CAPÍTULO 16

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— Perdona noona. Este chico no tiene remedio. Va siempre así, casi como Dios lo trajo al mundo —se quejó mientras dejaba los tés en la mesa y limpiaba con una servilleta lo que se había derramado.

Noté la boca seca y me di cuenta de que la tenía medio abierta. ¿¡Desde cuándo!?

Pues, ¿desde cuándo va a ser?

Joder, joder, no sólo me había quedado mirándolo embobada sino que encima lo estaba haciendo ¡con la boca abierta! Dios mío, qué vergüenza de persona.

Concuerdo.

Hyunjin se sentó a mi lado, volvió a disculparse y yo me bebí prácticamente de un trago el té para ver si así dejaba la sequedad atrás y poder pronunciar alguna palabra.

Después de hablar durante un rato (él, porque yo seguía en shock), Hyunjin se levantó de la mesa y trajo sus utensilios para empezar con la clase.

Durante dos horas estuvo enseñándome técnicas de dibujo mientras yo intentaba de una pobre manera imitarlo. Era muy bonito ver su concentración en el papel y sus largos y finos dedos coger los lápices con tanta delicadeza como si fueran a deshacerse entre ellos.

Había puesto música lofi de fondo mientras practicábamos. Me hizo gracia, porque yo también me ponía música ambiental para escribir y concentrarme.

En esas dos horas, Chan no volvió a aparecer por el comedor. ¿Tan avergonzado estaba? Sólo de recordarlo volvía a tener la boca seca. Casi mejor que no volviera a aparecer.

Unas llaves se oyeron en la puerta de la casa y, con ellas, unos alaridos que ya conocía de sobra. Han apareció por el comedor chillando que ya estaban en casa y dejando un par de bolsas sobre el sofá.

— ¿Pero qué.... — se quedó parado al verme sentada a la mesa con Hyunjin.

— Hola Han — sonreí.

— ¡Lucyyy! ¿Estás en nuestra casa? -me abrazó corriendo— Estás en nuestra casa — afirmó palpándome como si fuera un fantasma— ¿Qué haces en nuestra casa? No quiero decir que no me alegre pero... eso.

— Hyunjin me invitó para que practicar unas técnicas de dibujo.

— ¡Ale! Se acabó la clase.

— No, no, continuad — dijo Han sentándose justo a mi lado.

Hyunjin lo miró fijamente y le señaló con uno de los lápices que tenía en la mano.

— Dibujar es algo relajante. No te he visto relajado ni una vez en mi vida.

Lee Know había entrado con él. Me saludó levantando un poco la cabeza mientras Han y Hyunjin discutían sobre el hiperactivismo del menor.

— ¿Por qué no no has dicho que la ibas a traer? Habríamos comprado algo de bebida y de picar — regañó Minho a Hyunjin.

— No se me ha ocurrido. Ha sido todo muy improvisado, le he ofrecido té.

Lee Know chasqueó la lengua y empezó a rebuscar entre los armarios. La puerta del comedor volvió a sonar y un Chan, ya vestido con una sudadera y los mismos pantalones que antes, apareció por el salón. Pasó de largo de nosotros y saludó a los recién llegados.

— ¡Joder! No hay nada por aquí. Tendremos que pedir — exclamó Minho cerrando los cajones que había abierto.

— No no no no, por mí no os preocupéis, de verdad, de hecho, se ha hecho tarde, sería mejor que hiciera camino al hotel — hice ademán de levantarme.

— De eso nada — negó Han volviendo a sentarme en la silla— Tú te quedas a cenar, ¿verdad Chan Hyung? — se giró hacia su amigo.

— Claro, claro, por supuesto, por favor, quédate — miró a todos sitios, menos en mi dirección.

Sin RemedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora