba a mirarlos. Estaban todos muy formalitos y me hacía un poco de gracia. Después de todo lo que había visto de ellos, sabía que de formalitos no tenían nada.

Sin RemedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora