CAPÍTULO 31

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Un golpeo incesante en la puerta me despertó. Creía que lo estaba soñando, pero cuando abrí un ojo a regañadientes pude oírlo claramente.

— ¡Ya vale! —chillé con las fuerzas que pude dándome la vuelta en la cama.

— ¡Yooooooo, noooooonaa, abre! —se escuchó alto y claro desde el otro lado de la puerta.

— ¿ChangBin? —me pregunté a mí misma incorporándome de la cama.

Caminé hasta la puerta restregándome los ojos pensando que de verdad era todo un sueño.

— ¿Qué haces aquí? —pregunté abriendo la puerta y encontrándomelo parado tranquilamente.

— Oh, cute —dijo mirándome de arriba abajo con ternura.

Sacó rápidamente su móvil y me hizo una foto antes de que pudiera darme cuenta de lo que estaba pasando.

— ¿Qué haces?

— Estás demasiado mona con tu pijama de Stich, voy a pasarla por nuestro grupo.

— ¡De eso nada! —grité arrojándome sobre su móvil.

— Tarde —rió apartándome con demasiada facilidad del móvil.

— Aaaghh, te odio —dije tapándome la cara con las manos— ¿has venido para hacerme fotos embarazosas o qué?

— No, he venido para llevarte al Gim —contestó entrando a la habitación.

— ¿Qué?

— Si, hace mucho que no te veo por ahí, así que, dale —concluyó sentándose en el sofá.

— A lo mejor no me has visto porque voy a una hora diferente a la tuya.

— ¿Es así? —preguntó pasándose las manos por detrás de la cabeza.

— Bueno... Podría ser... —ChangBin negó con la cabeza y se levantó del sofá— No me apetece ir ahora al gimnasio, me acabo de despertar... Gracias a ti, además.

— Son las 9 de la mañana, es buena hora para despertarse —abrió de par en par mi armario rebuscando entre la ropa.

— Vale, vale, iré, deja de desordenarme el armario —intenté alejarlo para que parara— Pero, podríamos desayunar algo antes, ¿no?

— No, tu recompensa será el desayuno. Cámbiate.

Lo miré con ganas de matarlo unos instantes antes de buscar mi ropa de gimnasio y meterme en el baño a cambiarme. La única condición que le puse fue ir en mi moto y no en taxi. No lo pasó exactamente bien y me lo tomé con una dulce venganza.

Estuvimos cerca de dos horas en el gimnasio. Primero él hacía sus repeticiones y luego monitorizaba las mías para que lo hiciera como tocaba. Me gritaba "¡Abajo, más abajo!" mientras hacía sentadillas y se aseguraba de que las hiciera bien cogiéndome por los lados. La combinación de las órdenes, sus manos sobre mí y ver cómo sus bíceps se tensaban con las pesas, estaba provocando que sudara más de lo normal.

Cuando estuvimos duchados y cambiados llegó mi recompensa, un gran y delicioso desayuno que ChangBin trajo a la cafetería del edificio. El entrenamiento me había subido la adrenalina y me sentía muy bien, aunque jamás le daría la razón a mi entrenador.

Mientras terminábamos de desayunar, Hyunjin y Felix aparecieron de la nada.

— Noona —dijo Hyunjin sentándose a mi lado y apoyando la cabeza en mi hombro— Felix y yo nos vamos de compras, ¿te quieres venir?

Entrecerré los ojos con sospechas.

— ¿Qué os proponéis?

— Hum, nada, sólo nos vamos de compras —contestó Felix robando un trozo de plátano de ChangBin mirando rápidamente hacia abajo.

Sin RemedioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora