CAPÍTULO 58

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Los días iban pasando en Seúl entre una mezcla de rapidez y lentitud que no llegaba a entender. Los chicos habían hecho su comeback hacía nada. La gente lo recibió de una manera espectacular y todo el mundo alababa el MV, lo que hizo que me sintiera, por fin, tranquila. Aunque aún quedaban los demás, recibía miles y miles de buenos comentarios en comparación con los malos.

Lo malo de todo esto es que ya no veía casi nada a Chan y nada a los chicos. Me pasaba prácticamente todo el día sola. Así que, me costó, pero empecé una rutina. Me intentaba levantar siempre a buena hora, desayunaba en alguna cafetería cozy tranquilamente y luego me iba a visitar Seúl o pueblos y ciudades cercanas con la moto. Alguna noche (cuando no tenía que pasársela en vela por las grabaciones), Chan venía al hotel y nos veíamos un ratito antes de que cayera desplomado por el cansancio.

Básicamente llegaba, a veces cenaba otras no, se duchaba y nos metíamos en la cama a hablar hasta que me daba cuenta de que estaba hablando sola porque había caído rendido.

A pesar de haber cogido una rutina, no evitaba que me sintiera realmente sola. Nunca había tenido problema con estar sola, de hecho, siempre he estado muy cómoda. Sin embargo, hay una diferencia entre estar sola y sentirse sola.

De vez en cuando me sentaba delante del ordenador, después de hacer yoga con una taza de té calentita. Sin embargo, nada salía. Las palabras, las ideas se quedaban atascadas o directamente era incapaz de escribir una frase seguida. Estaba realmente frustrada con aquello. Intentaba mentalizarme en que era una fase, en que no pasaba nada y que al final algo saldría. Pero siempre había sido una persona impaciente y todo este bloqueo del escritor no me estaba sentando nada bien.

Una mañana, estaba paseando por unos de los pueblos cercanos a Seúl por el que pasaba el río Han, cuando recibí una llamada de mi hermano.

—Hola carapan.

Lucy, ¿estás en el hotel o con Chan?

Su voz sonaba algo alarmada así que me paré en seco dándole toda mi atención.

—No, estoy en un pueblo a un rato de Seúl, ¿qué sucede? ¿Estás bien?

Acabo de hablar con Félix. Está enfermo... Bastante me ha parecido. Tenía una voz terrible y creo que tiene fiebre porque decía algunas cosas que no tenían sentido.

Me llevé una mano a la frente y negué. Al final le había pasado mi constipado.

—Creo que es culpa mía... Estuve hace unos días bastante mala, con una fiebre muye alta. Es posible que se lo haya pasado...

No pasa nada pero... Estoy bastante preocupado. No quiere ir al médico y se niega a decírselo a los demás por no molestarlos. Al parecer no había nadie en la casa. No sé, Lucy... Estoy intranquilo y me siento muy impotente de no poder hacer nada desde aquí... Esto es una putísima mierda.

Le oí suspirar al teléfono. Sonaba bastante preocupado y lo entendía a la perfección. La sensación de impotencia te mata por dentro. Me recordó a cuando él mismo no cogía el teléfono después de desaparecer un par de días.

¿Puedes pasarme el número de alguno de estos? No tengo el de nadie y quiero llamarlos para que vayan a echarle un ojo. Es un cabezón...

—No te preocupes, yo llamo a Chan y se lo digo.

¿No te importa? Siento molestarte por esto...

—No digas tonterías. Si lo que dices es verdad, es mejor que alguien esté cuidándolo para que coma y no se deshidrate. No te preocupes, yo me ocupo.

Mil gracias. Por favor, ve diciéndome. No me voy a quedar tranquilo hasta que esté con alguien.

—Yo te voy avisando.

Sin RemedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora