Sin Remedio

CAPÍTULO 4

Algunos sonrieron al comentario de ChangBin y yo pude relajarme un poco. Igual me había pasado.

-¿He sido demasiado brusca?

-Un poco más de lo que la gente en general es con él, pero creo que le vendrá bien -comentó Lee Know.

-¿Se comporta así siempre?

-Mmmm... Digamos que... a menudo.

-Pues menudos modales -sabía que la gente no le tenía mucho aprecio a JYP y ahora empezaba a entender por qué-. Si queréis avisarlo para las próximas reuniones, por mí no hay ningún problema.

-No -respondió serio Chan-. Así será todo más fácil y fluido. Podremos hacer lo que queramos y con ello también te incluyo a ti. Es genial que nos dejes elegir entre tus ideas, pero queremos que nos des tu opinión sobre lo que podría funcionar mejor y lo que no. Es uno de los motivos por los que quisimos que lo hicieras tú. Confiamos en tus decisiones artísticas.

¿Por qué no podía ser todo el mundo como él? Así se acabarían las inseguridades y la ansiedad en el mundo.

Le agradecí sinceramente sus palabras y nos pusimos a trabajar.

Estuvimos un par de horas más trabajando. Decidimos que al día siguiente volvería y grabaría las coreografías de las canciones, aunque no estaban pulidas al 100 %.

Me puse el pijama en cuanto llegué al hotel y me tumbé en la cama. Estaba derrotada. Miré por la ventana: las vistas eran espectaculares. Seúl descendía a los pies del hotel. Se podían apreciar miles de bombillitas y unos edificios altos al fondo. Esto a Ann le encantaría. ¡Coño, Ann! Iba a matarme. Le había prometido que la llamaría en cuanto llegara, pero, con los nervios y el cansancio, se me había olvidado.

Saqué el móvil corriendo y la llamé.

-Te voy a matar.

-Lo sé, lo sé. Perdona, de verdad. Ha sido todo un caos desde que he llegado.

-Lo entiendo, pero ¡no me lo vuelvas a hacer!

-Que no, que no. ¡Perdóóóón!

-Bueno, va. Cuéntame cómo estás.

-Me muero.

-Va, quejica, que no será para tanto.

-Tengo las horas de sueño totalmente cambiadas. Me voy a ir a dormir dentro de nada a ver si puedo arreglarlo un poco.

-¿Es bonito Seúl?

-Pues justo por eso te estaba llamando. He mirado por mi ventana y he pensado: esto a Ann le encantaría.

-Qué puta.

-Ya te dije que te vinieras conmigo. Menos mal que está Hugo, si no...

-¿Sí? ¿Y me vas a poner un sueldo? Porque el piso no se paga solo, ¿sabes?

-Ya me ofrecí a pagarte bastante de la casa, así que no te quejes.

-¿Pero cómo voy a aceptar tanto dinero? ¿Tú ves eso normal?

-Se la pagué a mis padres y tú formas parte de mi familia, así que...

-Mira, no quiero tener otra vez esta conversación. Dime que me echas de menos.

-Ay, Ann, te echo tantísimo de menos... -me mordí el labio y me aguanté las ganas de llorar.

Ann había sido mi mejor amiga desde la infancia y habíamos pasado mucho tiempo separadas por mi trabajo, pero era como una hermana para mí. La persona a la que llamaría si tuviera que enterrar un cadáver.