CAPÍTULO 23

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Me quedé mirando la pantalla del móvil mientras desaparecía el nombre de Hannie, incrédula por lo que acababa de pasar, por lo que acababa de oír, sus duras palabras, el tono seco prácticamente ordenándome...

Ni un puto día tranquila...

Pero... pero, ¿quién cojones se creía que era para hablarme de esa forma? La rabia me subió rápidamente a la cabeza y estampé el móvil contra la cama.

— ¡No eres mi padre! —chillé al móvil— ¡No eres quién para colgarme en mi puta cara! Pero... pero ¡QUÉ COJONES!

Al menos te ha preguntado si estabas bien...

¿Y qué coño importa eso? La forma en la que me ha hablado, la actitud... ¡DIOS! Estaba rabiosa, furiosa... Quería ir a su casa y cantarle las cuarenta, joder.

Sin pensarlo dos veces, salí enfadada de la habitación, bajé de tres en tres las escaleras del hotel, llegué a la recepción y salí por la puerta.

El frío me pegó una bofetada en la cara nada más pisar la calle. Había salido sin abrigo y descalza. Me quedé quieta mirando el taxi que había parado en la puerta, enfadada. Los pensamientos volaban por mi cabeza chocando entre ellos y contradiciéndose. El aire helado empezó a bajarme la sangre que me estaba hirviendo por las venas.

— ¿Se encuentra bien? —oí una voz a mi espalda.

— ¡Sí, joder! ¡Estoy bien, estoy bien, ESTOY BIEN! —surprise: no estaba bien.

Me giré chillando hacia la voz. Me quedé mirándolo durante unos segundos, con la respiración acelerada y el pulso vibrando en mi cuello.

Al poco mi respiración fue desacelerando y el pulso volviendo lentamente a la normalidad al ver al botones del hotel mirándome asustado desde la puerta.

— Perdona —prácticamente susurré sin atreverme a mirarlo cuando volví dentro del hotel.

***

Al día siguiente me presenté en la sala de ensayos antes que nadie. No me gustaba disculparme por algo que realmente había hecho por mí pero, no pude evitar sentirme mal por toda la situación. A veces se me olvidaba que había gente que realmente se preocupaba por mí y nunca sabía diferenciar bien si estaba siendo egoísta o simplemente haciendo aquello que me hacía sentir bien aunque, por ello, perjudicara a otras personas.

Los chicos llegaron poco después mientras trabajaba. No quería hacerlo, pero me fijé en Chan conforme piso la sala. Vi un gesto de alivio y luego me giró la cara para ir directo hacia el ordenador. Lee Know lo seguía de cerca.

Los demás se acercaron hasta donde estaba. Les intenté explicar la situación brevemente en la que me encontraba y el por qué de mi "huída", aunque no me gustara llamarlo así.

Pareció que me entendieron y me levanté para abrazar a Han que me lo devolvió con una sonrisa, no sin antes pegarme en el hombro y llamarme idiota. Todo estaba bien y eso me calmó un poco.

Volví a mirar a Chan de reojo mientras seguía abrazada a Han. Estaba concentrado en el ordenador pasándose con nerviosismo un dedo por los labios.

Puse una mueca de fastidio y todos volvimos a nuestros trabajos. Los siguientes días pasaron igual, uno tras otro, aparecía temprano, trabajaba un poco en la sala de ensayos y luego me iba donde Suyeon y yo habíamos trabajado en el anterior MV. Había mucha gente revoloteando por allí y no me dejaban concentrarme del todo. Echaba de menos el Chan's room donde podía trabajar tranquilamente y con un equipo adecuado pero me negaba a pedírselo.

En toda la semana no nos habíamos dirigido la palabra. ¿Era ese el Chan que me tapó del frío aquella noche en su casa y me abrazó con cariño? ¿El que me llevó a su cama y se quedó en el sofá?

Sin RemedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora