Lenguas enredadas, manos inquietas, besos cortos, besos largos, gemidos crepitantes en la boca del otro, caricias largas y profundas sobre la piel...
No sabía decir qué estaba pasando, ni en qué orden, de quién era cada lengua, cuántas manos tenía Chris, ni siquiera dónde estábamos. Yo... Solamente estaba sumergida en una vorágine de pasión que había estado contenida durante demasiado tiempo, al parecer, dentro de los dos.
El tiempo corría de forma extraña por mi cuerpo. No sabía si llevábamos así 5 minutos o dos horas... Hacía mucho tiempo que no sentía que algo me importara menos como todo lo que giraba a mi alrededor.
Sólo me importaba los labios húmedos de Chris abrazando los míos, su lengua conociendo a la mía, sus dientes sobre mi mandíbula, sus gemidos roncos cuando mis manos se deslizaban entre su pelo, sus manos sobre mi cintura apretándome con fuerza para que no me fuera de su lado (como si se me fuera a ocurrir...), una mano en mi hombro llamándome... Espera... Dos manos sobre mi cintura... ¿Una en mi hombro?
Me separé de los labios de Chris a regañadientes mirando extrañada a mi hombro. Lo cubría una mano cubierta en sangre. Seguí con la mirada el brazo hasta encontrarme con una cabeza enorme de oso.
Grité aterrada, Chan gritó también al darse cuenta de la presencia no invitada y, sin pensarlo, le di un puñetazo con todas mis fuerzas sin parar de chillar. El hombre oso trastabilló hacia atrás y Chan aprovechó para empujarlo. El ser tropezó dándose con la pared y calló al suelo.
Bang Chan me cogió de la mano y salió corriendo al pasillo conmigo detrás. Seguimos por él a toda velocidad. El oso se había recompuesto y había empezado a seguirnos corriendo como podía.
Oí una voz cerca. No lo reconocí hasta que me acordé del walkie que llevaba en el bolsillo trasero del pantalón. Lo saqué como pude y oí la voz nerviosa de Han.
— ¡La tenemos! ¡Repito! ¡La tenemos! ¡Id a la entrada!
Chan se giró brevemente mirando al aparato en mi mano. Nos miramos durante un instante y asentimos a la vez. Subimos a toda prisa las escaleras volviendo al hall de aquel sitio. Oímos gritos y vimos a los demás bajar por las escaleras, divididos y gritándose entre ellos.
ChangBin los encabezaba con los ojos muy abiertos. Cruzó de tres zancadas la estancia, sacó un manojo de llaves de su chaqueta y comenzó a probarlas. Los demás nos apretujamos lo más cerca de la puerta que pudimos.
— ¡Corre, joder, corre! —apremiaba Felix mirando cómo iba descartando llave tras llave— ¡Ya están aquí! ¡CORRE!
Miré hacia las escaleras que subían. Dos seres bajaban lentamente por ellas. Lo que parecía una especie de zombie putrefacto y una monja con la cara derretida. Estaba de los nervios viendo a ChangBin probar llaves y viendo cómo aquellos seres se iban acercando de forma peligrosa a nosotros.
— El...el... el oso... —dije señalando nuestras escaleras y viendo como una cabeza asomaba por ellas.
— ¿¡Qué coño es eso!? —gritó Hyunjin agarrándose de la cabeza realmente impactado— ¡Por el amor de todos los dioses! ¡ChangBin, date prisa, coño! ¡Date prisa!
— ¡¡Dejad de chillarme!! ¡Quedan pocas!
Las visiones aterradoras habían empezado a cruzar el hall cuando, por fin, ChangBin dio con la llave correcta abriendo la puerta de par en par. Con el sonido del crujido indistinguible, todos nos abalanzamos por ella gritando en una mezcla de alivio y terror.
Bajamos corriendo las pocas escaleras que nos separaban del suelo y, por tanto, lugar seguro y en cuanto lo pisamos, la puerta se cerró de golpe detrás nuestro y la misma risa malvada que habíamos oído antes retumbó en el descampado yendo a más y más hasta que cesó de golpe.

ESTÁS LEYENDO
Sin Remedio
FanfictionCuando dos personas se atraen, no pueden evitarse. Lucy estaba emocionada por ser la nueva directora de los MV de Stray Kids. En cuanto conoció a Bang Chan, sabía que algo no iba bien en su corazón, pero su mente le decía otra cosa. La profesionalid...